Retrato de familia
Primero fueron los reyes y pr¨®ceres, que pod¨ªan pagarse un pintor para que les hiciera un goya a ellos con su mujer y la prole. Vino despu¨¦s el fot¨®grafo trotamundos, con el caj¨®n milagroso por las ferias, del cual sal¨ªa una avecilla espantada por el magnesio; aquel susto permit¨ªa plasmar en cartulina al severo labriego o al comerciante que pod¨ªa permitirse tal plasmaci¨®n, sentado en medio, erguido el talle, leontina al vientre, la mujer de pie y toda su camada. Se consagraba as¨ª el retrato de familia pudiente, destinado al ocre. Los japoneses vinieron al fin, el arte fotogr¨¢fico se populariz¨® y todo el mundo tiene, entre infinitas, algunas instant¨¢neas con su parentela hechas en el bautizo del beb¨¦ o en la boda de la ni?a poco antes de divorciarse. Nadie o casi nadie llama ya a eso retrato o foto de familia. Ahora se llama retrato o foto de familia al que es sin familia: ciudadanos diversos con algo en com¨²n se han reunido, a la voz de ?los fot¨®grafos esperan!, y se ha precipitado hacia unas gradillas ad hoc para posar como azores en alc¨¢ndara o vencejos en alero, hombro con hombro, egregio junto a egregio, y salir en la foto llamada de familia. Muchas veces, la reuni¨®n ha sido a cara de perro, pero, cuando menos, le sirve al retratado como testimonio de haber estado all¨ª. Lo cual puede aportar alg¨²n voto a los pol¨ªticos, y nostalgia a quienes estudiaron juntos hace ya que ni se sabe. Es admirable y did¨¢ctico presenciar en vivo y en directo, como transmitido por televisi¨®n, un cambio sem¨¢ntico as¨ª, es decir, la muerte total y el nacimiento simult¨¢neos de significados en una palabra. Lo cual no mueve a lamento, como ocurri¨® con o¨ªr o con acabar, asesinados en poco tiempo por los medios audiovisuales.
Esos ¨²ltimos matices que permiten distinguir significaciones pr¨®ximas pero no iguales son los que est¨¢n desapareciendo apresuradamente y dejando nuestro idioma en pura raspa: lo hemos se?alado muchas veces. No hace mucho, me cont¨® una hija m¨ªa que se hab¨ªa muerto de la risa por no se qu¨¦; sin embargo, estaba bien viva ante m¨ª, y tuve que reprenderla por decir aquello delante de sus hijos. Pero, de repente, por las ondas sobre todo, he o¨ªdo cien veces ese horrorcillo, que extingue la distinci¨®n, por ejemplo, entre morirse de rabia y morirse de la rabia, morirse de cansancio y morirse del cansancio, morirse de pena y morirse de la pena, donde, sin art¨ªculo, la expresi¨®n tiene un simple sentido ponderativo o hiperb¨®lico. Con el art¨ªculo, significa literalmente palmarla. Como es natural, la Academia s¨®lo da visado a morirse de risa, locuci¨®n que, con su habitual desparpajo, identifica con mearse de risa. Pru¨¦bese a meter aqu¨ª el art¨ªculo, y se ver¨¢ c¨®mo ello produce un rubor ¨ªntimo y h¨²medo a quien se r¨ªe.
Nadie que escribe en la prensa o soliloquia en los audiovisuales emplea el idioma con impunidad: son muchos los comunicadores que sufren tundas diversas, con cartas al director o a otras personas, por ejemplo, dentro de la modestia, a m¨ª. No siempre son justas las quejas, pero casi siempre son punzantes; no lo es una, singularmente gentil, recibida de Par¨ªs, en que se me pide que, 'sin delatar a sus autores', corrija p¨²blicamente un grave error. El supuesto tropez¨®n es un titular de este peri¨®dico que reza as¨ª: 'Veteranos del Golfo enfermos advierten de que la historia se repite en los Balcanes'. Pero no hay error, y no estar¨¢ solo este lector en tal creencia: son muchos los convencidos de que advertir de + que constituye siempre un caso de deque¨ªsmo. Y no es as¨ª; de los numerosos ejemplos que aporta el gran Diccionario de Cuervo, elijo este de Mart¨ªnez de la Rosa por su brevedad: 'Lleg¨® un criado que le advierte de que vive'. Los bastante m¨¢s antiguos y m¨¢s largos, que absuelven de sospecha al titulador: simplemente, ha apelado a una vieja sutileza de aquellas que, como dec¨ªamos, daban a los hablantes m¨¢s cartas en el juego del lenguaje. En efecto, advierten de que + oraci¨®n llama la atenci¨®n s¨®lo sobre ¨¦sta, es decir, sobre la advertencia; en cambio, advierten que, podr¨ªa significar 'dan cuenta' o 'avisan', orientando igualmente hacia la advertencia, pero tambi¨¦n que ellos, los veteranos, 'se dan cuenta de que la historia se repite en los Balcanes'. El peri¨®dico quer¨ªa conducir la atenci¨®n sobre el aviso, y no sobre quienes advierten. No hay, pues, deque¨ªsmo en el r¨®tulo, sino algo que llaman los gram¨¢ticos un complemento regido.
Siguiendo con peri¨®dicos en la mano, no es dif¨ªcil toparse abundantemente con tropel¨ªas de este tipo: Zapatero declar¨® que 'queremos dar un paso m¨¢s'. (V¨¦ase c¨®mo est¨¢n dislocadas las comillas del estilo directo, el cual tendr¨ªa que haber sido reproducido as¨ª: Zapatero declar¨®: 'Queremos dar un paso m¨¢s'). Pero el escribidor, al preferir el indirecto, le ha torcido el pie al verbo, con esguince de modo y persona; una vez sana, esa frase se escribir¨ªa de esta manera: Zapatero declar¨® que quer¨ªan dar un paso m¨¢s. Emplear juntos el que y las comillas puede provocar muertos de la risa.
Es muy poco probable, sin embargo, tal suceso, ya que el siguiente titular de un diario madrile?o no ha producido ninguna cat¨¢strofe: Mariano Rajoy ha dicho que 'si somos objeto de ataques por Lia?o, nos defenderemos'. Al seguir leyendo se advertir¨¢ que el Gobierno no teme ser objeto de embestidas por parte del se?or Lia?o, sino que est¨¢ dispuesto a dar estopa si lo atacan por el indulto del ex juez. Brillante combinaci¨®n, pues, de comillas extravagantes y sintaxis de molusco.
Pero, en fin, dejemos aparte la prensa y encendamos la televisi¨®n: ?qu¨¦ o¨ªmos? Est¨¢ comenzando el diario hablado y su presentador vuelca atentados, accidentes, vacas locas, violencias de sexo, terremotos, necedades de la ministra...: la costumbre. Pero, de pronto, salta magn¨ªfico lo extraordinario: se acaba de decir que mil kilos de hach¨ªs han sido puestos a recaudo de la Guardia Civil. Por los sesos del oyente atento brotan de pronto chispas de entusiasmo: ya no se dice a buen recaudo, que antes significaba 'a salvo de una amenaza, en lugar seguro', y la mente, as¨ª encendida, goza pensando que aquella droga se ha salvado de las asechanzas de los guardias. Pero ?qu¨¦ espa?ol aprenden nuestros licenciados? (?Y qu¨¦ franc¨¦s? El presentador de un concurso muy popular y visto -el concurso y el presentador- ofrece a diario su desd¨¦n por ¨¦l y por otros idiomas. En una pregunta tuvo que nombrar, hace una semana, a Proudhon, pero lo convirti¨® en Pr¨¢udon o algo as¨ª, que quer¨ªa ser ingl¨¦s, y que hac¨ªa anglo al famoso anarquista galo; lo cual no s¨®lo mostraba desprecio por la lengua francesa, sino por una cultura de un grado inferior al de general). Decididamente, la familia hispanohablante sale bastante mal en el retrato.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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