Una nueva visi¨®n del vecino del Sur se abre camino en Estados Unidos
'Yo quiero construir puentes, no paredes', pregon¨® en castellano George Bush durante su campa?a electoral. El pol¨ªtico tejano puso ayer manos a la obra en su visita a M¨¦xico, la primera al extranjero que efect¨²a como presidente de EE UU. El momento fue considerado propicio por los medios y la clase pol¨ªtica estadounidenses. Los buenos resultados del Tratado de Libre Comercio (TLC) para los dos pa¨ªses, la esperanza despertada por la renovaci¨®n democr¨¢tica que representa Vicente Fox, la simpat¨ªa personal de Bush por M¨¦xico y la buena qu¨ªmica personal entre los dos presidentes abren en Washington el camino a una nueva visi¨®n de las relaciones con el vecino del Sur.
M¨¦xico ya no es s¨®lo fuente de inmigrantes ilegales y tr¨¢fico de drogas para EE UU. Desde el TLC, es tambi¨¦n su segundo socio comercial, tras Canad¨¢, habiendo desplazado a Jap¨®n. Las exportaciones estadounidenses a M¨¦xico han subido un 147% desde 1993, y las importaciones de productos mexicanos, un 215%. M¨¦xico tiene ahora super¨¢vit comercial en su relaci¨®n con el vecino del norte, pero, como eso ha coincidido con la d¨¦cada de mayor prosperidad econ¨®mica estadounidense, los temores al TLC han ido disminuyendo.
Bush, que al chapurrear espa?ol se convierte en el primer presidente que habla algo m¨¢s que ingl¨¦s desde Herbert Hoover (1929-1933), est¨¢ utilizando la crisis energ¨¦tica de California para vender su idea de cooperaci¨®n en esa materia entre los dos pa¨ªses ribere?os del r¨ªo Grande. Desear¨ªa que Fox abriera a la inversi¨®n extranjera el poderoso sector p¨²blico mexicano del gas y el petr¨®leo. Es una novedad que se a?ade a viejas reivindicaciones estadounidenses como un mayor control mexicano de la inmigraci¨®n ilegal y el narcotr¨¢fico.
Liquidar la 'certificaci¨®n'
Pero, incluso en este ¨²ltimo cap¨ªtulo, la visi¨®n de Estados Unidos evoluciona, como lo prueba el ¨¦xito de taquilla y las candidaturas a los premios Oscar de Traffic, un filme nada maniqueo en el que ni todos los mexicanos son malos ni todos los estadounidenses son buenos. Bush parece sensibilizado ante la reivindicaci¨®n mexicana de que EE UU liquide el humillante proceso de certificaci¨®n anual de los esfuerzos de su vecino contra los estupefacientes. Ins¨®litamente defensor de la inmigraci¨®n para ser republicano, tambi¨¦n presta o¨ªdos a la idea de incrementar el cupo de trabajadores legales mexicanos.
Un cambio cultural, subrayado por gente como el escritor Carlos Fuentes, est¨¢ detr¨¢s del incipiente nuevo aperturismo gringo. Con 34 millones de hispanos, EE UU se est¨¢ convirtiendo en un pa¨ªs biling¨¹e, un pa¨ªs que habla ingl¨¦s, castellano y esa mezcla de los dos llamada spanglish. 'Ya somos una de las mayores naciones hispanohablantes del mundo', dice un muy satisfecho Bush. Lo mexicano, desde la m¨²sica a la cocina, lleva a?os de moda en la superpotencia.
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