Recuerdos de un solitario
Ram¨®n Jos¨¦ Sender Garc¨¦s, nacido en Chalamera (Huesca) hace ahora 100 a?os, fue un escritor del exilio y no est¨¢ de m¨¢s recordarlo cuando flota en el ambiente alguna frivolidad y mucho olvido al respecto. Sender conoci¨® el destierro y fue la experiencia m¨¢s intensa de su vida. Pero supo tambi¨¦n de otros muchos desprendimientos: en su adolescencia rompi¨® con su padre; fue comunista (tras haber sido anarquista) y dej¨® de serlo en forma traum¨¢tica; perdi¨® en la guerra a su hermano Manuel, ex alcalde de Huesca, y a su mujer, Amparo Baray¨®n, asesinados por los franquistas; por causas que siempre ser¨¢n oscuras, renunci¨® a sus tres hijos (dos habidos con Amparo y uno con la vasco-francesa Elixabete Altube). Casi no dej¨® nada al morir: sus cenizas, que acogi¨® el oc¨¦ano Pac¨ªfico, una biblioteca descabalada y una mesa de trabajo vulgar¨ªsima.
En cuesti¨®n de centenarios pienso que cada autor celebrado debe dictarnos al o¨ªdo la celebraci¨®n que quiere. Y cumple reconocer que los recientes centenarios aragoneses son material muy refractario a la autocomplacencia localista: se ha recordado a dos sordos de humor variable y sard¨®nico, a un jesuita que recomend¨® la discreci¨®n y abomin¨® de los f¨¢rragos y ahora se celebrar¨¢ a un solitario de car¨¢cter bastante intratable. La imagen que parece emanar de la figura de Sender es la soledad. Todo escritor es, por supuesto, un solitario, pero Sender lo fue m¨¢s. Y quiz¨¢ por eso su literatura est¨¢ llena de h¨¦roes abandonados y perplejos (el soldado Viance de Im¨¢n, el exiliado Saila de La esfera, el jardinero R¨®mulo de El rey y la reina...), de culpables que a?oran la inocencia (el mos¨¦n Mill¨¢n de R¨¦quiem por un campesino espa?ol, la mejor novela corta escrita en Espa?a, junto a San Manuel Bueno, m¨¢rtir, de Unamuno) y, sobre todo, de inocentes tratados como culpables (el Ramiro Vallemediano de El verdugo afable, la princesa Lizaveta de Las criaturas saturnianas).
Por un tiempo se tuvo a Sender como un narrador veraz y algo abrupto: es general reconocer que Im¨¢n es una de las mejores novelas sobre la guerra; El lugar de un hombre, una vi?eta inolvidable sobre el caciquismo, la violencia y el empecinamiento en el error, y los primeros tomos de Cr¨®nica del alba, un inolvidable conjuro de una infancia campesina y provinciana. Hoy, cuando los lectores regresan a la novela hist¨®rica, puede que se descubra tambi¨¦n que Sender es el mejor ejemplo espa?ol del g¨¦nero en el siglo XX. Y que hay tambi¨¦n un Sender po¨¦tico y simb¨®lico, intuitivo y delicado, al que obsesionaban el misterio, el suicidio, el milagro cotidiano de la memoria: un escritor que escribi¨® a lo largo narraciones desequilibradas pero poderosas, que husme¨® como un can solitario las ideas de su tiempo y que no quiso tener otra patria que sus recuerdos.
Jos¨¦-Carlos Mainer es comisario del centenario Ram¨®n J. Sender: cien a?os, 1901-2001.
Babelia
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