'Tener hijos se ha convertido en un conflicto'
La antropolog¨ªa urbana tiene en Mercedes Fern¨¢ndez-Martorell, autora de Antropolog¨ªa de la convivencia, a una mujer pionera en Espa?a en la investigaci¨®n de c¨®mo las nuevas tribus de las ciudades construyen hoy su identidad multicultural
Discreta sobre su s¨®lido prestigio de investigadora en antropolog¨ªa urbana transformada hoy en antropolog¨ªa de la complejidad y de la globalidad que ha expresado en libros como Antropolog¨ªa de la convivencia (C¨¢tedra, 1997), experimenta en sus clases actuales sobre antropolog¨ªa del teatro en la Universidad de Barcelona con un proyecto sobre multiculturalidad en cinco ciudades del planeta: M¨¦xico, Buenos Aires, Par¨ªs, Casablanca y Barcelona.
Pregunta. Hace tres a?os me sorprendi¨® su an¨¢lisis sobre c¨®mo la prensa rosa representa el sistema econ¨®mico.
Respuesta. El tiempo me ha dado la raz¨®n, ?verdad? Hoy, adem¨¢s, tenemos programas rosa en televisi¨®n. Es l¨®gico. La prensa del coraz¨®n crea mitos para una sociedad que ha puesto en la comunicaci¨®n, por avi¨®n, por Internet, por los medios de comunicaci¨®n, su sue?o. Hay, m¨¢s que nunca, un af¨¢n por comunicarse y estamos en una situaci¨®n incre¨ªble de intercambios entre culturas diferentes, lo cual puede traer el enfrentamiento o la colaboraci¨®n. Un mito moderno como Diana de Gales, que se fotografiaba con gente de todas las culturas, dio la impresi¨®n de estar a favor del multiculturalismo y de rescatar la marginaci¨®n social, ese fue su ¨¦xito. Pero ella siempre permaneci¨® arriba. La prensa del coraz¨®n reafirma los lugares de privilegio, utiliza a la gente con m¨¢s prestigio social para proponer modelos y finalmente se vuelve representante del sistema econ¨®mico. Todo esto construye tambi¨¦n nuestra identidad contempor¨¢nea.
P. ?Somos un pueblo que se interesa por la gente?
R. Bueno... Espa?a, desde Bartolom¨¦ de las Casas, fue pionera en querer entender a otras culturas; el Archivo de Indias no es otra cosa que esa b¨²squeda, pero la tradici¨®n antropol¨®gica se perdi¨® y hoy la estamos refundando con bases te¨®ricas m¨¢s amplias, porque los hombres nacemos todos iguales.
P. Iguales, pero tambi¨¦n distintos.
R. La grandeza y el drama del ser humano es nacer incompleto. Repetir la misma costumbre durante generaciones, sin ning¨²n sentido cr¨ªtico, habla de ese drama. La grandeza, en cambio, es saber repensarnos en funci¨®n de nuestros objetivos y de la b¨²squeda de la convivencia. Por esto es tan importante el lenguaje: b¨¢sicamente es lo que nos hace humanos, lo que nos permite relacionarnos con los dem¨¢s y transmitir normas, ideas y f¨®rmulas para convivir.
P. ?No hay influencia de la gen¨¦tica en nuestros actos?
R. Pienso que toda la humanidad tiene la misma herencia: todos nacemos con inmensas posibilidades y tambi¨¦n con la posibilidad de que estas oportunidades no se desarrollen. Toda la especie humana es similar, lo que no se sabe es si esa herencia se construye en base a las culturas. La existencia de diferentes culturas expresa que adaptamos nuestra realidad al ecosistema, al entorno. Hoy las ciudades son la naturaleza en la que vivimos, son el inicio de muchas cosas importantes como la uniformizaci¨®n cultural o la globalizaci¨®n...
P. ?La globalizaci¨®n es algo antiguo?
R. Desde hace 5.000 a?os la ciudad es la propuesta humana para convivir: un pacto entre individuos y grupos que se manifiesta de formas diversas, pero lo b¨¢sico es el pacto. Hoy la globalizaci¨®n sigue ese pacto originado por el entusiasmo de las personas por comunicarse; Internet no es otra cosa que la continuaci¨®n del viejo gran sue?o de la humanidad: comunicarse con todos.
P. Elemental: el ser humano necesita de otros seres humanos.
R. No es obligatorio, pues, que el hombre tenga que matar a otros porque no hayan inventado lo mismo para convivir. Eso no se piensa tan a menudo.
P. Si eso fuera as¨ª, la convivencia ser¨ªa muy f¨¢cil.
R. La convivencia es m¨¢s f¨¢cil cuando se entiende que somos iguales y distintos. A cada uno de nostros nos construye nuestra familia y nuestro entorno de acuerdo con lo que se cree que es bueno: a m¨ª no me gustan las hormigas fritas que comen en Asia, pero soy capaz de entender que all¨ª lo hagan. Las diferencias no son dif¨ªciles de entender. Pero no s¨®lo somos diferentes por la cultura que nos ha rodeado, sino porque los seres humanos de nuestro mundo, que hoy es multicultural, se distinguen unos de otros a nivel individual: yo no soy t¨², aunque tenga la misma cultura o haya nacido en el mismo sitio.
P. ?La colonizaci¨®n espa?ola fue una experiencia de multiculturalidad bien asimilada?
R. Entonces, como ahora, lo que dificulta la relaci¨®n es pensar que unas culturas son superiores a otras. Desde una posici¨®n de superioridad es imposible entender que cada uno de nostros nace despose¨ªdo y con las mismas posibilidades.
P. Seg¨²n esto la antropolog¨ªa ser¨ªa la ciencia de los derechos humanos.
R. Deber¨ªa serlo. La antropolog¨ªa ha ayudado a que los occidentales nos hayamos conocido a nosotros mismos: la colonizaci¨®n espa?ola, al pensar en una nueva realidad, hizo que los espa?oles se conocieran mejor a s¨ª mismos. Ellos fueron nuestro espejo.
P. El intercambio de bienes, el comercio, el capitalismo, han ayudado en este proceso, pero, a la vez, han creado y crean toda clase de enfrentamientos.
R. El capitalismo es un producto de las ciudades y produce una sociedad de clases con conflictos. Pero, al mismo tiempo, es el sistema que ha sabido generar m¨¢s homogenizaci¨®n y posibilidades de contactos satisfactorios entre los grupos humanos cuando se tiene en cuenta el inter¨¦s general, que es lo que intentan las democracias. La globalizaci¨®n actual tiene esta doble cara: la concentraci¨®n del poder econ¨®mico est¨¢ en poqu¨ªsimas manos, pero tambi¨¦n esto es lo que hace este poder m¨¢s vulnerable y le obliga al pacto, a repartir conocimientos y beneficios. El que exista hoy una amplia clase media evita conflictos, aunque crea otro tipo de problemas y muchas frustraciones. La matanza y los malos tratos a las mujeres, que es la enfermedad m¨¢s grave que tiene nuestra sociedad, tiene que ver con estos cambios sociales.
P. ?Por qu¨¦ los hombres maltratan a las mujeres?
R. Cuando la sociedad se homogeniza, se est¨¢ quitando dominio al grupo hegem¨®nico y esos sujetos despose¨ªdos, en este caso los hombres, se sienten y se viven como seres muy desgraciados. Esta es una realidad que en Espa?a adquiere un dramatismo especial. Somos un pa¨ªs que es producto de una dictadura y de una educaci¨®n religiosa que marc¨® el dominio de los hombres sobre las mujeres. Somos herederos de esa situaci¨®n: los hombres fueron educados para sentirse bien cuando eran responsables de una carga en exclusiva, que la mujer comparta esa carga y esa responsabilidad puede ser vivido como una liberaci¨®n, pero tambi¨¦n como una frustraci¨®n. Cuando los hombres se entregan a la frustraci¨®n frenan y deterioran los avances de la igualdad.
P. Esa es la realidad del poder. Hoy el poder est¨¢ en la llave de paso a Internet o en qui¨¦n puede leer nuestro correo electr¨®nico, pero tambi¨¦n en la fuerza, como siempre.
R. El saber siempre es un poder que hoy tiene nuevos caminos. Quien tiene acceso a nuestro correo electr¨®nico no tiene por qu¨¦ ser quien m¨¢s dinero tiene, sino quien sabe c¨®mo hacerlo, que puede ser un chico de 17 a?os. Esto es novedoso y confirma que todos nacemos con las mismas posibilidades, pero unos las desarrollan y otros no. Es tambi¨¦n lo que ha pasado con el hecho de ser hombre o ser mujer hasta que nos hemos empezado a dar cuenta de que somos iguales y distintos y de que las diferencias son valiosas para los dem¨¢s. Lo que sucede es que los humanos hemos construida casi toda nuestra identidad bas¨¢ndonos en esa peque?a porci¨®n de nuestro cuerpo que es el sexo. Nuestra especie ha imitado a otras especies y ha ideado, a partir de este modelo, infinidad de leyes que dicen lo que hemos de hacer unos y otras. Pero eso es s¨®lo una opci¨®n, pod¨ªa haber muchas otras.
P. ?Est¨¢ diciendo que el sexo no es algo determinante?
R. Es una opci¨®n, entre otras, para encontrarnos y convivir. Es lo m¨¢s f¨¢cil. Ya s¨¦ que es peligroso decir esto, pero estamos viviendo en un anacronismo que limita nuestras posibilidades: la diferencia de sexo s¨®lo es una estrategia sencilla que hemos utilizado para organizar nuestro sistema de vida. Al vivir instalados en esa diferencia b¨¢sica ignoramos otras posibilidades que podr¨ªan servir para convivir e ignoramos la realidad de que todos somos diferentes en otras muchas cosas. No asumimos que todos somos diferentes. Necesitamos organizar esa diferencia y utilizamos nuestro cuerpo para hacerlo. Luego las diferencias profesionales, de estatus o de edad se superponen a la de g¨¦nero. Podr¨ªamos idear nuestra convivencia con maneras que no fueran tan dominantes o discriminatorias.
P. En Internet no hay diferencias de sexo.
R. No, s¨®lo si tu quieres hacerlo saber. Eso es muy interesante, ya que abre un camino para permitir el di¨¢logo sin que los hombres y las mujeres tengan que matarse. Pero, claro, nos asusta que el sexo pueda desaparecer como sistema de clasificaci¨®n y de diferencia, porque as¨ª hemos construido nuestra identidad y nuestra organizaci¨®n social.
P. Desciende la natalidad en los pa¨ªses ricos, pero tambi¨¦n hay sobrepoblaci¨®n en el planeta.
R. Aunque nos preocupe la sobrepoblaci¨®n, nuestras sociedades tendr¨ªan que proteger la reproducci¨®n. Cubrir la baja de la natalidad con inmigrantes es ignorar por qu¨¦ en Catalu?a y en Espa?a las mujeres no desean reproducirse. Y no desean tener hijos porque tenerlos se ha convertido en un conflicto: ?c¨®mo les va a gustar si a los hombres no les interesa ayudar a criarlos, si los empresarios las marginan o si la maternidad les impide el prestigio profesional?
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