Fusi¨®n y confusi¨®n
Fue en una sesi¨®n parlamentaria de control al Gobierno andaluz, en el recinto embrujado de las Cinco Llagas -el duende es lo ¨²nico que nos queda para comprender algunas cosas- cuando el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa habl¨® p¨²blica, y oficialmente, por vez primera de 'la Caja ¨²nica', haciendo una apuesta personal y pol¨ªtica por conseguirla en el menor plazo posible.
La verdad sea dicha, a quienes entonces ocup¨¢bamos los primeros esca?os de la oposici¨®n en el Parlamento de Andaluc¨ªa, se nos puso cara de pasmo. Pero la misma cara pudimos observar en algunos de los que se sentaban en los sillones socialistas, incluido los del Gobierno.
Lo cierto es que tan contundente declaraci¨®n de Manuel Chaves no ven¨ªa a cuento, puesto que nadie se lo hab¨ªa preguntado. La cuesti¨®n que ten¨ªa que responder el presidente se refer¨ªa al informe 'Atauj¨ªa', encargado y pagado por los servicios de la presidencia de la Caja General de Granada y que, entre otras perlas, inclu¨ªa recomendaciones, tan edificantes y expl¨ªcitas, como la de ningunear a los representantes del PP en los ¨®rganos rectores de la entidad o la de ayudar al PSOE a ganar las pr¨®ximas elecciones.
Nadie debe apuntar sus baterias contra quien sostenga que lo ideal son varias cajas
Por tanto lo de la 'Caja ¨²nica', al menos a primera vista, no ten¨ªa sentido en aquel momento, que no era el m¨¢s id¨®neo, puesto que, por aquel entonces, la Ley de Cajas estaba dando los primeros pasos de su tr¨¢mite parlamentario, por lo cual, resultaba obvio que tan sorprendente anuncio, hecho por el propio presidente de la Junta, iba a contaminar todo el proceso.
Pasado el tiempo, alguien me coment¨® que aquel 'bombazo' se hab¨ªa producido, no por un desliz verbal de Chaves, sino que fue el resultado de una estrategia, dise?ada la tarde anterior en los despachos de San Telmo, para desviar la atenci¨®n del 'caso Atauj¨ªa'. Es posible que as¨ª fuese, y entonces la estrategia consigui¨® su objetivo, porque todos nos olvidamos del informe de la General. Pero se mat¨® una mosca con un ca?onazo de tal calibre que, todav¨ªa hoy, tres a?os despu¨¦s, el eco de su salva y el humo de su p¨®lvora enturbian, crispan y distorsionan lo que tendr¨ªa que ser un debate sereno, sin prejuicios, sin t¨®picos, sin malentendidos, sin sospechas, sin exclusiones y, sobre todo, sin imposiciones.
Aqu¨ª ha habido de todo. Desde quien ha dejado que le venciese la soberbia y se ha encerrado en planteamientos inflexibles, pasando por quien, con desde?osa arrogancia, ha descalificado los argumentos contrarios a los suyos, solo por eso, por ser contrarios, hasta quienes, desde la osad¨ªa, fruto de una profunda ignorancia, han entrado en la pol¨¦mica como elefantes en una cacharrer¨ªa.
Como se?alaba antes, la sorpresiva y contundente apuesta de Chaves por la Caja ¨²nica contamin¨® el proceso parlamentario de la Ley de Cajas, convirti¨¦ndolo en un aut¨¦ntico disparate desde cualquier ¨¢ngulo pol¨ªtico, jur¨ªdico o legal. Bien es verdad que tal desaguisado no se debe en exclusiva, ni siquiera principalmente, a la aludida intervenci¨®n parlamentaria del presidente, porque si se hubiese querido, aquello era f¨¢cilmente enmendable con un poco de humildad, prudencia y buena voluntad. Pero no se quiso, ni siquiera se intent¨® y, como es l¨®gico, lo que era un charco se convirti¨® en un barrizal. Y en eso estamos.
Nadie deber¨ªa rasgarse las vestiduras porque se plantee la conveniencia de que una Caja ¨²nica vaya a suponer una contribuci¨®n importante, o beneficiosa sin m¨¢s, para el sistema financiero andaluz. Como teor¨ªa es aceptable pero no como dogma irrefutable. Pero tampoco nadie debe apuntar sus bater¨ªas contra quien sostenga que, dada las caracter¨ªsticas de Andaluc¨ªa, su poblaci¨®n, su extensi¨®n, y sus acusadas peculiaridades territoriales, el esquema ideal ser¨ªa el de varias Cajas, dos , tres o cuatro, lo que garantizar¨ªa una mejor y m¨¢s directa respuesta a las necesidades financieras que se producen en sus respectivos ¨¢mbitos de influencia. Como es natural, tambi¨¦n merece respeto la tercera v¨ªa, que propondr¨ªa una fusi¨®n controlada, y por etapas, que ir¨ªa avanzando, o no, seg¨²n las experiencias parciales que se fueran produciendo.
Seguro que, puestos a pensar sobre estas tres diferentes alternativas, encontrar¨ªamos m¨²ltiples variables a cada una de ellas, que probablemente se cruzar¨ªan entre s¨ª y con argumentos m¨¢s o menos razonables para defenderlas. Pero no es el momento de ideas brillantes, ocurrencias originales o sorprendentes iniciativas. Todo lo contrario, lo que se est¨¢ echando en falta es sensatez, reflexi¨®n, argumentos serios, negociaci¨®n serena y aportaciones de personas, instituciones y foros experimentados en esta materia. Adem¨¢s, hace falta que, de una vez por todas, se pongan las cartas boca arriba, porque no se puede acusar de intereses pacatos y provincianistas a quienes se oponen a una fusi¨®n auspiciada por alguien con intereses provincianistas muy concretos. Los provincianismos o territorialismos son v¨¢lidos, o rechazables, seg¨²n como, por qu¨¦ y para qu¨¦ se utilicen. Pero no es serio adoptarlos para recoger y negarlos para repartir.
No se ha hecho un estudio profundo, imparcial y bien documentado de cu¨¢l ser¨ªa el mapa ideal de las Cajas de Ahorro en Andaluc¨ªa -no podemos olvidar, si se hiciera, el papel de la Cajas Rurales- de las ventajas y de los inconvenientes econ¨®micos, sociales y laborales que las distintas opciones supondr¨ªan para el conjunto de los andaluces, c¨®mo influir¨ªan en los equilibrios territoriales, lo que supondr¨ªan para eso tan intangible que es la confianza del impositor, sin olvidar tampoco el papel que desempe?an las Cajas en la actividad de las corporaciones locales.
Este estudio, absolutamente necesario, y en el que tienen que encontrar acomodo multitud de matices y criterios, no se ha hecho porque la decisi¨®n de comenzar, o anunciar el inicio del proceso, se lleva a cabo desde una apreciaci¨®n absolutamente unilateral y se intenta imponer una opini¨®n, tan v¨¢lida como la contraria, utilizando la palanca del poder pol¨ªtico-partidista. Esto, como no pod¨ªa ser de otra manera, provoca el rechazo frontal de quienes no est¨¢n de acuerdo y el consiguiente contrapeso pol¨ªtico-partidista.
As¨ª las cosas, hemos llegado a una situaci¨®n en la que todos sospechan de todos, y cuya p¨²blica manifestaci¨®n es un cruce de acusaciones mutuas, en unos casos veladas y, en otros, absolutamente expl¨ªcitas, mediante las que se ponen en solfa las intenciones de quienes m¨¢s protagonizan esta contienda.
Por ejemplo, si las dos Cajas con sede en Sevilla quieren fusionarse, los valedores de la Caja ¨²nica acusan a sus m¨¢ximos representantes de que el verdadero objetivo de la operaci¨®n es el impedir, por la v¨ªa de los hechos consumados, el que pueda avanzarse hacia la gran fusi¨®n, adem¨¢s de consolidar determinadas situaciones personales. Por el contrario, quienes abogan por la creaci¨®n de una sola Caja sevillana argumentan que el proceso est¨¢ siendo obstaculizado por motivos pol¨ªticos y personales, que juegan en favor de la Caja ¨²nica y de la concentraci¨®n del poder financiero en torno a la entidad malague?a. Se interpreta, adem¨¢s, que estos obst¨¢culos responden a un castigo por determinadas desafecciones de los presidentes de la cajas sevillanas. La confusi¨®n que hay en torno a esta operaci¨®n se evidencia en el hecho de que, dentro del propio PSOE andaluz, se produce una lucha enconada entre quienes apuestan por una opci¨®n y los que defienden la contraria.
Resulta obvio que, de seguir por este camino, la situaci¨®n se ir¨¢ deteriorando, las posiciones ser¨¢n cada d¨ªa m¨¢s irreductibles y nuestras Cajas, indecisas y desorientadas ante lo que ser¨¢ su futuro a corto, medio y largo plazo, no podr¨¢n dedicar en exclusiva sus esfuerzos a mejorar su posici¨®n en el mercado financiero, dejando terreno libre para otros que s¨ª saben a d¨®nde van. Por tanto, es urgente que se haga un llamamiento a la prudencia, que se destierren los comportamientos soberbios y prepotentes y que la improvisaci¨®n se sustituya por la reflexi¨®n. Y sobre todo que la imposici¨®n de paso al pacto y al di¨¢logo. No es el momento de quedarse quietos, pero tampoco el de correr como locos, sin saber a d¨®nde vamos. Por que quien como loco corre, como loco se estrella.
Juan Ojeda Sanz es eurodiputado del PP.
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