El Madrid pone tierra de por medio
El equipo de Del Bosque demuestra su superioridad ante un Valencia bajo m¨ªnimos
Y eso que el Madrid actu¨® sin la voracidad acostumbrada, con cierta complacencia en el empate, con un regusto por un punto que ya le serv¨ªa. O quiz¨¢ era cuesti¨®n de tiempo, pens¨® Del Bosque, de que el choque cayera del lado del m¨¢s fuerte. As¨ª que cuando, en el ¨²ltimo tramo, el t¨¦cnico madridista sac¨® al campo su artiller¨ªa -Morientes y Munitis-, resolvi¨® el partido y seguramente la Liga. Dio paso a Morientes y ¨¦ste, tras un magn¨ªfico remate, el cabezazo del nueve de toda la vida, le regal¨® el gol a un Ra¨²l oscurecido, apagado hasta el instante decisivo. De modo que el Madrid pone tierra de por medio en una Liga que esconde en su bolsillo, por mucho que falte casi medio campeonato. Ayer lo tuvo m¨¢s f¨¢cil de lo esperado. Se encontr¨® a un Valencia bajo m¨ªnimos, un equipo colocado frente al espejo ante los tres grandes, metido en un crisis considerable desde que se inici¨® el debate sobre la renovaci¨®n de su entrenador. Esto coincidi¨® con los partidos ante el Deportivo, el Bar?a y el Madrid y ante todos ellos el Valencia ha demostrado su escas¨ªsimo repertorio ofensivo: no ha marcado ni un solo tanto. Cero goles en tres encuentros. El grupo de Del Bosque ense?¨® su rostro m¨¢s bello en el primer tiempo, triangul¨® cuanto quiso, dome?¨® el efecto endiablado del poderoso viento, pero se aburgues¨® en el segundo, dando por sentado que el Valencia no marcar¨ªa. No pod¨ªa hacerlo. No dispar¨® entre los tres palos en todo el encuentro. Tal vez el mejor del Valencia fuera el pivote defensivo Albelda. Y con eso queda todo dicho. En el Madrid, en cambio, Helguera dio un recital de toque en el primer tiempo, de manejo racional del cuero. Un discurso al que se uni¨® muy a menudo Figo, atento a todos los recovecos del juego.
La primera parte result¨® excitante, con los dos conjuntos en estado puro. El ritmo fue alt¨ªsimo en Mestalla, improbable de mantener durante mucho tiempo, sobre todo por parte valencianista, que se exprimi¨® en este primer acto. Al comp¨¢s que marcaba Helguera, el Madrid teji¨® su juego asociativo, de t¨¦cnica y toque; mientras el Valencia arroj¨® a la hierba su potencial f¨ªsico y an¨ªmico, a falta de mejores argumentos. No hubo goles, sin embargo, por la espesura de ambas delanteras. A la abstinencia de Ra¨²l y Guti por parte madridista, se uni¨® la negaci¨®n de Carew, muy torpe cuando se ha enfrentado a los tres grandes: el Deportivo, el Bar?a y ayer el Madrid.
Si hab¨ªa ayer un centrocampista con criterio, de ¨¦sos a los que les cabe el choque en la cabeza ¨¦se era Helguera, que pareci¨® muy sobrado, superior a sus compa?eros. A su altura se aproxim¨® Figo, y no es casualidad que se buscaran constantemente. Helguera coron¨® el primer tiempo con un hermoso pase a Ra¨²l con el exterior del pie derecho, en direcci¨®n al coraz¨®n del ¨¢rea valencianista, si bien el delantero lo desaprovech¨® con un disparo blando.
La r¨¦plica a Helguera se la dio en el centro del campo local Albelda, que tir¨® de su gran estado f¨ªsico para barrer la zona como una segadora. De hecho, Helguera y Albelda representaron la esencia de cada equipo. Sin olvidarse, por supuesto, de Mendieta, que fue la principal referencia atacante del Valencia mientras le acompa?¨® el ox¨ªgeno. Es decir, s¨®lo en la primera parte. Borrado Mendieta tras la reanudaci¨®n, se volatiliz¨® el Valencia. Declam¨® una impotencia inapelable. La vuelta al grupo de Kily Gonz¨¢lez no supuso gran cosa desde el punto de vista futbol¨ªstico, aunque s¨ª sirvi¨® para meter, con sus t¨ªpicos aspavientos, al p¨²blico en el partido.
A medida que el grupo de C¨²per iba perdiendo fuelle, exhausto por su despliegue f¨ªsico, m¨¢s espacio descubr¨ªa Figo, que se encontr¨® adem¨¢s con la inexperiencia de Fabio Aurelio, el joven brasile?o que debutaba ayer en la Liga. Nada que objetar, no obstante, al lateral izquierdo brasile?o, atrevido en ataque y aseado en defensa. Fabio Aurelio acompa?¨® arriba a menudo al Kily Gonz¨¢lez, a pesar de que ¨¦ste apenas usara el retrovisor para verlo.
La segunda parte destap¨® las verg¨¹enzas del Valencia: se observ¨® que detr¨¢s de su exuberancia f¨ªsica, se esconde una diminuta creatividad. El Madrid, por su parte, se tom¨® las cosas con calma, a la espera de que poco a poco fuera imponi¨¦ndose su categor¨ªa. Mestalla empez¨® a impacientarse y el viento racheado afe¨® la cita, que se convirti¨® en un correcalles.
C¨²per, pues, deb¨ªa reaccionar y lo hizo al retirar a dos de sus jugadores m¨¢s desacertados, Baraja y Angulo. Otro tanto pens¨® Del Bosque cuando mand¨® a la ducha a los ausentes Guti y McManaman. De los cambios, el m¨¢s beneficiado result¨® el Madrid, pues la falta de gol de su primer acto la subsan¨® con Morientes, de cuyo cabezazo sac¨® tajada Ra¨²l, in¨¦dito hasta ese justo instante: el decisivo. El Valencia ya no supo c¨®mo arrimarse a Casillas el d¨ªa en que la zaga madridista vivi¨® una tarde muy pl¨¢cida en Mestalla. La m¨¢s tranquila de los ¨²ltimos a?os. S¨®lo deb¨ªa preocuparse de Carew y ¨¦ste ayer se marcaba solo.
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