El trasvase del Paran¨¢

En Rosario, Argentina, a 800 kil¨®metros del mar, el r¨ªo Paran¨¢ tiene m¨¢s de 50 kil¨®metros de ancho. A nadie se le ha ocurrido, a¨²n, trasvasar el Paran¨¢ a la madre patria. El R¨®dano es tan generoso que concentra las centrales nucleares de Francia. Los pieds-noirs expulsados de Argelia quer¨ªan hacer en el Midi la California francesa con un trasvase hasta Montpellier que despu¨¦s de 50 a?os sigue vac¨ªo en un 90%. El R¨®dano est¨¢ algo m¨¢s cerca de Barcelona que el Paran¨¢, pero a¨²n lo est¨¢n m¨¢s el pol¨¦mico Ebro y, sorpresa, sorpresa, el olvidado Noguera Pallaresa. Son ¨¦stas las tres opciones que presenta, por separado, el Plan Hidrol¨®gico popular de 2000, pero que modestamente olvida sumar los costes. Con paciencia y habilidad se pueden conseguir los cinco plomizos vol¨²menes, una versi¨®n light del centralismo hidr¨¢ulico de Jos¨¦ Borrell con su plan socialista de grandes trasvases.

El ministro de Agricultura, Miguel Arias Ca?ete, anunci¨® que los trasvases populares ser¨ªan un 'paseo militar' porque se aprobar¨ªan 'por huevos' precisamente este mes de enero. Era antes de que se especializara en liquidar vacuno. Pac¨ªficamente, y sin fre¨ªr, aqu¨ª est¨¢n mis deberes hechos con toda su crudeza. El trasvase m¨¢s barato en inversi¨®n y en gasto energ¨¦tico es el del Noguera Pallaresa. El trasvase del Ebro exige una inversi¨®n un tercio mayor y el del R¨®dano, entre tres y cuatro veces m¨¢s. El del Noguera Pallaresa tiene un coste energ¨¦tico negativo; es decir, vender¨ªa electricidad con el trasvase, mientras que el bombeo del Ebro cuesta 8 veces m¨¢s y el del R¨®dano 12, lo cual obligar¨ªa a duplicar el precio del agua de Barcelona, que ya es la m¨¢s cara de Espa?a.

El R¨®dano no es rentable, como ya han demostrado imperialmente los pieds-noirs, que siguen sin su California francesa. Est¨¢ a 315 kil¨®metros de Barcelona, tres veces m¨¢s lejos que el Pirineo. El agua del Noguera Pallaresa tiene una alta calidad, sin sabor a plutonio. Todas las inversiones y compensaciones se quedar¨ªan en Catalu?a y el precio del agua de Barcelona no variar¨ªa. Suerte que en el agua no hay corrupci¨®n como en los pol¨ªticos cristianos que he denunciado a Europa y a la fiscal¨ªa espa?ola. Pero resulta curioso que los ingenieros hidr¨¢ulicos y los grandes planificadores no sepan sumar.

Josep C. Verg¨¦s es economista.