Tiempo de rebajas
Enero es, tradicionalmente, tiempo de rebajas. Los sufridos consumidores, vac¨ªas ya la cartera y la cuenta corriente tras los obligados gastos navide?os, inician durante estas breves semanas una huida hacia delante para no quedar descolgados de las oportunidades que brinda este tiempo, exprimiendo la tarjeta de cr¨¦dito como ¨²ltimo recurso tras haber registrado todos los bolsillos en busca de alg¨²n billete olvidado. Los comerciantes, por su parte, aprovechan la ocasi¨®n para dar salida a una mercanc¨ªa que ya no podr¨¢ salir de nuevo a los escaparates, compensando una menor ganancia con la garant¨ªa de que no quedar¨¢n stocks en la trastienda. Son las cosas del mercado, que algunos llaman leyes, como si estuvieran por encima de nuestras cabezas, lejos de nuestra capacidad de decisi¨®n.
Y como estamos en la era del neoliberalismo y de la entronizaci¨®n del mercado, pues esto de las rebajas parece haber calado en todo tipo de sectores y ¨¢mbitos de la vida social y pol¨ªtica del pa¨ªs. Las rebajas lo invaden todo, incluido el reconocimiento de m¨¦ritos civiles al personal. Porque no me digan ustedes que la concesi¨®n de una medalla de reconocimiento civil a Melit¨®n Manzanas no tiene bemoles. El asunto supone, antes que nada, una afrenta para otras v¨ªctimas del terrorismo, que tienen que aguantar que los m¨¦ritos de sus familiares sean igualados a los de un torturador de la polic¨ªa franquista. O sea, que trabajar por construir un polideportivo en su pueblo, como Miguel ?ngel Blanco, merece la misma consideraci¨®n que torturar a los que luchaban contra el r¨¦gimen franquista. Y lo gordo es que los representantes de unos y otros partidos se encogen de hombros y dicen que tama?o disparate supone en realidad un efecto no deseado -colateral, se dice ahora- de la ley. Es decir que la ley, como el mercado, pende sobre nuestras cabezas sin que podamos hacer otra cosa que resignarnos. Resignarnos en definitiva ante ETA, que es quien, al parecer, tiene la ¨²ltima palabra, aquella que iguala los m¨¦ritos de unos y otros y permite otorgar medallas a precio de saldo, que para eso estamos de rebajas, aunque ello suponga el descr¨¦dito de algunas instituciones y el desarme moral de nuestra sociedad. Todo un chollo para la propia ETA.
Tiempos dif¨ªciles corren tambi¨¦n para los emigrantes sin papeles, aunque en este caso las rebajas afectan a sus propios derechos como personas. Demasiado avanzado debi¨® de parecerle al PP eso de defender los derechos humanos del personal, de manera que decidi¨® aprovechar el rodillo de la mayor¨ªa absoluta para rebajar considerablemente las pretensiones de su propia ley y devolver a los sin papeles al estatus de personas-sin-derechos, es decir de no personas, de meros n¨²meros susceptibles de ser utilizados para trabajar o de ser expulsados del pa¨ªs seg¨²n convenga en cada momento, y sin que medie posibilidad alguna de recurso. Toda una rebaja del list¨®n democr¨¢tico en nuestra sociedad la que supone la entrada vigor de una ley que discrimina entre unos y otros seres humanos a la hora de proteger derechos fundamentales.
Y de rebajas ha estado tambi¨¦n la reuni¨®n de presidentes de parlamentos auton¨®micos, en la que Juan Mari Atutxa se ha visto acompa?ado s¨®lo por tres de sus hom¨®logos. M¨¢s all¨¢ de la valoraci¨®n pol¨ªtica -claramente negativa, en mi caso- que pueda merecer el boicoteo a esta reuni¨®n, una consecuencia derivada de lo ocurrido es la rebaja del significado de la propia convocatoria que, al parecer, es de car¨¢cter anual. Porque estar¨¢n ustedes conmigo en que si una reuni¨®n institucional puede boicotearse por motivos partidistas, ello equivale a reconocer que tal reuni¨®n no ten¨ªa un significado especial, y que de ella no se esperaban resultados concretos de inter¨¦s para la ciudadan¨ªa. La impresi¨®n que da el asunto es que la reuni¨®n se ha convertido en algo importante a ra¨ªz del boicoteo, y no antes. De modo que si, de no mediar dicha circunstancia, el c¨®nclave pod¨ªa ser prescindible, si s¨®lo se trataba de una cuesti¨®n protocolaria, de un encuentro anual para saludarse, hacerse unas fotos y luego ir a comer pues la verdad es que puede haber otras formas mejores en las que gastar el dinero p¨²blico. Y si no lo creen, que abran un concurso de ideas y ya ver¨¢n c¨®mo discurre el personal. Y m¨¢s ahora, que todav¨ªa estamos de rebajas.
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