Discreta locura
Con Juana la Loca pasa algo parecido a lo que Will Cuppy explica que sucede en los libros con Lucrecia Borgia. Ni la supuesta envenenadora manejaba la cantarela con tal destreza ni la reina enamorada estaba tan pirada. Tampoco parece que Felipe el Hermoso fuera tan majo como lo pintan. A Juana la Loca las biograf¨ªas de medio pelo y la iconograf¨ªa decimon¨®nica la han marcado, dir¨ªase estigmatizado (Ludwig Pfandl primero y Olaizola despu¨¦s atemperan con prudencia estos extremos), obviando su papel pol¨ªtico y las circunstancias reales de su dram¨¢tico peregrinar. Alicia Alonso hizo un ballet hom¨®nimo en los a?os ochenta. Se sabe que A¨ªda G¨®mez preparaba en el BNE una obra similar.
Anteayer por la noche, con m¨¢s de 40 minutos de retraso y un absurdo desfile de famosos de diverso pelaje, c¨¢maras televisivas y fot¨®grafos, el esperado estreno de Sara Baras fue acogido con entusiasmo y ella personalmente convenci¨®.
En el gui¨®n del ballet falta materia, no ya hist¨®rica (que una obra de danza no necesariamente debe usar) sino pl¨¢stica, elementos capaces de crear escenas con m¨¢s fantas¨ªa y acaso, tensi¨®n interna. La coreograf¨ªa juega con lo coral en formato medio, una corte que va y viene, arropa y hostiga a la protagonista dentro de unas formaciones convencionales, bien resueltas, pero sin demasiada continuidad expresiva. Los bailarines est¨¢n bien escogidos y se mueven con soltura dentro de lo que se les exige.
Y Sara Baras ha estado contenida, puede decirse que hasta distante. Su Juana la Loca roza el drama desde el baile y el gesto, pero mantiene la compostura, lo que es de agradecer. Otra cosa es cierta impersonalidad del montaje al huir de la ambientaci¨®n de ¨¦poca y otras referencias puntuales, lo que llega a enfriar m¨¢s que a enriquecer una pretendida atemporalidad.
El vestuario de Pedro Moreno es eficaz, de gamas apagadas muy bien entonadas y recordando a veces el vestuario prerafaelita de una tragedia neocl¨¢sica; las luces de You son exactas y dibujan el baile, mientras que la m¨²sica, sin alardes, cumple. Su primer momento, donde temas antiguos se mezclan al nuevo flamenco, promet¨ªa unos evocadores sonidos que luego no se vuelven a escuchar y que podr¨ªan hacer dado una l¨ªnea sonora tan original como eficaz.
Y hay que se?alar que el baile de Baras se ha suavizado, su taconeo sigue siendo fuerte y profundo, pero esa percusi¨®n es usada con mesura, sin exceso; y sus brazos hicieron, por momentos, las veces de un di¨¢logo de enso?aci¨®n.
Babelia
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