Porto Alegre o la otra globalizaci¨®n
A poca experiencia que se tenga, el parecer acerca de la funci¨®n que desempe?an los foros internacionales de pensamiento no puede ser muy divergente. Constituyen lugares ¨²tiles para la formaci¨®n a paso lento de opini¨®n internacional en ciertas materias, tambi¨¦n sirven para o¨ªr a quien no piensa como el que escucha y, por fin, deparan buenas oportunidades para que se crucen intereses de todo tipo.
La globalizaci¨®n, fen¨®meno social, cultural, pol¨ªtico y econ¨®mico que nos engarra con velocidad creciente, ha contado desde hace algunos a?os en Davos, bajo el manto n¨ªveo y selecto propio de lo suizo, con un foro de pensamiento que ha cumplido con distinta intensidad las funciones encomendadas a este tipo de citas extraoficiales. En efecto, las ¨²ltimas reuniones de las que el Foro Econ¨®mico Mundial organiza desde 1971 en la estaci¨®n de esqu¨ª de los Alpes han contribuido a que vaya cuajando determinada opini¨®n sobre el fen¨®meno globalizador. Por otro lado, han servido muy poco para o¨ªr opiniones distintas de las que se suelen congregar all¨ª a finales de enero; no obstante, este a?o, con intervenciones como las del hind¨² Vandana Shriva, que incluso arranc¨® aplausos a la selecta concurrencia, y del presidente de Sur¨¢frica, Thabo Mbeki, que present¨® el llamado programa del milenio por el renacimiento de ?frica, se ha dado entrada a voces distintas de las hasta ahora due?as de la escena. Por fin, las reuniones a las que aludo s¨ª han favorecido la c¨®moda coincidencia de intereses de variado cu?o.
Sin embargo, la opini¨®n sobre la globalizaci¨®n a la que los encuentros de estos ¨²ltimos a?os en Davos han ayudado a dar forma es s¨®lo parcial. Ha predominado el modo de ver las cosas de los que la dirigen, de los que retienen de lo que ocurre ¨²nicamente el lado beneficioso para sus intereses; en otras palabras, ha predominado el modo de ver las cosas excluyente de otros, al sentirse sus titulares en posici¨®n casi inexpugnable. Esto ha conducido a que en las discusiones del Foro Econ¨®mico Mundial se haya defendido, en sustancia, que el desarrollo de la globalizaci¨®n debe dejarse al libre transcurrir de las fuerzas en juego, extremo que, con mayor o menor intensidad, es visto con buenos ojos por el inter¨¦s que prevalecientemente se da cita all¨ª, es decir, el de las dos mil compa?¨ªas m¨¢s grandes y de m¨¢s r¨¢pido crecimiento en todo el mundo, que financian la instituci¨®n privada que est¨¢ detr¨¢s de dicho Foro.
Una visi¨®n distinta de la globalizaci¨®n, la de los dominados, empobrecidos socio-econ¨®micamente y despose¨ªdos culturalmente, se desparram¨®, entre otros lugares, por Seattle y Praga, de una forma estrepitosa, follonera y poco dada a ganar respeto. Algunos de los portaestandartes de esta postura se retrataron as¨ª casi como energ¨²menos y simplemente partidarios de la antiglobalizaci¨®n m¨¢s absoluta. No quedaba, pues, posibilidad para enfocar de otra manera la globalizaci¨®n en pos de que transcurriera por ra¨ªles diferentes a los habidos hasta ahora; todo se reduc¨ªa a globalizaci¨®n o a antiglobalizaci¨®n, en un planteamiento maniqueo y ajeno al matiz. La celebraci¨®n del Foro Social Mundial los d¨ªas 25 a 30 de enero en Porto Alegre ha empezado a salir al paso de esta situaci¨®n y tiene, a mi juicio, importancia sobre todo porque, en superaci¨®n de la actitud meramente protestataria, ha intentado ofrecer con m¨¦todo relativamente constructivo y de propuesta una visi¨®n de la otra globalizaci¨®n posible y no una simple actitud antiglobalizadora. Porto Alegre, el lugar escogido para dar este destacado paso, rebosa significado. Capital del Estado brasile?o de R¨ªo Grande do Sul, tiene lugar en esta ciudad desde algo m¨¢s de diez a?os un ensayo de acci¨®n socio-pol¨ªtica, dirigido, con dura oposici¨®n, por una coalici¨®n de izquierda y centro-izquierda, que ha obtenido notables logros en el campo educativo, asistencial y de infraestructuras y ha puesto en pie con ¨¦xito figuras como la del 'presupuesto participativo', que proporciona ocasi¨®n para que los vecinos intervengan directamente en las decisiones relativas al destino de los fondos p¨²blicos y su control. A su vez, el esp¨ªritu con el que ha nacido el Foro Social Mundial persigue en el fondo ofrecer una visi¨®n del fen¨®meno que ocupa estas l¨ªneas distinta de la que hasta hoy se ha impuesto, empezando a superar de esta forma, al menos en parte, planteamientos de rechazo total a cualquier manifestaci¨®n de la globalizaci¨®n. En los propios documentos de este movimiento se lee en tal sentido: 'El Foro Social Mundial facilitar¨¢ un espacio para construir alternativas econ¨®micas, para intercambiar experiencias y para fortalecer las alianzas Norte-Sur entre organizaciones no gubernamentales, sindicatos y movimientos sociales. Constituir¨¢ tambi¨¦n una oportunidad para desarrollar proyectos concretos, para educar al p¨²blico y movilizar a la sociedad internacional'. Entre las materias tratadas se ha deslizado un nuevo entendimiento de la globalizaci¨®n inevitable en muchos sectores, que se centra en la definici¨®n de pol¨ªticas que promuevan el desarrollo humano, la construcci¨®n de una estrategia mundial com¨²n para las organizaciones que se encontraron en el Foro Social, la formulaci¨®n de propuestas para democratizar organizaciones internacionales como la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el an¨¢lisis de la influencia de las multinacionales en las comunidades locales, y, por fin, el logro de propuestas de desarrollo sostenido para erradicar la pobreza, el hambre y proteger el medio ambiente. El programa concreto que gui¨® las sesiones de Porto Alegre tambi¨¦n persegu¨ªa ofrecer propuestas referentes a una globalizaci¨®n con mimbres distintos a los actuales; los apartados b¨¢sicos de este programa fueron: la producci¨®n de riquezas y el acceso a ellas, la afirmaci¨®n de la sociedad civil y de los espacios p¨²blicos y el poder pol¨ªtico y la ¨¦tica en la nueva sociedad.
Visto lo anterior, el Foro Social Mundial, con las estridencias y traspi¨¦s propios de todo lo que empieza a andar, ha cumplido, a mi parecer, con el cometido propio de las reuniones internacionales de este jaez. Creo que ha contribuido a formar en algo la opini¨®n internacional acerca de la otra globalizaci¨®n posible, la distinta de la que se engalana por los pulidos salones de Davos. Como suele ocurrir en estos casos, ha servido poco para escuchar opinionesdispares de las all¨ª presentes sobre el fen¨®meno del que escribo, ya que casi todos los que se encontraron en Porto Alegre, salvo excepciones curiosas, como la de Georges Soros, respiraban m¨¢s o menos de la misma manera. Estimo, por fin, que ha favorecido el cruce de intereses coincidentes entre los que acudieron all¨ª.^M
Sin embargo, salvo el riesgo de caer en la trampa de las falsas verdades absolutas, debe admitirse que las opiniones acerca de la globalizaci¨®n que han despuntado en el foro brasile?o son parciales, al igual que ocurre con las de Davos, aunque en sentido opuesto. Pero no dudo de lo conveniente que es desde muchos puntos de vista que la visi¨®n que traducen los encuentros suizos se complete con la del brasile?o. Se podr¨¢ as¨ª conocer mejor la realidad completa de la globalizaci¨®n, alejada, en mi criterio, tanto de la algodonosa del progreso benefactor ilimitado como de la radicalmente catastrofista propia de la simple antiglobalizaci¨®n. Todo ello sin perjuicio de que Porto Alegre haya sido ¨²til para que los intereses que all¨ª se vieron las caras hilvanaran estrategias comunes que puedan contrapesar con el tiempo a las bastante m¨¢s trabadas de los que se concentran en Davos. Esto puede ayudar, a su vez, a que las posiciones de las grandes organizaciones internacionales comiencen a prestar m¨¢s atenci¨®n a los planteamientos de Porto Alegre y puedan evitarse explosiones como la de Seattle y Praga.
En fin, el Foro Social Mundial de Porto Alegre merece la bienvenida en el panorama mundial. Ser¨ªa deseable que fuera cuajando a?o a a?o y no le llevaran al traste sus dif¨ªciles equilibrios internos y las poderosas contraposiciones externas. Es necesario para el inter¨¦s general, seg¨²n yo veo el problema, que sea conocida bien la otra globalizaci¨®n, la que, con mayor o menor acierto, se ha querido explicar en Porto Alegre durante los ¨²ltimos d¨ªas del pasado enero.
Luis Mar¨ªa Cazorla es catedr¨¢tico de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid
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