Jos¨¦ Bov¨¦ se sienta en el banquillo
El dirigente campesino, s¨ªmbolo del movimiento contra la globalizaci¨®n, afronta tres procesos en Francia
Este mes de febrero es mes de procesos para Jos¨¦ Bov¨¦. Ayer, en Montpellier, y los pr¨®ximos d¨ªas 15 y 16, en la misma ciudad, el l¨ªder campesino franc¨¦s, s¨ªmbolo del movimiento antiglobalizaci¨®n, afronta tres demandas judiciales por razones diversas. La semana que viene se ver¨¢n los recursos contra las sentencias que le condenaban a penas muy leves -dos meses de c¨¢rcel con suspensi¨®n de pena- por haber 'desmontado' -la expresi¨®n es suya- un McDonald's o haber retenido como rehenes y durante unas horas a unos funcionarios del Ministerio de Agricultura. Ayer se le juzgaba, en primera instancia, por otro asunto: la destrucci¨®n de unas plantaciones de arroz transg¨¦nico que pertenec¨ªan al Centro de Cooperaci¨®n Internacional en Investigaci¨®n Agr¨®noma para el Desarrollo (CIRAD). En este caso, la acusaci¨®n pide cinco a?os de c¨¢rcel y nada m¨¢s y nada menos que 12 millones de francos (300 millones de pesetas) en concepto de indemnizaci¨®n, una cantidad que amenaza con poner en peligro las finanzas del sindicato agr¨ªcola de Bov¨¦.
La popularidad de Bov¨¦ trasciende las etiquetas pol¨ªticas. Aprueban su acci¨®n quienes votan a los socialistas, pero tambi¨¦n los partidarios del Frente Nacional. Para unos expresa los l¨ªmites que Lionel Jospin ha querido resumir con su f¨®rmula 's¨ª a la econom¨ªa de mercado, no a la sociedad de mercado'; para otros encarna la dignidad nacional frente a las exigencias uniformizadoras de las multinacionales. Para un comunista, Bov¨¦ est¨¢ contra el sistema; para un gaullista es un defensor de la pureza francesa en un sector tan sensible como la alimentaci¨®n. Pero esa unanimidad de fachada comienza a presentar algunas grietas.
La primera fisura, y la m¨¢s importante, la ha causado un tal Joseph-Marie Bov¨¦, entrevistado por Newsweek. Se trata del padre de Jos¨¦, investigador jubilado, especialista en cuestiones gen¨¦ticas aplicadas a la agricultura. Joseph-Marie resume con una comparaci¨®n las andanzas del sindicato que lidera su hijo, la Conf¨¦d¨¦ration Paysanne (CP): 'En la Edad Media se quemaba a las brujas. Hoy se llevan a la pira los cultivos transg¨¦nicos'. No se trata de una met¨¢fora: Jos¨¦ Bov¨¦ y los otros dos acusados -Ren¨¦ Riesel y Dominique Soullier- entraron en el invernadero del CIRAD el 5 de junio de 1999 y se llevaron centenares de plantas de arroz para hacerlas arder ante las c¨¢maras de televisi¨®n.
Seg¨²n Alain Weil, director cient¨ªfico del CIRAD, esos cultivos de arroz 'correspond¨ªan a dos programas distintos: por una parte, estaba un proyecto europeo de investigaci¨®n sobre los genes del arroz; por otra, trabaj¨¢bamos en un estudio internacional sobre la resistencia del arroz a los insectos'. En el CIRAD pretenden estudiar las virtudes e inconvenientes de las llamadas plantas gen¨¦ticas de segunda generaci¨®n destinadas a sobrevivir a los insectos y a no necesitar productos qu¨ªmicos para protegerse; es decir, una variante de arroz ideal para los agricultores del Tercer Mundo.
'Asumo todo lo que hice con mis camaradas', declaraba ayer Jos¨¦ Bov¨¦, dispuesto a continuar 'un combate que hoy ya muchos han comprendido que es el del futuro'. El l¨ªder sindical denuncia 'la sumisi¨®n de la investigaci¨®n p¨²blica francesa a una l¨®gica productivista y a los intereses de las multinacionales'. Para Bov¨¦, hoy 'el tiempo perdido por la ciencia es tiempo ganado para la conciencia'.
Lo cierto es que, si bien las acciones de CP responden a inquietudes que ahora son mayoritarias -el problema de las vacas locas ha dado alas a todas las suspicacias-, en Montpellier se juzgaba ayer un comportamiento que no parece haber sido capaz de distinguir entre la investigaci¨®n ¨²til a todos y la investigaci¨®n al servicio de los intereses de las grandes firmas de la alimentaci¨®n. 'El arroz transg¨¦nico del CIRAD era el fruto de una elaboraci¨®n financiada exclusivamente con fondos p¨²blicos', dice Bernard Bachelier, patr¨®n del CIRAD. 'El debate ante el tribunal sirve para revelar ante la opini¨®n p¨²blica c¨®mo la investigaci¨®n p¨²blica acepta su dependencia de las firmas privadas', replicaba Marie Christine Etelin, abogada de Bov¨¦ y sus compa?eros. La sentencia no se conocer¨¢ hasta dentro de un mes.
Hoy, Bov¨¦, al margen de que tenga o no raz¨®n, es un s¨ªntoma del miedo que padecen los consumidores. El progreso inspira mucha menos confianza que los bigotes anarquistas de Jos¨¦ Bov¨¦.
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