Daniel Harding alerta del peligro que supone querer popularizar en exceso la m¨²sica cl¨¢sica
El joven director ingl¨¦s debuta hoy en Barcelona con la Deutsche Kammerphilharmonie
Este joven m¨²sico, nueva estrella de la batuta, antiguo estudiante de trompa, que se empez¨® a interesar por la direcci¨®n orquestal a los 13 a?os y que debut¨® como director a los 18, se presenta hoy en el Palau de la M¨²sica Catalana con un concierto que forma parte de una gira por Espa?a y que ma?ana martes concluir¨¢ en A Coru?a tras haber recorrido Bilbao, San Sebasti¨¢n y Jerez. Harding actuar¨¢ al frente de la orquesta de la que es titular desde oto?o de 1999, la Deutsche Kammerphilharmonie de Bremen, y lo har¨¢ con un programa, el Concierto para viol¨ªn y violonchelo de Brahms, con Christian y Tanja Tetzlaff como solistas, y la Sinfon¨ªa n¨²mero 3, de Schumann, que ¨¦l califica como 'muy representativo de mi trabajo como director titular de la orquesta: un programa centrado en un repertorio tradicional interpretado de manera poco tradicional'.
Sin negar que su interpretaci¨®n, realizada con instrumentos actuales, pueda estar influida por las versiones realizadas con criterios e instrumentos de ¨¦poca, Harding afirma que en su nueva visi¨®n del repertorio tradicional prima la 'ligereza y la transparencia' por encima del grosor y la densidad del sonido propios de las lecturas rom¨¢nticas. Seg¨²n Daniel Harding algo est¨¢ empezando a cambiar en este sentido en el panorama orquestal europeo, 'las grandes orquestas europeas ahora son mucho m¨¢s flexibles', y a?ade, 'la elecci¨®n de Simon Rattle como director titular de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn revela que la orquesta est¨¢ cambiando su forma de pensar'.
El contacto con Simon Rattle fue decisivo en la carrera de Daniel Harding. A los 16 a?os decidi¨® dirigir un montaje de Pierrot lunaire, de Sch?nberg, con un conjunto musical de su escuela, lo grab¨® en una cassette y se la envi¨® a Simon Rattle. Dos a?os despu¨¦s ¨¦ste le nombraba su asistente. Rattle fue quien le descubri¨® y le ofreci¨® a los 18 a?os la primera oportunidad de ponerse al frente de una gran orquesta, la Sinf¨®nica de la Ciudad de Birmingham. Por aquel concierto Harding obtuvo de la Real Sociedad Filarm¨®nica el premio al mejor debut de la temporada.
Posteriormente Claudio Abbado, de quien en la temporada 1995-1996 Harding fue asistente en la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, le ofreci¨® su segunda gran oportunidad al confiar ciegamente en ¨¦l y cederle la batuta la noche del estreno de la ¨®pera Don Giovanni de Mozart que el festival de Aix-en-Provence present¨® en julio de 1998 bajo la direcci¨®n esc¨¦nica de Peter Brook. La prensa especializada no escatim¨® a la hora de dedicarle superlativos.
Metido de lleno en una carrera mete¨®rica a escala internacional, de la que aparentemente no se preocupa - 'no pienso en mi carrera, ya pago a otras personas muy bien para que se preocupen por ella'-, el despliegue medi¨¢tico que persigue a Harding no es s¨®lo producto de su genio sino de una muy bien orquestada campa?a de su agente art¨ªstico, el poderos¨ªsimo Martin Campbell White, representante tambi¨¦n de Abbado, Rattle, Daniel Barenboim y Esa Pekka-Salomen, entre otros famosos del universo de la m¨²sica cl¨¢sica.
Aunque su salto a la fama se produjo con la ¨®pera y sigue muy interesado con ella, sus proyectos futuros, entre los que figura una primera actuaci¨®n el pr¨®ximo verano en el Festival de Salzburgo, est¨¢n preferentemente encaminados a la m¨²sica sinf¨®nica, al parecer por unos criterios de rentabilidad art¨ªstica, 'la ¨®pera necesita mucho tiempo de preparaci¨®n, buenos cantantes, un buen director de escena y muchos ensayos; un concierto sinf¨®nico lo preparas en 5 d¨ªas, un error en ¨®pera lo pagas durante tres meses'.
Daniel Harding no es pesimista con relaci¨®n al futuro de la m¨²sica cl¨¢sica pero no duda en afirmar que ¨¦sta 'nunca ser¨¢ de inter¨¦s general' y, a pesar de ser el director m¨¢s joven que se haya puesto jam¨¢s al frente de los Proms, los c¨¦lebres conciertos populares londinenses, se muestra muy cauto con respecto a los intentos de popularizar la m¨²sica cl¨¢sica. Seg¨²n Harding la popularizaci¨®n, aunque deseable, no se debe perseguir a cualquier precio, no se puede diluir ni rebajar m¨¢s all¨¢ de un l¨ªmite y se muestra absolutamente seguro al afirmar que 'si lo que pretendemos es convertir la m¨²sica cl¨¢sica en algo tan popular como un show de Broadway, estaremos matando aquello mismo que queremos promocionar'.
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