El C¨ªrculo de Bellas Artes presenta la obra del sueco Victor Sj?str?m
Desde hoy, y hasta el domingo 11, el Cine Estudio Bellas Artes presenta, en colaboraci¨®n con la Embajada sueca, una muestra de seis t¨ªtulos de la apasionante producci¨®n de Victor Sj?str?m, a quien los cin¨¦filos recordar¨¢n por haber interpretado al anciano protagonista de Fresas salvajes (1957), de Ingmar Bergman. Pero Sj?str?m fue, adem¨¢s, el director de las primeras obras maestras del cine sueco. Desde ?rase una vez un hombre (1917) hasta El viento (1928), rodada ¨¦sta en EE UU, donde el autor sueco se traslad¨® en 1923. En Hollywood, a pesar de trabajar con actrices de la talla de Greta Garbo o Lillian Gish, Sj?str?m no obtuvo la notoriedad cosechada en su pa¨ªs. Adem¨¢s de las dos pel¨ªculas citadas, el ciclo del Bellas Artes incluye otros cuatro t¨ªtulos: Los proscritos (1917), La carreta fantasma (1917), El testamento de su se?or¨ªa (1919) y El monasterio de Sendomir (1919). La muestra se completa con un documental, Victor Sj?str?m, a film portrait (1981), de G?sta Wernet, y una mesa redonda en la que participar¨¢n los cr¨ªticos Miguel Mar¨ªas y Bengt Forslund.
Es ¨¦sta una rara ocasi¨®n para conocer una parte de la filmograf¨ªa de un director que transit¨® entre el mudo y el sonoro, y entre el mundo n¨®rdico y el anglosaj¨®n. No en vano rod¨® en EE UU, pero tambi¨¦n en Gran Breta?a, donde se retir¨® de la realizaci¨®n en 1937, con Bajo la carpa roja. De los t¨ªtulos programados, al menos dos se encuentran entre sus obras maestras indiscutidas y dejaron honda huella en generaciones futuras de cineastas: Los proscritos y La carreta fantasma.
Basada en una novela de la escritora Selma L?gerloff, Los proscritos, primer ¨¦xito internacional en la historia del cine sueco, es la m¨¢s antigua versi¨®n de una pel¨ªcula que los espectadores madrile?os conocen, Jerusal¨¦n (1998), de Bille August. El tema de la angustia religiosa, tan presente en la filmograf¨ªa de otros escandinavos -de Bergman a Carl T. Dreyer o su ep¨ªgono actual, Lars von Trier- es una constante en buena parte de la obra de Sj?str?m.
En La carreta fantasma -una pel¨ªcula que el hoy anciano Bergman reconoce seguir viendo al menos una vez al a?o, porque en ella encuentra, quintaesenciado, su propio cine-, Sj?str?m puso en escena, con un perfeccionamiento t¨¦cnico hasta entonces raramente alcanzado, una de sus obsesiones: el precio que hay que pagar por las buenas acciones.
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