M¨¢s sobre los efectos de la globalizaci¨®n
Tiene raz¨®n ?ngel Mart¨ªnez Gonz¨¢lez-Tablas en su art¨ªculo de 30-XII-2000 sobre los efectos de la globalizaci¨®n (o globalizaciones, como ¨¦l prefiere decir) cuando le responde a Guillermo de la Dehesa (29-IX y 14-XI) que 'es necesario desvelar la l¨®gica de los procesos y el car¨¢cter de sus efectos, analiz¨¢ndolos con rigor y denunci¨¢ndolos cuando haya lugar, aunque al hacerlo se vaya contracorriente'. Tablas cree que va contracorriente, pero yo pienso que De la Dehesa y ¨¦l siguen el impulso del mismo r¨ªo que los arrastra a ambos corriente abajo, aunque a cada uno lo lleve por un brazo distinto del amaz¨®nico flujo de agua que se volver¨¢ a unificar tan pronto termine la frondosa isla que, desde el lugar que ocupan ambos n¨¢ufragos, no deja ver la otra orilla.
Para argumentar mi tesis, mimetizar¨¦ el m¨¦todo seguido por ?ngel Tablas, comentando primero los cinco efectos ben¨¦ficos de la globalizaci¨®n seg¨²n lo que ¨¦l considera la posici¨®n ortodoxa, y aludiendo luego los cinco efectos que coloca como 'alternativa' a la posici¨®n anterior. Finalmente, intentar¨¦ extraer alguna s¨ªntesis que resuma mi propia posici¨®n al respecto.
1. Tablas niega que la globalizaci¨®n conlleve 'un aumento de la competencia' porque piensa que m¨¢s bien trae consigo un aumento de la oligopolizaci¨®n. A mi juicio, reproduce as¨ª, inconscientemente, la teor¨ªa econ¨®mica ortodoxa que cree estar criticando. Por eso dice que globalizaci¨®n no es competencia, ya que 'los economistas' entendemos por competencia 'una asignaci¨®n ¨®ptima de los recursos'. Tablas reproduce la tendencia al pensamiento ¨²nico que critica, pues no son los economistas los que piensan as¨ª, sino s¨®lo una mayor¨ªa (¨¦l incluido), entre la que desde luego yo no me cuento, como tampoco ninguno de los que pensamos que es precisamente la competencia el origen de la ineficiencia actual (capitalista) en la asignaci¨®n mundial de los recursos. Mientras no sustituyamos lo que ¨¦l, correctamente, caracteriza de 'sistema econ¨®mico capitalista' por un sistema econ¨®mico distinto, no podremos pretender que var¨ªen los efectos que genera la existencia de unas causas incambiadas.
2. La discusi¨®n sobre si los precios bajan o suben con la globalizaci¨®n no se puede resolver hasta que los ap¨®stoles y los herejes de la misma se pongan de acuerdo en delimitar temporalmente el proceso (o procesos), cosa que hasta ahora ninguno ha hecho, que yo sepa.
3. Tablas tiene toda la raz¨®n en que la mayor¨ªa de los flujos de capital siguen siendo, como siempre han sido, flujos de capital (tanto 'productivo' como, cada vez m¨¢s, financiero) que proceden de, y se dirigen a, los pa¨ªses ricos. Por eso el sistema genera un desarrollo crecientemente desigual, y no s¨®lo ahora, sino desde su mismo nacimiento hace dos o tres siglos.
4. Los flujos de emigraci¨®n (trabajo y medios de producci¨®n) que la econom¨ªa mundial necesita no pueden regularse racionalmente mientras el sistema de empresa privada sea el que decida esos flujos. Porque la competencia lleva a cada unidad decisoria a decidir por su cuenta y en contradicci¨®n con las decisiones de las dem¨¢s. Hay que sustituir la competencia por la cooperaci¨®n, y la cooperaci¨®n aut¨¦ntica es una quimera en el marco de este sistema capitalista que nadie se molesta hoy en poner en entredicho (salvo aquellos a quienes se nos calla la boca).
5. La cuesti¨®n del crecimiento conduce al mismo problema previo que se citaba en el punto 2. El propio Tablas escribe que 'la globalizaci¨®n actual se acelera a partir de los setenta', lo cual quiere decir que existi¨® un estadio previo de la misma antes de ese proceso de aceleraci¨®n. Adem¨¢s, seg¨²n su propia frase, hubo otras globalizaciones antes que la actual. P¨®nganse de acuerdo los ret¨®ricos de la globalizaci¨®n y entonces empezaremos a aclararnos.
Pasemos ahora a los efectos que Tablas contrapone a los cinco anteriores y que le hacen sentirse 'contracorriente', no sin antes recordar, s¨®lo pro memoria, que no es lo mismo ser (algo) que creerse ser (algo).
6. Si es verdad que la globalizaci¨®n 'modifica la correlaci¨®n de fuerzas a favor del capital y en perjuicio del trabajo', ?nos quiere dar a entender que antes de la globalizaci¨®n (?cu¨¢ndo?) hab¨ªa algo que modificaba esa correlaci¨®n en sentido contrario, o m¨¢s bien que la globalizaci¨®n sigue modific¨¢ndola en la misma direcci¨®n de siempre?
7. La globalizaci¨®n 'profundiza el desajuste entre los espacios' (hasta aqu¨ª la frase tiene cierto valor po¨¦tico, no me lo nieguen) p¨²blico y privado, por lo que el propio autor reconoce su coincidencia con su antagonista (De la Dehesa) al afirmar, junto a ¨¦ste, que hay que buscar 'instituciones que aumenten la solidaridad mundial'. Curiosamente, el cuidado con que Tablas a?ad¨ªa el adjetivo 'capitalista' al principio de su art¨ªculo ahora desaparece, y no sabemos si est¨¢ con su criticado en la b¨²squeda de instituciones 'capitalistas' o 'no capitalistas' (?har¨¢ falta recordar que el Estado, sea nacional o de ¨¢mbito superior, es una instituci¨®n capitalista?).
8. El impacto ecol¨®gico de la globalizaci¨®n tambi¨¦n es global, claro, y se supone que negativo. ?Pero qui¨¦n es el anti-ecologista que no tiene preocupaciones ecol¨®gicas? Yo las tengo y, sin embargo, me parece que muchos ecologistas no se dan cuenta de que la industria no es unilateralmente mala ni buena, sino un producto humano cuyo comportamiento y resultados deben someterse al mismo an¨¢lisis de clase que Tablas (cr¨ªpticamente, eso s¨ª) mantiene en su art¨ªculo.
9. Si el auge de las finanzas y de la fragilidad financiera genera un 'riesgo sist¨¦mico', lo relevante es saber si uno est¨¢ del lado de Galbraith (y del sistema capitalista) o del otro lado, seg¨²n se desprende de las palabras con que este autor se autocalifica: 'Yo soy una persona conservadora y por tanto tengo tendencia a buscar ant¨ªdotos para las tendencias suicidas del sistema econ¨®mico; pero gracias a la t¨ªpica inversi¨®n del lenguaje esta predisposici¨®n suele ganarle a uno la reputaci¨®n de ser un radical'.
10. Tablas ve indicios de que la globalizaci¨®n 'aumenta la marginaci¨®n de un gran n¨²mero de espacios sociales'. Por supuesto. Pero a m¨ª, que me preocupo sobre todo del espacio social de los asalariados, me gustar¨ªa matizar que si bien es verdad que el capitalismo deja a los asalariados al margen del progreso y la riqueza que crea para los capitalistas (al menos, los asalariados se benefician de eso s¨®lo de modo marginal y dependiente y obligadamente servil), no es menos cierto que los asalariados no somos nada marginales en un sentido clave de la realidad y de la (buena) teor¨ªa econ¨®mica. Y ello es as¨ª porque somos el centro (el puro centro que dir¨ªan en M¨¦xico), el centro mismo, el n¨²cleo, el meollo del cogollo de la explotaci¨®n capitalista. De nosotros nace la renta con la que vivimos nosotros y con la que viven ellos.
Y con esto quiero terminar. Tiene raz¨®n Tablas en demandar un an¨¢lisis realista de los procesos objetivos. Creo que ese an¨¢lisis conduce a concluir que el sistema capitalista en el que vivimos (se globalice desde antiguo o no) camina sobre dos pies. Uno es la explotaci¨®n del trabajo por el capital. El otro es la competencia de todos contra todos (no s¨®lo las rivalidades interestatales a las que alude Tablas): tambi¨¦n compiten los capitalistas entre s¨ª; tambi¨¦n los trabajadores entre ellos, etc¨¦tera.
Mientras sigamos dando vueltas en torno a falsos problemas, seguiremos siendo explotados y compitiendo entre nosotros. Propongo dedicar un poco de nuestro tiempo a pensar en el postcapitalismo (que, por supuesto, ser¨¢ global o no ser¨¢). Quiz¨¢s esto ayude a que en el futuro dejemos de ser explotados y competidores.
Diego Guerrero es profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica en el Departamento de Econom¨ªa Aplicada V de la Universidad Complutense
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