Las 'tres cositas' de aznar

La distendida charla de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar -en su doble condici¨®n de presidente del Gobierno y del partido- ante el XI Congreso Nacional de Nuevas Generaciones (las juventudes del PP) clausurado hace ocho d¨ªas ofreci¨® pasajes m¨¢s propios de las cuchufletas de un profesor de parvulitos para hacer re¨ªr a sus alumnos que de los picotazos humor¨ªsticos de un pol¨ªtico maduro para tomar el pelo a sus adversarios. Con tono autosuficiente, lenguaje infantiloide e involuntaria vis c¨®mica, Aznar anunci¨® a su entregado auditorio el prop¨®sito de hablarle de tres cositas. Esas cositas tomadas a broma son en realidad serios problemas con los que se enfrenta no s¨®lo el Gobierno del PP sino la sociedad espa?ola en su conjunto.

La desastrosa puesta en marcha de la nueva Ley de Extranjer¨ªa, los inquietantes indicios de propagaci¨®n de la Encefalopat¨ªa Espongiforme Bovina (EEB) en la caba?a espa?ola y las protestas de la poblaci¨®n del Campo de Gibraltar ante la presencia en el Pe?¨®n de un submarino de propulsi¨®n nuclear, que aguarda desde hace nueve meses la reparaci¨®n del circuito de refrigeraci¨®n de su reactor, no agotan la lista de preocupaciones ciudadanas. Las even-tuales secuelas dejadas por los bombardeos de la OTAN sobre los 32.000 soldados espa?oles enviados en misiones de paz a la ex Yugoslavia, el descontrol de una inflaci¨®n que casi dobla la media europea y la tendencia del Gobierno a intepretar como una invasi¨®n de sus competencias las resoluciones judiciales del Supremo y de la Audiencia Nacional que contradicen sus criterios tambi¨¦n forman parte de esas cositas que tanta risa suscitan al presidente.

La profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica enfoca la vida p¨²blica exclusivamente en t¨¦rminos de ejercicio del poder, un territorio a conservar -caso de poseerlo- o a conquistar -cuando se est¨¢ en la oposici¨®n- mediante cualquier procedimiento. Desde esa visi¨®n gremialista de la pol¨ªtica, los problemas de los ciudadanos no son asuntos que el Gobierno debe resolver (y el parlamento vigilar) sino oportunidades para reforzar al partido en el poder o para desgastarlo desde la oposici¨®n.

Durante las dos crispadas legislaturas que precedieron a la investidura presidencial de Aznar, el PP utiliz¨® a tope las dificultades por las que atravesaba el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez sin distinguir -voluntariamente- entre las responsabilidades atribuibles a su mala gesti¨®n y las consecuencias de factores ajenos. La oscura mala conciencia de los populares por haber franqueado entre 1990 y 1996 las inciertas fronteras que separan el ¨¢mbito de la denuncia leg¨ªtima -por dura e implacable que sea- y los territorios de la demagogia populista -desestabilizadora del sistema democr¨¢tico- explica seguramente que Aznar haya decidido colocarse una aparatosa venda antes de recibir las heridas de las cr¨ªticas socialistas. ?Qu¨¦ maravillas no hubieran hecho Cascos, Trillo o Loyola de Palacio, cuando el PP estaba en la oposici¨®n, con los 12 muertos de Lorca, los naufragios de las pateras, la aver¨ªa del Tireless, las imprevisiones gubernamentales con las vacas locas, el aumento de la inflaci¨®n, la alarma del s¨ªndrome de los Balcanes y la arrogante puesta de los pies en pared del Gobierno de Aznar ante el Supremo (por el indulto de Lia?o) y la Audiencia Nacional (a cuenta de los sueldos de los funcionarios)?

El cambio de orientaci¨®n en la labor opositora puesto en marcha por Zapatero y los nuevos dirigentes del PSOE, que han abandonado la sobreactuada agresividad de sus predecesores en favor de un estilo m¨¢s sosegado y eficaz de cr¨ªtica al Gobierno, deja en rid¨ªculo el tono fr¨ªvolo, patoso y despreciativo empleado el pasado domigo por Aznar en un soliloquio supuestamente humor¨ªstico digno de El Club de la Comedia.

La estrategia defensiva del PP se parapeta tras diferentes barricadas: negar los problemas siempre que sea posible (el s¨ªndrome de los Balcanes), comparar los desastres actuales con una historia virtual imaginaria (Ley de Extranjer¨ªa), echar la culpa a los socialistas (el Tireless), consolarse con la dimensi¨®n europea de los males (las vacas locas), atribuir a los tribunales el prop¨®sito oculto de sustituir las instituciones democr¨¢ticas basadas en la soberan¨ªa popular por el gobierno de los jueces. En cualquier caso, el escenario adecuado para que el presidente del Gobierno explique a los ciudadanos la situaci¨®n de las cositas que les preocupan y las medidas adoptadas para hacerlas frente no es una entrevista cortesana en Antena 3 Televisi¨®n, ni una conferencia de prensa manipulada, ni una sala ocupada por un enfervorecido auditorio de seguidores adolescentes: el parlamento fue inventado precisamente para cumplir esa funci¨®n.