Hacer la cama
Guarda Primo Levi en un recoveco de la memoria atormentada por su internamiento en los campos de concentraci¨®n cierta pesadilla relacionada la cama, y no porque en ella reviviera m¨¢s despacio los atroces acontecimientos del d¨ªa -que tambi¨¦n- sino por el especial cuidado que pon¨ªan kapos, subkapos y furrieles en que cada ma?ana estuviera bien hecha. Nada m¨¢s tocar diana, los enteleridos habitantes de las literas ten¨ªan que ejecutar al un¨ªsono, o sea pis¨¢ndose las cabezas, aut¨¦nticas maniobras circenses para dejar el miserable y enjuto jerg¨®n, devorado por el moho y los olores corporales, perfectamente almohadillado y en paradigm¨¢tica geometr¨ªa con la s¨¢bana y el camastro. En cuanto acababan, el barrac¨®n era invadido por dos tipos de brigada de inspecci¨®n con sus jefes y subjefes a la cabeza, una examinar¨ªa la cama en s¨ª, la otra tender¨ªa una cuerda para comprobar al mil¨ªmetro la alineaci¨®n de las yacijas.
Ni que decir tiene que cualquier incorrecci¨®n con la cama comportaba su correspondiente raci¨®n de palos. Primo Levi achaca tan delirante desvar¨ªo a la instrucci¨®n militar prusiana, donde tiene hasta su nombre t¨¦cnico, y se pregunta c¨®mo pod¨ªa subsistir en medio de todo aquel horror semejante vocaci¨®n de absurdo. Desde luego, Primo Levi acierta al denunciar tanta pasi¨®n in¨²til y al atribuirle un origen cuartelero; lo que seguramente ignoraba es que el arte de hacer la cama naci¨® con los propios campos, cuando serv¨ªan para internar a los opositores pol¨ªticos al reci¨¦n estrenado gobierno nazi. Como entonces se trataba s¨®lo de enderezar a los alemanes extraviados -los jud¨ªos, en tanto que ni humanos, s¨®lo merecieron gas exterminador-, los campos consist¨ªan b¨¢sicamente en disciplina.
Una disciplina que se concretaba en trabajos tan in¨²tiles como desplazar piedras con ritmo y bajo gritos para que despu¨¦s de dar la vuelta al campo volvieran al mismo mont¨®n del que salieron. Este era el verdadero sentido del trabajo -inutilidad, desgaste f¨ªsico y obediencia- con que las autoridades nazis entend¨ªan reeducar y as¨ª fue trasladado al frontispicio del campo de Auschwitz como una burla, pero no porque el trabajo fuera improductivo o degradante, que ya lo era desde el inicio, sino porque en la generaci¨®n de campos des-tinados a los jud¨ªos el trabajo no pod¨ªa hacer libre a nadie de modo que el famoso 'Arbeit macht frei' (el trabajo hace libres) sonaba como una doble burla y oprim¨ªa el coraz¨®n de quienes, queriendo ser libres y buscando tal vez alguna dignidad en la tarea, e incluso la posible supervivencia -?por qu¨¦ me van a matar si me necesitan?-, ten¨ªan que ver c¨®mo el campo no estaba organizado en torno al trabajo sino a la subalimentaci¨®n: no comer era el salario de una labor que se cobraba la muerte por anticipos.
Los primeros tiempos tuvieron, adem¨¢s del trabajo in¨²til pero liberador, mucho de desfilar al paso y correr gimn¨¢sticamente. Pero sobre todo de cama. Los constructores de campos hab¨ªan dise?ado una cama diab¨®lica coronada por un enrevesado embozo de cuadros que pon¨ªa en apuros a los m¨¢s expertos. Un buen hacedor de cama invert¨ªa no menos de diez minutos en dejarla impecable, pero al no disponer apenas de ese tiempo muchos se levantaban antes, desafiando la severa prohibici¨®n de hacerlo. La cama se convert¨ªa as¨ª en una aut¨¦ntica obsesi¨®n que corro¨ªa continuamente los pensamientos de los reeducandos. Algunos, de puro miedo, optaban por dormir en el suelo, pero la argucia estaba rigurosamente castigada. Los infractores, ya fuera por adelantarse, evitar la cama o dejarla hecha un churro, eran tumbados desnudos sobre un caballete y recib¨ªan veinticinco porrazos. Se ha calculado que en el campo de Flossenburg mat¨® m¨¢s la cama que los trabajos forzados. Esta obsesi¨®n enfermiza por los detalles en apariencia anodinos revela un sadismo perfectamente calculado y qu¨ªmicamente puro.
El totalitarismo es el sadismo sin pasi¨®n, la b¨²squeda constante de la destrucci¨®n an¨ªmica, moral y f¨ªsica del otro. Me lo han vuelto a recordar nuestros hijos de la muerte al preocuparse en denunciar que la polic¨ªa ha ocultado a la prensa dos atentados fallidos, o sea, la muerte pero con detalle.
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