El pasado, la impotencia y la n¨¢usea
Hay ocasiones en que la pol¨ªtica en las democracias medi¨¢ticas da especial n¨¢usea. Sin duda ayer fue una de ellas. Resulta que la fiscal¨ªa de Francfort acepta encantada unas turbias denuncias de falso testimonio contra el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, y se apresura -?Dios, qu¨¦ premura!- a pedir el levantamiento de su inmunidad parlamentaria. ?Qu¨¦ habr¨¢ hecho este ministro? Dicen que prest¨® falso testimonio bajo juramento en el juicio contra Hans Joachim Klein por la participaci¨®n de ¨¦ste en el asalto de la sede de la OPEP en Viena en 1975. Klein fue condenado el jueves a nueve a?os de prisi¨®n. Fischer hab¨ªa declarado en este juicio como compa?ero de Klein en la oposici¨®n extraparlamentaria en Francfort a?os antes de que Klein, como otros, optara por el terrorismo.
Fischer nunca ha ocultado sus or¨ªgenes pol¨ªticos. Tampoco podr¨ªa, por lo notorios que fueron desde aquellos a?os turbulentos que van desde 1968 hasta el tr¨¢gico y sangriento 1977 en que la Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo sumi¨® a Alemania en el espanto. Pero s¨ª a principios de los setenta, a¨²n conviven muchos sectores antisistema en Alemania, para mediados de la d¨¦cada, el factor terrorismo hab¨ªa cambiado el espectro. Estos detalles no importan mucho a quienes est¨¢n alimentando lo que ya se perfila como una aut¨¦ntica caza de brujas contra quienes han osado arrebatar el poder a una derecha cristianodem¨®crata perfectamente corrupta por la era Helmut Kohl y que ahora est¨¢ haciendo gala de una impotencia humillante e inanidad pol¨ªtica alarmante en la oposici¨®n. La CDU y la CSU est¨¢n en la perfecta miseria. Es un hecho diariamente comprobable. Intentan salir de ella con recursos que no son propios. Y s¨®lo son m¨¢s miseria.
Resulta que una terrorista jubilada, Margit Schiller, afirma que vivi¨® varios d¨ªas en casa de Fischer en 1973. Y Fischer no se acuerda de la tal Schiller. Y Fischer no se acuerda de muchas cosas de entonces. Quien conociera las comunas izquierdistas de Francfort en aquellos a?os, el movimiento de gente en las mismas, la promiscuidad, el cl¨¢sico saludo matinal a la desconocida o desconocido que yac¨ªa en la cama con cualquiera de los miembros de la WG (comuna), las cenas pol¨ªticas, los autoinvitados y todo ese trasiego, saben que es un absurdo, cuando no una canallada, el intentar 25 a?os despu¨¦s, acusar de perjurio a alguien porque no se acuerda de alguien.
Lo que empez¨® como una excentricidad y un fr¨ªvolo recurso a las malas artes por parte de una oposici¨®n postrada, se ha convertido ya en una campa?a de perversi¨®n comparable a la que los antecesores de estos cristianodem¨®cratas lanzaron contra Willy Brandt, al que acusaban de 'traidor' por haber sobrevivido al nazismo fuera de Alemania. Con sus ataques contra Fischer, Otto Schilly y J¨¹rgen Trittin, la derecha y sus medios quieren compensar su propia inexistencia. Se trata de un ataque coordinado para criminalizar a toda una generaci¨®n pol¨ªtica cr¨ªtica que es la que ha hecho de Alemania, entonces y ahora, un pa¨ªs muy distinto. La CDU que llev¨® a la c¨²pula del Estado a nazis notorios como Filbinger o Kiesinger, magistral ella en ocultar pasados realmente tenebrosos, busca ahora huecos en la agenda mnemot¨¦cnica de Fischer para desequilibrar a este Gobierno. Llegados a este punto es ya dif¨ªcil saber si lo lograr¨¢n o no. Pero s¨ª es de esperar que quienes se apunten a este mis¨¦rrimo carro de pugna pol¨ªtica lo paguen muy caro.
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