La ant¨ªtesis del sexo d¨¦bil
Jutta Kleinschmidt es ambiciosa, tenaz y muy agresiva al volante
La alemana Jutta Kleinschmidt, que el pasado domingo logr¨® la primera victoria femenina en el Rally Par¨ªs-Dakar, es una de esas mujeres que contradicen la ancestral leyenda del sexo d¨¦bil. Su caso de d¨¦bil no tiene nada. Y no s¨®lo porque ha derrotado a todos los hombres en una de las competiciones m¨¢s duras, extremas y exigentes que existe. Todo en ella niega la tesis de que la mujer no puede oponerse al var¨®n. Desde su personalidad hasta sus andares, pasando por la competitividad y la manera de prepararse.
Aunque su triunfo es provisional -hasta que la Federaci¨®n Internacional del Autom¨®vil (FIA) dicte sentencia respecto a la apelaci¨®n del franc¨¦s Jean-Louis Schlesser-, la leona de Colonia, de 38 a?os, celebr¨® el domingo por la noche su mejor fiesta. Llevaba once a?os so?ando con este ¨¦xito; con quitarse la arena en el hotel Meridien, de Dakar, sede habitual de la llegada de la gran carrera del desierto, como gran vencedora.
Ella ya fue la primera mujer en ganar una etapa. Despu¨¦s, en liderar el rally y subir al podio. Y m¨¢s tarde, en lograr un triunfo en otra prueba africana menor. ?Qui¨¦n se lo iba a decir cuando hace 15 a?os corr¨ªa en las pruebas de enduro de su pa¨ªs y no consegu¨ªa hacer sombra a los chicos? Ella, sin embargo, no da importancia a su gesta: 'Ser la primera mujer no es lo m¨¢s significativo. Yo soy piloto y, para m¨ª, la felicidad es ganar el Dakar. Nada m¨¢s'. Como vencedora, le corresponde un premio en met¨¢lico de poco m¨¢s de dos millones de pesetas.
Quienes la conocen dicen que Kleinschmidt, nacida en Colonia en 1962 y residente en M¨®naco, es una mujer ambiciosa y tenaz. Y muy agresiva al volante. En el deporte ha encontrado lo que su otra vocaci¨®n, la ingenier¨ªa f¨ªsica, no le ofrec¨ªa. Por eso ha probado en numerosas disciplinas, tanto con dos como con cuatro ruedas.
Para imponerse en la 23? edici¨®n del Par¨ªs-Dakar, no ha necesitado ganar ninguna etapa. Tambi¨¦n es la primera vez que un vencedor no logra ni un solo triunfo parcial. Pero, sobre todo, se ha sobrepuesto a los momentos m¨¢s tensos de su historial como piloto. No se arrug¨® ni cuando su antiguo novio y protector, Schlesser, ahora convertido en su rival, la amenaz¨® durante la ¨²ltima semana de la carrera. En ese momento ella jugaba el papel de compa?era guerrera del l¨ªder de la prueba, el japon¨¦s Hiroshi Masuoka, y se dedicaba a bloquear al buggy de Schlesser para impedir que recortara distancias.
El veterano franc¨¦s, que conoci¨® a Kleinschmidt a principios de los 90, cuando ella se estrenaba en las pruebas africanas corriendo en moto, y posteriormente le dio la alternativa, primero como copiloto y luego al volante de uno de sus buggies, acab¨® devolvi¨¦ndole la jugada al equipo Mitsubishi en la pen¨²ltima etapa, pero con su penalizaci¨®n fue quien posibilit¨®, indirectamente, la victoria de su antigua chica.
Los ex novios ya no se hablan y ser¨¢ la FIA la que decida cu¨¢l de los dos ha ganado el Dakar 2001. Pero, de momento, la que ocupa portadas y empieza a convertirse en h¨¦roe nacional en Alemania es Jutta Kleinschmidt, la mujer que nunca pens¨® que formara parte del sexo d¨¦bil.
Los medios de comunicaci¨®n germanos dedicaron amplio espacio a su victoria. 'El triunfo de Jutta sirve para terminar con el prejuicio de que los hombres conducen mejor', afirm¨® uno de los presentadores del programa Heute Journal, de la cadena televisiva ZDF. 'La domadora del desierto', titul¨® el Berliner Morgenpost un art¨ªculo de opini¨®n en el que pone a la deportista como un ejemplo de la necesidad de acabar con los prejuicios contra las mujeres. El m¨¢s contundente fue el Berliner Zeitung: 'Dej¨® atr¨¢s a los machos'.
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