El Congo de Kabila
La p¨¦rdida de la presidencia de Congo por Kabila no ser¨¢ lamentada por muchos. Aunque se le salud¨® como miembro de una 'nueva raza' de l¨ªder africano, su camino al poder fue un reguero de sangre y gobern¨® con toda la venalidad, incompetencia y arbitrariedad de lo peor de la vieja raza. Pese a todo, para alguien que sienta la tentaci¨®n de ayudar al desdichado pueblo de Congo es mucho menos f¨¢cil decir qu¨¦ deber¨ªa hacerse y qu¨¦ no tras la muerte del d¨¦spota. (...)
Dadas las circunstancias, es tentador pensar que lo mejor ser¨ªa dejar que Congo se desintegrara. De hecho, algunas provincias, como la zona diamant¨ªfera de Kasai oriental, eran casi independientes hace cinco a?os, al final de la cleptocracia de Mobutu Sese Seko, y no lo hac¨ªan mal. Por desgracia, la mayor¨ªa probablemente se convertir¨ªa en feudos de ladrones y se?ores de la guerra.
Si los congole?os no son capaces de controlar su propio destino y sus vecinos directos son sospechosos, es mejor que intervengan pa¨ªses y organizaciones ajenos. Los otros dos gigantes africanos, Sur¨¢frica y Nigeria, en colaboraci¨®n con la ONU y tantos pa¨ªses ricos como sea posible, deber¨ªan intentar convocar otra conferencia de paz. Deber¨ªan dejar claro al sucesor de Kabila, sea quien sea, que no recibir¨¢ ayuda si no act¨²a mejor que los ¨²ltimos dos presidentes de Congo. Y al mismo tiempo, deber¨ªan presionar al resto de los Gobiernos vecinos para que detengan su intervenci¨®n en Congo. La guerra de Congo es un azote para el continente. Es hora de acabar con ella, en pro de todos los africanos, no s¨®lo de los congole?os.
Londres, 18 de enero
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