Espa?a 2001: sin pol¨ªtica migratoria
La autora acusa al Gobierno de carecer de una visi¨®n global de la inmigraci¨®n y aboga por un pacto de estado
La inmigraci¨®n de nuevo en el centro del debate. A cada paso con mayor crudeza, las opiniones p¨²blicas occidentales van tomando conciencia de que los flujos migratorios se convierten en el signo m¨¢s visible de un tiempo hist¨®rico en el que conviven, como nunca lo hab¨ªan hecho, la concreci¨®n tangible de la pobreza con la expresi¨®n virtual de la opulencia. La combinaci¨®n de ambas manifestaciones da lugar a un fen¨®meno que no es nuevo, como bien sabemos los espa?oles, y que, sin embargo, en nuestros d¨ªas presenta caracteres singulares por sus dimensiones y tambi¨¦n por sus repercusiones en distintos ¨®rdenes de las sociedades del bienestar.
De nada vale mirar para otra parte, insistir en recetas que la experiencia ya ha convertido en fracasos o, lo que quiz¨¢ sea m¨¢s grave, empe?arse en el recurso sistem¨¢tico a los gui?os electoralistas que convierten cualquier posible r¨¦dito partidista en una frivolidad de peligrosas consecuencias, en tiempo perdido para afrontar el fen¨®meno como se merece dada su entidad. Porque la realidad sigue haci¨¦ndose presente, a veces con descarnada virulencia, y pone sobre la mesa la exigencia, la imperiosa necesidad, de abordar la pol¨ªtica migratoria con la calidad de una cuesti¨®n de Estado; esto es, liberarla de la confrontaci¨®n leg¨ªtima y consustancial al juego democr¨¢tico y concederle la condici¨®n de aquellos asuntos que son tratados desde el consenso imprescindible para hallar respuestas efectivas, a la altura de los retos que nos plantea, de la especial sensibilidad que ha de caracterizar a una sociedad como la espa?ola que hasta hace muy poco, no lo olvidemos, ha sido promotora de emigraci¨®n y de las responsabilidades de un pa¨ªs que es frontera europea.
Cierta y lamentablemente, no son ¨¦stos los derroteros por los que se conduce la pol¨ªtica gubernamental como se nos ha revelado con claridad a lo largo de los ¨²ltimos meses. Empe?ada, hasta la obsesi¨®n, en vengar el resquemor nacido de su derrota parlamentaria en las postrimer¨ªas de la pasada legislatura, la derecha ha despreciado caprichosamente la mano tendida del principal partido de la oposici¨®n, y ha impuesto una reforma a la Ley de Extranjer¨ªa que restringe el ejercicio de determinados derechos (consustanciales a nuestro modelo de convivencia y cuya vigencia en nada impedir¨ªa la aplicaci¨®n de las restantes disposiciones de la ley), frustrando las posibilidades de deseable consenso pol¨ªtico y social, como se han encargado de poner de manifiesto inequ¨ªvocamente los sindicatos y organizaciones sociales, en torno al marco legal migratorio. En cuanto a la otra dimensi¨®n del Pacto de Estado ofrecido por el PSOE -elaborar un Plan Global de Integraci¨®n- volvi¨® a ser objeto de la intemperancia popular con la indigna conclusi¨®n del trabajo parlamentario convocado a tal efecto, por la que nuestra derecha gubernamental se qued¨® literalmente sola, pues ni sus socios parlamentarios le dieron apoyo en su pretensi¨®n de aprobar un plan que, adem¨¢s de despreciar ol¨ªmpicamente las aportaciones de la oposici¨®n, asociaciones, sindicatos y expertos, no ha sido acompa?ado de un solo compromiso concreto de financiaci¨®n que lo convierte sencillamente en papel mojado.
A la vista de lo sucedido, de la ausencia de cualquier voluntad pol¨ªtica del Ejecutivo para caminar en una direcci¨®n que a una gran parte de las fuerzas pol¨ªticas, sindicales y sociales se nos antoja imprescindible para afrontar un fen¨®meno que incide ya de manera importante en la sociedad espa?ola y lo har¨¢ de forma cada vez m¨¢s poderosa a medida que discurra la d¨¦cada actual, cabe concluir, sin riesgo de exageraci¨®n, que Espa?a inicia el siglo XXI sin pol¨ªtica migratoria. Sin m¨¢s respuesta a las realidades que, cada vez con mayor frecuencia se nos anuncian aqu¨ª y all¨¢, que los torpes -y a menudo demag¨®gicos- balbuceos de unos responsables del Gobierno superados por los acontecimientos e incapaces de gestionar las consecuencias de su propia imprevisi¨®n.
Si hace unas semanas fueron las avalanchas de inmigrantes concentrados en las oficinas de extranjer¨ªa de Almer¨ªa y Barcelona, ante el rumor infundado de una nueva regularizaci¨®n, algunos d¨ªas m¨¢s tarde nos topamos con que la concesi¨®n de un mayor o menor n¨²mero de permisos de residencia en nuestro pa¨ªs depende de la provincia donde se soliciten, provocando el parad¨®jico y escasamente equitativo resultado de que alguien que ha visto denegada su petici¨®n en, por ejemplo, Barcelona, le haya sido contestada afirmativamente en Girona. Hace unas fechas, el terrible drama de un accidente que arrebato la vida a 12 ciudadanos ecuatorianos - pod¨ªan haber sido tambi¨¦n espa?oles, marroqu¨ªes o de cualquier otra nacionalidad- revel¨® a quien todav¨ªa no hubiese querido verlo, el drama cotidiano en que se ha convertido la vida de muchos inmigrantes, v¨ªctimas propiciatorias de los profesionales de la extorsi¨®n, sometidos a unas condiciones de explotaci¨®n laboral que nos sit¨²an de bruces ante la existencia en nuestro pa¨ªs de un neoesclavismo que no puede ser tolerado desde la conciencia colectiva de una sociedad instalada en el respeto a los derechos de los individuos. ?Alguien ha ofrecido una explicaci¨®n, asumido una responsabilidad, por el manifiesto fracaso de todos los instrumentos de control e inspecci¨®n laboral, incapaces de detectar tan graves irregularidades? ?Alguien podr¨ªa sostener sin pudor que esas infamantes condiciones laborales se circunscriben ¨²nicamente a Lorca? A nadie debe extra?ar que se abra paso la sospecha de que la incompetencia no agota las explicaciones de tama?a dejaci¨®n y que no existe una voluntad real por combatir de ra¨ªz este tipo de situaciones ciertas que se est¨¢n produciendo en nuestro suelo.
Mientras tanto, el Gobierno sigue optando por el tancredismo, quiz¨¢ ignorando, o fingi¨¦ndolo, que los episodios a los que nos enfrentamos no constituyen hechos aislados, que puedan ser explicados por s¨ª mismos, sino que responden a la l¨®gica de un fen¨®meno consustancial a nuevo tiempo que debe abordarse desde una perspectiva global, m¨¢s ambiciosa que la mera acumulaci¨®n de respuestas parciales y err¨¢ticas. Un Estado democr¨¢tico, una sociedad avanzada como la espa?ola, requieren de la definici¨®n de una pol¨ªtica migratoria con may¨²sculas. Es decir, una estrategia que a¨²ne el imprescindible control de los flujos migratorios, un cat¨¢logo de pol¨ªticas activas para promover la integraci¨®n social de los inmigrantes y unos instrumentos eficaces de respuesta a la gama de situaciones que, d¨ªa a d¨ªa, siguen sorprendiendo y desbordando a los responsables gubernamentales y que, sin duda, van a seguir repiti¨¦ndose. En caso contrario, de persistir en m¨¢s de lo mismo, se habr¨¢ desaprovechado una extraordinaria oportunidad para afrontar el horizonte colectivo de la sociedad espa?ola desde la inteligencia y la altura de miras.
Consuelo Rum¨ª Ib¨¢?ez es secretaria de Pol¨ªticas Sociales y Migratorias del PSOE.
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