Juerga de personajillos
Muchos no se hab¨ªan visto desde veinte a?os atr¨¢s:
-No te hab¨ªa visto desde la manifestaci¨®n por la Autonom¨ªa.
-?Seguro? ?No fue la de sa Dragonera?
Luego se abrazaban y se daban grandes palmadas en la espalda, intentando mantener en equilibrio los siniestros trozos de chistorra que rodaban en un plato de pl¨¢stico, y mirando disimuladamente la calva del interlocutor, en la ilusi¨®n de que fuera m¨¢s vasta que la propia. Todo gracias a la afamada f¨¢brica de porcelanas Lladr¨®, cuya exposici¨®n en el Casal Solleric de Palma levant¨® airadas protestas por parte de un grupo nutrido de artistas. La concejal de Cultura del Ayuntamiento de Palma, de quien depende el Solleric, se apesadumbr¨® y declar¨® no menos airada que esos que protestaban eran s¨®lo unos cuantos personajillos y pseudointelectuales. Tras lo cual, esos personajillos y pseudointelectuales se vieron en la obligaci¨®n de organizar una cena alternativa a la que daba el Ayuntamiento de la capital mallorquina el pasado d¨ªa 20, festividad de San Sebasti¨¢n, en ocasi¨®n de los Premis Ciutat de Palma de Novela, Poes¨ªa y Pintura. As¨ª que gracias a las mundialmente aclamadas estatuillas de bailarinas melanc¨®licas y vagabundos melifluos, se reencontraron muchos viejos amigos y conocidos, entre ellos y con sus ex esposas y ex esposos.
La Arruixada 2001 se celebr¨® el mismo d¨ªa que los premios Ciutat de Palma. El ¨¦xito de la convocatoria cabe atribuirlo a las figuritas de Lladr¨®
Alarmado el equipo de gobierno del consistorio palmesano por el acto simult¨¢neo, convoc¨® a todos sus fieles para que cerraran filas en el comedor de la Escuela de Hosteler¨ªa de la UIB y se trajo de Madrid a la Ministra de Cultura y al Ministro de Medio Ambiente. Es constatable que do?a Pilar del Castillo y don Jaume Matas acudieron encantados a la llamada de socorro de sus correligionarios, pero el mismo entusiasmo no inspiraba a todos los asistentes a la cena oficial. Algunos, casualmente, tuvieron que marcharse de viaje con sospechosa precipitaci¨®n por temor a que se les viera demasiado cerca de las instancias del poder municipal. Otros no tuvieron tiempo de encontrar pasajes y canguros y se vieron obligados a asistir, ataviados con sus mejores galas para no desmerecer el acto y, por las im¨¢genes que se vieron por Televisi¨®n Espa?ola -que lo retransmit¨ªa gustosamente-, se dir¨ªa que no se sent¨ªan muy a sus anchas y que preferir¨ªan estar en cualquier otra parte, muy lejos. Y eso que la organizaci¨®n y el men¨² de la cena oficial fueron mucho mejores que las de la alternativa, un tanto ca¨®ticos. No ayudaba nada a poner un poco de orden que pululase por entre los comensales Leo Bassi con un saco de cemento encasquetado en la cabeza. A algunos de los asistentes a la cena protesta -bautizada con el nombre de Arruixada 2001- tambi¨¦n se les ve¨ªa algo confusos. Especialmente, si no conoc¨ªan a nadie y no ten¨ªan con qui¨¦n comparar la calva. O si esperaban espect¨¢culos y discursos en el sentido cl¨¢sico, en aquel Palacio de Congresos, que es una sala descomunal que remeda un templo griego y cuya m¨¢xima cualidad no es precisamente su excelente ac¨²stica.
En donde, adem¨¢s, se hab¨ªan reunido unas mil doscientas personas encantadas de saber que en el otro acto s¨®lo hab¨ªa seiscientas. Y eso que los invitados por el Ayuntamiento iban gratis, mientras que los personajillos y pseudointelectuales pagaban la suma de 2001 pesetas que les daba derecho no s¨®lo a rancho, sino a un monigote que entregaban a la entrada, uno de estos monigotes que cuelgan en la espalda a la gente los ni?os de los tebeos el d¨ªa de los Santos Inocentes. Y a los otros no les daban ni cotill¨®n, aunque se vistieran de nochevieja. La ministra estaba particularmente elegante, desde luego, quiz¨¢ m¨¢s que su ersatz alternativo, la transformista Vivian Caoba. Claro est¨¢ que para ir a la Arruixada 2001 no parec¨ªa oportuno vestirse con demasiado atildamiento: se corr¨ªa el peligro de echarse una mancha de chistorra en la pashmina o de que le pillara a uno con corbata un antiguo compa?ero de c¨¦lula trotskista.
Por otra parte, en la Arruixada no estaba la tele filmando en directo y tanto daba c¨®mo se vistiera uno. Hab¨ªa c¨¢maras, eso s¨ª, arrastradas por reporteros que se cebaban con la presencia en el Parten¨®n palmesano de destacados pol¨ªticos de la oposici¨®n municipal, cuya abundancia daba qu¨¦ pensar. Menos mal que se apresuraban todos ellos a aclarar que estaban luciendo sus monigotes de papel a t¨ªtulo personal, porque los que pon¨ªan cara de haberse equivocado de cena sospechaban ostentosamente. No s¨®lo ellos, sino el alcalde Fageda, en el discurso de la otra cena, se permiti¨® sospechar de lo mismo. A diferencia de los discursos de la Arruixada, que nadie se sinti¨® obligado a atender porque nadie obligaba a nada, el se?or Fageda se despach¨® a gusto con el suyo. Le recordaba a uno aquellos maestros de antes que se indignaban y rega?aban a los ni?os que iban a clase por los que no iban. Cosa que los ni?os que iban a clase aceptaban con expresi¨®n compungida, obedientes y contentos en el fondo de sus c¨¢ndidas almas infantiles del abstencionismo de los d¨ªscolos, porque as¨ª eran menos a repartir las medallas de buen comportamiento y de aplicaci¨®n, galardones conocidos actualmente como subvenciones y contratos.
De los cuales se habl¨® poco en ambos sitios, por cierto. M¨¢s bien, todo el mundo en ambos sitios estaba b¨¢sicamente de acuerdo: la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Palma no va a renunciar a su convicci¨®n esencial, la de considerar la Cer¨¢mica Industrial Valenciana Como Una De Las Bellas Artes, aunque caigan chuzos de punta y aunque se re¨²nan no ya mil doscientas, sino mil doscientos millones de personas para protestar al respecto. Y eso que en la Arruixada 2001 no se pasaba lista, a diferencia de donde la competencia.
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