Sobre la ¨¦tica de una F¨¢brica
La instalaci¨®n La F¨¢brica es un proyecto de Marisa Gonz¨¢lez y fue llevado el a?o pasado a categor¨ªa de exposici¨®n, bajo la tutela de la Fundaci¨®n Telef¨®nica. Ahora se ha montado en Barakaldo, en el edificio Ilger-Cedemi, dentro de la programaci¨®n de la sala Rekalde de Bilbao. A partir de la noticia de que iba a ser derribada la f¨¢brica Harino-Panadera -as¨ª su nombre, tal los recuerdos de nuestra ni?ez-, que estaba ubicada la calle Iralabarri, a la altura de la plaza de toros de Vista Alegre, Marisa Gonz¨¢lez consigue los permisos oportunos para tomar fotograf¨ªas y filmar v¨ªdeos de aquello que fue en su d¨ªa lugar de manufactura de harina y provisi¨®n de pan para los bilba¨ªnos.
El trabajo presentado en la instalaci¨®n deja ver algunos aspectos de lo que fue realidad a?os atr¨¢s. Grandes fotograf¨ªas ense?an las tripas de una f¨¢brica fundada cien a?os antes de ser derribada, con m¨¢quinas trituradoras de trigo, silos donde se almacenaba el grano, toboganes de hierro por donde discurr¨ªan las mercanc¨ªas. Lo que fue y ya no es conforma el testimonio de un pasado esplendente, m¨¢s tarde reducido a puro detritus. Sabemos que toda realidad posee un futuro abocado indefectiblemente a su extinci¨®n.
En una sala oscura se proyectan -simult¨¢neamente en tres telones- tres v¨ªdeos filmados en los momentos de los derribos. Se observa que en torno al mismo tema los tiempos secuenciales son diferentes. El movimiento de las im¨¢genes se alza con fuerza, veracidad y patetismo sobre el estatismo de las fotograf¨ªas. Las manipulaciones que se insertan en algunas fotograf¨ªas no aportan nada de inter¨¦s al desarrollo total.
En otra sala oscura se proyecta contra el suelo un haz de 24 textos diapositivados sobre el soporte de 24 l¨¢mparas. Son textos controvertidos, algunos paternalistas y reaccionarios. Pero lo que realmente choca y repele en esa sala es que se haya utilizado un nutrido racimo de c¨¦dulas matrimoniales de algunos de los obreros y empleados que pasaron por Harino Panadera, todas ellas expedidas a partir de los a?os cuarenta.
Aunque se ha hecho con una intenci¨®n exclusivamente testimonial, a la postre resulta vejatorio. En cartillas, pasadas por el Registro Oficial, los nombres de las parejas matrimoniales, con sus rostros fotografiados, marcan sus oficios y empleos. Los hombres datan lo que fueron en el momento de la boda, ch¨®feres, mineros, jornaleros y otros etc¨¦teras afines, y las mujeres se?alan que pertenecen a sus labores, la mayor¨ªa, en tanto algunas, sin saber expresarlo bien, ponen como ocupaci¨®n de tres diferentes maneras: su sexo o bien a su sexo o su casa...
No tiene ninguna gracia. Y mucho menos tiene gracia alguna haber utilizado unos documentos que son privados para llevarlos al plano p¨²blico. Al entrar en esa sala aquellos documentos privados, con im¨¢genes que parecen sacadas casi de un archivo policial, golpean en los espectadores. Son im¨¢genes humillantes, que duelen mientras las vemos.
Se podr¨¢ decir que esas cartillas corresponden a una inapelable realidad, porque son las que pertenecieron a obreros de esa empresa concreta. ?No hubo due?os, consejeros, y altos ejecutivos en esa empresa? ?Se ha querido preservar su privacidad? Muy justo. Pues bien, esa misma privacidad merecen quienes han visto vulnerado sus leg¨ªtimos derechos. Poco vale la est¨¦tica si no va de la mano de la ¨¦tica.
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