Pacto inmigrante

El efecto taumat¨²rgico que el Gobierno atribuy¨® a su Ley de Extranjer¨ªa -nada de efecto llamada y ley coladero, que eran cualidades de la anterior- se ha esfumado a las primeras de cambio; es decir, cuando ha tenido que enfrentarse a los problemas reales para muchos de los cuales carece de respuesta. Las pateras repletas de inmigrantes sin papeles siguen llegando a las costas del sur -ayer fueron capturados 198 subsaharianos en aguas cercanas a Tarifa- y la oferta de 'inmigraci¨®n ordenada' que, seg¨²n el Gobierno, representa su ley no es capaz siquiera de satisfacer la actual demanda de mano de obra de determinados sectores productivos de la econom¨ªa. El Gobierno da muestras, por m¨¢s que intente ocultarlo, de sentirse desbordado por la situaci¨®n y empieza a reconocer paladinamente que la correcta gesti¨®n del fen¨®meno migratorio necesita de la colaboraci¨®n de muchos: fuerzas pol¨ªticas, comunidades aut¨®nomas, Uni¨®n Europea, instancias empresariales y organizaciones sociales.

En estas circunstancias se hace notar la ausencia de un acuerdo pol¨ªtico y social de mayor alcance que el que ha servido de soporte a la actual ley. Tras su inicial rechazo a la renovada oferta de pacto que le ha hecho el secretario general del PSOE, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el Gobierno parece mostrarse m¨¢s receptivo a condici¨®n de que no se toque su ley. Sin embargo, la actual Ley de Extranjer¨ªa est¨¢ seriamente averiada por una realidad que la desborda -y en parte la convierte en papel mojado-, lo que hace urgente un acuerdo lo m¨¢s amplio posible sobre su aplicaci¨®n.

El desarrollo reglamentario de la ley podr¨ªa ser el punto de partida de ese acuerdo, siempre que no se insista, como se deduce de los primeros borradores, en endurecer todav¨ªa m¨¢s sus trazos m¨¢s duros. Es impensable que pueda haber un pacto si el Gobierno insiste en hacer una lectura esencialmente policial del proceso migratorio: centros de inmigrantes bajo control de Interior, valoraci¨®n policial de la capacidad de adaptaci¨®n del inmigrante a la sociedad, incautaci¨®n por la polic¨ªa de fronteras de los billetes de retorno, etc¨¦tera. Y si se empe?a en endurecer los tr¨¢mites de obtenci¨®n de los permisos de residencia y trabajo, dificultando con ello la integraci¨®n del inmigrante que proclama la ley. Por ese camino ser¨¢ muy dif¨ªcil que la inmigraci¨®n adquiera 'el h¨¢bito de la legalidad' que tanto echa en falta el ministro Mayor Oreja. Habr¨ªa que pactar una pol¨ªtica que, al tiempo que pone en marcha todos los resortes del Estado para garantizar una inmigraci¨®n legal en origen, fijando contingentes anuales acordes con las necesidades, no d¨¦ la espalda a situaciones inicialmente ilegales, pero que pueden dejar de serlo en condiciones razonablemente accesibles al inmigrante.