Andaluc¨ªa, capital y capitales
De nuevo, otra vez, ha surgido el debate del agravio comparativo entre ciudades andaluzas. El alcalde de Sevilla requiri¨® p¨²blicamente un tratamiento espec¨ªfico para su ciudad e, inmediatamente, esa propuesta fue recibida como un posible agravio comparativo, b¨¢sicamente desde M¨¢laga.
Yo, particularmente, creo que es razonable que el alcalde de Sevilla quiera conseguir m¨¢s recursos econ¨®micos. M¨¢s pronto que tarde, y sea cual sea el instrumento legal finalmente utilizado -Carta Municipal, Ley de Grandes Ciudades, una regulaci¨®n diferenciada en materia de financiaci¨®n y haciendas locales, etc¨¦tera-, acabar¨¢ siendo reconocida y tendr¨¢ respuesta legal adecuada la espec¨ªfica realidad objetiva de Sevilla. Una realidad objetiva doble, por otra parte: Sevilla es una gran ciudad de Espa?a, en primer lugar, y Sevilla es la primera ciudad de Andaluc¨ªa, adem¨¢s.
El centralismo no lo hacen ni una ciudad ni sus ciudadanos, dec¨ªa el alcalde Luis Uru?uela
Ning¨²n reconocimiento jur¨ªdico de esa doble realidad tiene que suponer menosprecio para nadie. Mucho menos, cuando se sabe que nadie, nunca, desde Sevilla, ha pretendido que no sea reconocido el car¨¢cter de gran ciudad espa?ola de ninguna otra ciudad andaluza, ni que sea puesta en cuesti¨®n la posici¨®n relativa de cualquier otra capital andaluza en el conjunto de Andaluc¨ªa. M¨¢s a¨²n, el reconocimiento de las especificidades de Sevilla podr¨ªa y deber¨ªa ir acompa?ado del reconocimiento -proporcional o equivalente, si lo hubiera- de las especificidades de cualquier otra ciudad andaluza. As¨ª sienten los sevillanos, seg¨²n creo.
Pero parece que nada de lo anterior importa. Siempre se vuelve a lo mismo. Desde 1982 para ac¨¢, todav¨ªa no ha sido aceptado con naturalidad que Sevilla sea la sede del Gobierno y del Parlamento andaluz. Y eso que, como ha escrito don Jos¨¦ Asenjo, 'la decisi¨®n de situar la capitalidad fue una decisi¨®n compartida y apenas discutida'. '??Se consider¨® el lugar natural!!', ha dicho este malague?o de pro. Pues bien, desde entonces se est¨¢ buscando compensaci¨®n por este hecho 'natural' y desde entonces se imputan consecuencias centralizadoras a este hecho 'natural'.
He rele¨ªdo en estos d¨ªas el Diario de Sesiones del Parlamento andaluz (Diario de Sesiones n? 2, de 30 de junio de 1982) en el que se recoge el debate sobre la capitalidad. Ya entonces, cuando todav¨ªa no se hab¨ªa montado ning¨²n gobierno ni hab¨ªa habido tiempo para desarrollar ninguna pol¨ªtica seria -correcta o incorrecta-, se alzaron voces que alertaban sobre los peligros de 'nuevo centralismo' y que eran partidarias de que no se tomara la decisi¨®n sobre las ciudades-sede de las instituciones de Andaluc¨ªa.
Desde entonces, la cantinela gen¨¦rica del nuevo centralismo ha sido permanente. Se trata de algo dif¨ªcil de combatir. En primer lugar, porque Andaluc¨ªa es un pa¨ªs de ciudades, cada una con sus m¨¦ritos, con sus protagonismos hist¨®ricos y con tendencia natural a competir entre s¨ª. Pero tambi¨¦n porque se trata de una acusaci¨®n que encuentra eco en sentimientos colectivos de preterici¨®n hist¨®rica que vienen de lejos y que ha sido potenciada por l¨ªderes locales que han preferido tirar por el camino f¨¢cil de la condena de Sevilla como 'malvado enemigo exterior' antes que lanzarse por la elevada senda del se?alamiento de nuevos horizontes, dinamizadores e ilusionantes, para la ciudad que rigen.
Ante quienes hablan de nuevo centralismo, puede decirse, como dec¨ªa don Luis Uru?uela en junio de 1982, que 'el centralismo no lo hacen ni una ciudad ni sus ciudadanos'; o, como dec¨ªa tambi¨¦n entonces don ?ngel L¨®pez L¨®pez, que 'no se puede dar tal importancia a una pura ubicaci¨®n geogr¨¢fica, salvo que vaya acompa?ada de un modelo administrativo napole¨®nico, una pol¨ªtica econ¨®mica incorrecta, un conjunto de privilegios sociales o culturales'.
?Modelo administrativo napole¨®nico? ?Pol¨ªtica econ¨®mica incorrecta? ?Privilegios sociales o culturales? ?Disc¨²tase de esos temas! ?Deb¨¢tase sobre esas cuestiones de fondo! ?Pormenor¨ªcense los datos de los privilegios, uno por uno y sector por sector! Pero no se formulen acusaciones imprecisas y gen¨¦ricas y no se avienten los miedos ni se aviven los rencores ocultos y negros que todos llevamos dentro de nosotros. Todo ser humano tiene la tentaci¨®n de pensar que su fracaso relativo es consecuencia de las ventajas comparativas de que dispuso el triunfador. Por eso el rencor es tan f¨¢cilmente alzable y la envidia est¨¢ tan ampliamente extendida.
?Sevilla, capital administrativa y pol¨ªtica de Andaluc¨ªa? S¨ª, por voluntad de todos. ?Granada, capital judicial? Pues s¨ª, por lo mismo. A partir de ah¨ª, todas las ciudades andaluzas tienen que intentar ser capital de todo, en su ¨¢mbito de influencia; en Andaluc¨ªa entera, incluso: capitales culturales, capitales econ¨®micas, capitales intelectuales, capitales c¨ªvicas, capitales metropolitanas, capitales deportivas, capitales tur¨ªsticas... capitales andaluzas, en fin; ciudades l¨ªderes en el impulso com¨²n de Andaluc¨ªa.
La descentralizaci¨®n democr¨¢tica no consiste en ir repartiendo sedes institucionales en diversos asentamientos pretendidamente capitalinos en algo. La mirada perif¨¦rica no consiste en el chorreo o dispersi¨®n institucional perif¨¦rica, sino en el montaje de instrumentos de cohesi¨®n social y territorial. Los gobernantes tienen el deber de tratar equitativamente, que no igualitaristamente, a todos los territorios, en materia, b¨¢sicamente, de infraestructuras, de servicios p¨²blicos y de equiparaci¨®n de oportunidades de salida. Garantizado eso, cada territorio, cada sociedad de cada territorio, tiene que ganarse su sitio en el mundo. La asunci¨®n de la capitalidad por parte de cualquier ciudad, en cualquier ¨¢mbito socioecon¨®mico, depender¨¢ de la capacidad de protagonismo y de liderazgo de la sociedad respectiva, y no de una acci¨®n p¨²blica arbitraria. Nadie, por ejemplo, le regal¨® a Mil¨¢n su condici¨®n de capital econ¨®mica de Italia. Condici¨®n que cada d¨ªa comparte m¨¢s con Tur¨ªn y con la propia Roma, por otra parte.
Dicho lo anterior, creo que las ciudades andaluzas avanzar¨¢n m¨¢s y mejor si se ponen de acuerdo en proyectos comunes, en vez de confrontarse en la b¨²squeda de recursos y de sedes. Y Andaluc¨ªa, creo, tambi¨¦n avanzar¨¢ m¨¢s.
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