La Constituci¨®n, esa goma de mascar
Me recordaba Xavier Vidal- Folch la frase de hace un tiempo de Pasqual Maragall dirigida al PP: 'Para nosotros la Constituci¨®n es un punto de salida y para ellos es un punto de llegada'. Interesante met¨¢fora que me viene de perlas para la cuesti¨®n que quiero tratar: la Constituci¨®n, ese chicl¨¦ el¨¢stico, mascado por casi todos y por nadie deglutido. ?Qui¨¦n es aqu¨ª o all¨¢ constitucionalista?, sin contar con los constitucionalistas de verdad, esos pata negra de la transici¨®n que llevan un jubileo de narices cont¨¢ndonos la bondad de la cosa. Por cierto que yo patentar¨ªa los bolos de la pareja fant¨¢stica Miquel Roca-Herrero de Mi?¨®n, que hacen m¨¢s galas estivales que Miguel Bos¨¦ y Ana Torroja... Pero prime donne aparte, lo de la Constituci¨®n es muy interesante. Sobre todo porque usarla, lo que es usarla, ya la usan a la pobre, m¨¢s mentada que la reliquia del santo en sus ¨¦pocas gloriosas. Pero ?cre¨¦rsela? Eso 's¨®n figues d'un altre paner'. Y s¨ª, son higos distintos los que se formulan con esos dos verbos cercanos: mentar y creer, usar y asumir, ?qu¨¦ parejas tan simp¨¢ticas para antinomios tan insospechados!
La Constituci¨®n no ha servido como punto de encuentro de lo diferente para refundar Espa?a
Y es que tengo para m¨ª que ese chicl¨¦ mascado colectivamente ni tiene el mismo gusto en los respectivos paladares, ni ha llegado a¨²n a los est¨®magos del respectivo. Ve¨¢moslo con las prevenciones de rigor a que obliga tan seria materia. Primero, nacida de lo que naci¨®, ruido de sables incluido, no vamos a estas alturas a hablar de perfecci¨®n. Es democr¨¢ticamente imperfecta y en algunos casos, monarqu¨ªa y autodeterminaci¨®n bajo focos..., es claramente defectuosa. Ah¨ª est¨¢ para la historia el no vasco y ah¨ª est¨¢n las muchas prevenciones del s¨ª catal¨¢n. Dejo dicho, pues, que en materia de monarqu¨ªa y en materia de libre determinaci¨®n, la Constituci¨®n tiene unos agujeros que se r¨ªen de los de la capa de ozono. Pero es cierto tambi¨¦n que la Constituci¨®n fue el primer intento de dibujar un escenario donde pudi¨¦ramos hablarnos sin gritarnos, donde elaborar, quiz¨¢, esa red de complicidades que nos permitiera una convivencia de calidad. Es decir, la Constituci¨®n nac¨ªa no s¨®lo para dotarnos de la estructura de un Estado de derecho, sino para dotarnos de un nuevo paradigma colectivo, una nueva cultura. Para dotarnos de la gram¨¢tica que lo espa?ol necesitaba para comunicarse con lo vasco y lo catal¨¢n. Y viceversa...
Sin embargo, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s podemos constatar que los unos a¨²n no han llegado al punto de llegada y los otros no han salido a ninguna parte, felices de retozar para siempre en sus palacetes auton¨®micos (?a d¨®nde van a ir los Rodr¨ªguez Ibarra ahora que son virreyes de gobiernos que nunca hab¨ªan pedido ni necesitado? ?Ad¨®nde van a llegar los Aznar que han conseguido gobernar la democracia sin cre¨¦rsela ni defenderla?). En Catalu?a, donde casi todos -menos alg¨²n reciclado- somos de los del punto de salida, tampoco nos creemos para nada que esto vaya a ninguna parte, de manera que la Constituci¨®n, con tanta entrada y salida, ha acabado siendo un punto de encuentro donde saludarse los amigos y tomar unos pinchos. Estamos estancados. Es decir,hemos fracasado en nuestro reto hist¨®rico: construir un paradigma que refundara Espa?a. Ah¨ª duele la llaga, ah¨ª, en esa herida que respira las mismas miserias de anta?o. Con nuestras autonom¨ªas, algunas de la se?orita Pepis; con nuestros himnos y banderas, algunos inventados en un ratito de desahogo; con todo lo que tenemos y, sin embargo, qu¨¦ viejos los discursos, qu¨¦ viejas las incomprensiones.
Por eso hay alg¨²n bienintencionado que nos habla de la Espa?a federal, o del federalismo asim¨¦trico, o de la soberan¨ªa agujereada o... No lo hace por un ataque sorprendente de imaginaci¨®n, sino porque constata un fracaso: la Constituci¨®n no ha conseguido cambiar el paradigma espa?ol. Y por eso Espa?a contin¨²a desconfiando de lo catal¨¢n y lo vasco, a menudo con alterada visceralidad; y lo catal¨¢n y lo vasco contin¨²an rechazando lo espa?ol con la misma alterada visceralidad.
Es decir, Espa?a contin¨²a conform¨¢ndose, en su esencia, como si fuera un imperio: la naci¨®n uniforme, de lengua ¨²nica y ¨²nica historia, y sus ap¨¦ndices regionales de inc¨®moda e irritante prestancia. No hay, en ning¨²n rinconcito del pensamiento espa?ol, una asunci¨®n de lo diferente como propio. Es decir, nadie est¨¢ por la labor constitucional de reinventar Espa?a. ?La derecha? La derecha nunca se lo ha cre¨ªdo, nunca ha sido constitucionalista. Por eso Aznar usa la Constituci¨®n como si fuera un pa?uelo en plena crisis nasal, y por eso habla de lo catal¨¢n y lo vasco con el desprecio de los viejos conquistadores. ?Nueva cultura? ?Para qu¨¦ si ya le sirven los Melitones y los Carrero como referentes hist¨®ricos? Pero tampoco la izquierda se ha mostrado m¨¢s sagaz, y es ah¨ª donde el fracaso constitucional me parece m¨¢s rotundo. El problema de los Maragall y sus federalismos no son los Aznar, sino los Caldera, V¨¢zquez, Rodr¨ªguez Ibarra, P¨¦rez Rubalcaba..., los suyos, justamente. Si hasta los de la izquierda pura se han apuntado a la caza de catalanes cuando las elecciones ped¨ªan v¨ªsceras. ?Y qu¨¦ decir de esa irresponsable caza a lo vasco? Se ha levantado la veda como en las mejores ¨¦pocas preconstitucionales y se ha puesto en evidencia lo evidente: que esto de Espa?a est¨¢ tan arraigado en el est¨®mago que no hay manera de pasarlo por el cerebro. ?Reinventar Espa?a? ?Para qu¨¦ si lleva mil a?os mandando? Si hasta en el G¨¦nesis la mentan...
La cosa tampoco es fant¨¢stica en Catalu?a porque, si somos sinceros, nadie cree que Espa?a se haya refundado. Pero como estamos como ni?os chapoteando en la piscinita auton¨®mica que nos han dado para jugar, tampoco estamos por abrir la caja de Pandora. Unos, encantados de la Espa?a cabreada que tantos votos hacen converger a sus cristianas arcas. Otros, porque cuando quieren salir del punto de salida se encuentran con las posaderas clavadas en el suelo, de tanta cola de paja que les cuelga a sus colegas mesetarios. Unos por otros, todos bien revueltos en el magma constitucional sin conseguir que ese magma cumpla su misi¨®n m¨¢s seria: reinventarnos para entendernos. La Constituci¨®n ha fracasado donde m¨¢s le dol¨ªa. Y as¨ª nos duele a todos.
il.com.
Pilar Rahola es periodista pilarrahola@hotmail.com
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