5.000 berlineses contemplan en un solo d¨ªa los cad¨¢veres plastificados de Von Hagen
El artista alem¨¢n utiliza restos humanos donados por los propios fallecidos
Los cuerpos humanos plastificados provocaron, tras mostrarse anteriormente en otros lugares de Alemania, Jap¨®n, Austria y Suiza -donde atrajeron en total a seis millones de personas-, un profundo debate sobre la dignidad del hombre. La Uni¨®n de Educaci¨®n de Berl¨ªn y la Uni¨®n de Fisioterapeutas recomiendan visitar la muestra 'para hacerse idea de c¨®mo funciona el cuerpo'. La Iglesia, sin embargo, la considera 'no digna del hombre'.
La muestra de cuerpos humanos plastificados demuestra la curiosidad del hombre por lo que se sit¨²a en el l¨ªmite entre lo moral e inmoral, lo est¨¦tico y lo antiest¨¦tico. La fascinaci¨®n es a¨²n mayor cuando se trata de algo real, como nuestro propio cuerpo, cuyo interior, pese a ser algo natural, muchas veces provoca asco. El alem¨¢n G¨¹nther von Hagen corta, pela, deshace y vuelve a hacer cuerpos humanos con el fin de ense?arle a todo el mundo lo que llevamos dentro. 'Los cuerpos plastificados son', seg¨²n afirma Von Hagen, 'objetos de estudio cient¨ªfico' y 'no tienen nada que ver con el arte'. Pero el anatomista, sin embargo, s¨ª considera que contin¨²a con un trabajo que comenz¨® Leonardo da Vinci. Von Hagen reitera continuamente que su intenci¨®n es mostrar simplemente la anatom¨ªa del ser humano. Esto lo diferencia de un artista. Sin embargo, precisamente, su ¨²ltima creaci¨®n, un caballo con jinete, va m¨¢s all¨¢ de un estudio anat¨®mico. 'Expresa la superioridad del hombre sobre los animales' y 'es la victoria del alma sobre las masas musculosas', dice en un cartel. La figura humana se?ala con su mano derecha su cerebro; con la izquierda, el del caballo, el cual es inferior al suyo.
El verde tranquilizante de los bamb¨²es, los helechos y las palmeras entre un cuerpo plastificado y otro parece querer quitar del ambiente lo morboso. Von Hagen, que siempre lleva sombrero y cuyos ojos, muy despiertos, casi penetrantes, asustan, fund¨® un instituto de investigaci¨®n en Heildeberg en 1994. Su m¨¦todo parece ser sencillo, pero requiere su tiempo. El anatomista sustituye el agua del cuerpo por un l¨ªquido plastificador que inyecta en las partes del cad¨¢ver que va a utilizar. Los due?os de los cuerpos se los donaron antes de morir. Un visitante de unos 60 a?os opina que 'es mejor terminar as¨ª que pudri¨¦ndose dentro de una caja'.
Intenci¨®n cient¨ªfica
La muestra abarca restos de cad¨¢veres de hombres, de mujeres y de embriones en estado m¨¢s o menos completo. Los esqueletos, m¨²sculos, ¨®rganos y las pieles con pesta?as, pelo capilar y tatuajes inclusive se diferencian de lo que se muestra en clase de biolog¨ªa, y por eso atraen al p¨²blico. Las figuras m¨¢s completas, en posici¨®n de corredor, de lanzador o de jugador de ajedrez, son casi simp¨¢ticas de ver, pero tambi¨¦n provocan el cuestionamiento de la intenci¨®n cient¨ªfica de su autor.
El ¨²nico lugar en el que s¨ª se siente el asombro y la inseguridad de los visitantes es el Gabinete de anatom¨ªa, donde nadie habla. 'Tenga en cuenta, al entrar en el gabinete de anatom¨ªa, que los plastificados que se muestran aqu¨ª pueden herir sus sentimientos', anuncia un cartel delante de la peque?a sala. El lugar revela toda la monstruosidad que puede desarrollarse dentro del cuerpo materno. En una vitrina redonda que gira permanentemente resaltan, sobre tela de terciopelo negro, embriones blancos deformados. Un embri¨®n con cabeza de rana, gemelos siameses y otros cuerpos anormales parecen inventos de la fantas¨ªa oscura humana. Una segunda vitrina muestra embriones normales de distintas edades.
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