La ley deshuesada
El diario es como un chulet¨®n. Se le quita el hueso, y ya no es lo mismo. Las noticias ya no saben igual si no nos muestran las durezas. El momento de opinar sin saber ya ha pasado. Pero, ?qui¨¦n diablos sabe lo que hay que hacer para frenar la encefalopat¨ªa espongiforme? Entre las innumerables noticias que se prestan a combate, tenemos una que es nuestra propia realidad. De todos los reportajes que se ofrecen a nuestro entendimiento, el m¨¢s importante es nuestra propia vida. Y nuestra vida ahora, por lo visto, depende de un simple hueso de chulet¨®n.
Si una noticia nos hace re¨ªr, la olvidaremos pronto, pero quedar¨¢ ajustada a nuestro estado de ¨¢nimo como una carcajada. En la actualidad la carcajada de la vaca loca se ha convertido en un estremecimiento de p¨¢nico. ?Cu¨¢l es de todas la noticia m¨¢s importante ahora? Para muchos es la de los huesos de los chuletones, que no estar¨¢n presentes en las comidas de negocios, ni en las bodas, ni en las fiestas de las sidrer¨ªas. Los chuletones blandos, carentes de hueso, dureza que era su propia e intr¨ªnseca denominaci¨®n de origen hasta ahora, ser¨¢n los suced¨¢neos del genuino chulet¨®n con hueso. El comentario que est¨¢ en boca de muchos es que hay que comerse un chulet¨®n con hueso antes de que los proh¨ªban definitivamente. ?Se convertir¨¢ el chulet¨®n en un objeto de trafico ilegal? ?Suceder¨¢ algo parecido a lo acaecido en Am¨¦rica durante la ley seca? La del chulet¨®n deber¨ªa llamarse la ley deshuesada. Una ley sin hueso que pese a todo no parece que vaya a resolver el problema de la encefalopat¨ªa espongiforme. La palabreja que nos aterroriza en una pura psicosis de masas.
Procuremos no digerir mal la noticia. Para no odiar al propio cuerpo, lo mejor es no creerse aquellas noticias que no resuelven nuestra vida en absoluto. La contradicci¨®n es necesaria en aquellos momentos en los cuales no sabemos con entera certeza cu¨¢l va a ser nuestro futuro. Y despu¨¦s de tantos chuletones devorados, ?qui¨¦n nos dice que no estemos ya infectados? Podemos tranquilizarnos de diversas formas. Pensemos que hay quien mantiene que la carne no es en absoluto necesaria para la alimentaci¨®n humana. Pero este es no es un consuelo para los carniceros y ganaderos, que ven menguar desesperadamente sus ingresos. Por eso, si no se quiere dejar de comer carne, el primer consejo a la hora de comprar es que sea de buena fuente. Publicaciones alarmistas avisaban ya hace mucho tiempo de que algunas sustancias administradas a los animales destinados a la matanza eran peligrosas, y entre ellas se encontraban la penicilina, la tetraciclina, bolitas de residuos cloacales descontaminados con cesio-137, agentes engordantes y multitud de otras sustancias y antibi¨®ticos que mejoraban el animal para la venta. La Nutrition Healt Review inform¨® hace ya muchos a?os, en 1981, que algunos ganaderos administraban a los bueyes destinados a la venta polvo de cemento para que pesaran m¨¢s. Por delirante que parezca, no se demostr¨® que a los humanos les hiciera da?o ingerir un poco de polvo de cemento en cada filete.
En fin, que lo de la carne en el mundo es una chapuza. Con ello no quiero desmerecer a la ganader¨ªa vasca. Hace poco escuch¨¦ por la radio la petici¨®n de socorro de una carnicera que hab¨ªa tenido que hipotecar su casa. Lo dec¨ªa con l¨¢grimas, y aseguraba que cuando hab¨ªa pedido ayuda a su banco, ¨¦ste le hab¨ªa contestado que lo de la encefalopat¨ªa espongiforme era problema suyo. ?Problema suyo? Evidentemente, la pobre se?ora no le pregunt¨® al empleado de banca el men¨² que le esperaba en casa. Para aquel se?or, la encefalopat¨ªa era un problema econ¨®mico exclusivo de la carnicera. Los dem¨¢s hemos de decidir si depositamos nuestra confianza en un simple pedazo de papel que se da en llamar label de calidad. Un certificado racista que no quiere ver ni en pintura a las vacas de otras partes del mundo. Pero la terrible enfermedad, incluyendo a otros animales y otras v¨ªas de contagio. As¨ª que lo mejor para muchos es no creerse demasiado las noticias. Pensar que todo esto es excesivo, e irse a comer un genuino chulet¨®n con hueso antes de que sea m¨¢s dif¨ªcil de encontrar que el oro en el Gorbea.los cient¨ªficos se hacen ya innumerables preguntas sobre
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