La mayor¨ªa de los chabolistas de Pitis se niega a irse a pisos
Los vecinos se preguntan d¨®nde guardar¨¢n la chatarra de la que viven
S¨®lo un 20% de las 120 familias se muestra dispuesto a ser realojado en bloques, seg¨²n los datos de un sondeo realizado esta semana por la asociaci¨®n O Pobo de Pitis, integrada por los afectados y por voluntarios que acuden a prestarles apoyo. El desmantelamiento del poblado situado junto a las v¨ªas del tren es necesario para acometer el nuevo trazado de la avenida del Arroyo del Fresno, vital para esta zona, en la que se han previsto miles de pisos.
Telmo dos Santos, de 39 a?os, est¨¢ deseando dejar atr¨¢s la chabola donde vive con sus tres hijos y su esposa, enferma tras varias operaciones de tumores benignos. Pero asegura que si le llevan a un 'piso alto' no tendr¨¢ prisa en marcharse de este asentamiento, al que lleg¨® hace 15 a?os: 'En ese caso rezar¨ªa para que no me tocase el primero'.
'Estamos acostumbrados a vivir a pie de calle y no conocemos otra cosa; por eso, si nos llevan a un bloque, nos sentiremos encarcelados. Adem¨¢s, no tendremos donde guardar la chatarra y el cart¨®n de los que vivimos, porque s¨®lo a veces nos salen otros empleos como peones. No queremos que nos regalen nada, nos conformamos con prefabricados por los que nos cobren rentas que podamos pagar', a?ade.
?l, como otros habitantes de este n¨²cleo creado hace 15 a?os por inmigrantes portugueses de la comarca lusa de Tras os Montes, ha ido introduciendo mejoras a su chabola. 'El Ayuntamiento nos llev¨® el agua al poblado y cada uno fuimos acerc¨¢ndola a nuestra casa instalando lavabos, fregaderos y retretes. Tambi¨¦n tenemos luz a base de fluorescentes enganchados a bater¨ªas de coche, pero ¨¦ste lugar es una miseria con el barro y los incendios que cada dos por tres dejan a alguien sin hogar', apostilla.
Marisa de Frutos, responsable del ¨¢rea social de la EMV, reconoce la dificultad del realojamiento de Pitis, que el Consistorio quiere tener finalizado a mediados de 2002, 'por el baj¨ªsimo nivel de ingresos de sus habitantes'. Seg¨²n sus datos, casi las tres cuartas partes de las familias tienen ingresos inferiores al salario m¨ªnimo (72.000 pesetas mensuales). Por eso est¨¢ buscando pisos en colonias municipales, donde los alquileres rondan las 5.000 pesetas mensuales.
H¨¢bitos
Tanto Frutos como otros t¨¦cnicos y educadores que trabajan en poblados chabolistas est¨¢n acostumbrados a encontrarse a familias reacias a residir en bloques. El h¨¢bito de a?os de vivir a pie de calle formando un peque?o pueblo les hace sentirse enjaulados y aislados en los pisos.
Pero el Ayuntamiento, igual que la Comunidad, es reacio a construir un poblado de casas bajas para estas familias, porque los ejemplos de los ¨²ltimos a?os, como La Celsa, La Rosilla, Torregrosa o La Quinta (muy cercano a Pitis), han acabado siendo guetos segregados de la ciudad y dedicados a la venta de droga.
'Que no nos comparen con barrios como el de la Quinta. Nuestro poblado nunca ha sido un punto de venta de droga, y eso lo saben las instituciones y los vecinos de la zona', concluye Dos Santos con firmeza.
En 1995, el Ayuntamiento se plante¨® levantar casas bajas para estas familias en el barrio de Las Alamedillas, pero top¨® con la oposici¨®n de los vecinos. El realojamiento ahora previsto costar¨¢ 700 millones, y 220 los aportar¨¢n los due?os de los terrenos edificables donde est¨¢ el poblado.
A Lourdes dos Santos, prima de Telmo, de 34 a?os, tampoco le seduce la idea de vivir en un bloque. 'Creo que me agobiar¨ªa, no estoy acostumbrada', afirma esta mujer casada y con dos hijos. 'Los ni?os s¨ª est¨¢n deseando dejar esto, porque van a la escuela y cuando regresan al poblado se dan cuenta de la miseria en la que viven', reflexiona.
Pero no todos los chabolistas prefieren una casa baja. Tambi¨¦n hay quien no quiere ni o¨ªr hablar de vivir en un barrio aparte. 'Lo correcto es ir a pisos y hacer una vida normal conviviendo con otros vecinos. No creo que a nuestros hijos les ayude nada estar alejados de otros ni?os', explica un padre de familia que prefiere no dar su nombre.
'Es que hay gente que no ha conocido m¨¢s que esto y le cuesta cambiar, porque cree que no se va a adaptar, pero ¨¦se no es mi caso ni el de mi mujer. Es como lo de la chatarra. Si s¨®lo pensamos en ella como salida laboral, vamos mal', a?ade este hombre, que ha trabajado durante a?os en la hosteler¨ªa. 'Si a nosotros nos dicen ahora que podemos ir a un piso social de alquiler, tenemos hechas las maletas en media hora; total, para lo que hay que llevar'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.