Djalminha, el gran trapecista
El delantero brasile?o, asegura Irureta, 'se transform¨® cuando vio que en el Deportivo pod¨ªa ganar una Liga'
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El destino de la Liga se comprimi¨® en un solo minuto. Eran las diez y veinte de la noche del s¨¢bado en Riazor, el Madrid ganaba por 0-2 y Figo cometi¨® penalti sobre Djalminha. Si el Deportivo fallaba, tras haber desperdiciado otra media docena de ocasiones, dif¨ªcilmente se recuperar¨ªa ya del golpe psicol¨®gico y el Madrid volver¨ªa a casa con m¨¢s de medio t¨ªtulo en el bolsillo. La tensi¨®n despleg¨® su filo sobre el estadio y un hombre con gesto visionario tom¨® la pelota, la coloc¨® en el c¨¦sped, hizo un amago, la golpe¨® suavemente y la introdujo en la porter¨ªa en una semivaselina. Era un penalti a lo Panenka, una suerte futbol¨ªstica en la que el l¨ªmite entre lo excelso y lo rid¨ªculo se reduce a dimensiones microsc¨®picas. Y Djalminha lo lanz¨® as¨ª, como si en vez de decidirse la Liga estuviera jugando con los ni?os en el campo de f¨²tbol-playa que se ha construido en casa.
Javier Irureta, el entrenador del Deportivo, se sonr¨ªe al recordar la jugada. 'Por m¨ª', dice, 'como si lo tira de espaldas y d¨¢ndole de tac¨®n. Yo s¨®lo le voy a pedir cuentas si lo falla'. Y Djalminha lo sabe muy bien. 'No he fallado nunca un penalti lanzado as¨ª, pero el d¨ªa que lo haga no me lo dejar¨¢n tirar m¨¢s', reconoc¨ªa hace unos meses. Mientras ese fallo no llegue, que siga la fiesta. Todos los que le conocen est¨¢n convencidos de que si tuviese un penalti en el ¨²ltimo minuto de la final del Mundial har¨ªa lo mismo sin pararse a pensar en las consecuencias del error.
Vivir al l¨ªmite es una necesidad para Djalminha. ?l no ha nacido para disputar esos partidos que son como ir a la oficina y cumplir un horario. A ¨¦l le gusta jugarse la vida en el trapecio, especialmente esas noches en que el circo est¨¢ repleto de gente y todos los focos le apuntan. Como el pasado s¨¢bado ante el Madrid, al que ¨¦l solo dio un repaso completo. 'Parece que necesitara grandes est¨ªmulos', dice Irueta; 'nada le motiva tanto como esos partidos que sabe que van a tener mucha repercusi¨®n'.
Esa necesidad de apuntar siempre a lo m¨¢s alto, de sumarse ¨²nicamente a las empresas de riesgo, estuvo a punto de apartarle del Deportivo. Lleg¨® a un club que consideraba uno de los grandes de Espa?a y se encontr¨® con un equipo gris y confuso, herido de muerte por la marcha de Rivaldo, a quien rinde admiraci¨®n. Con Irureta la relaci¨®n no fue f¨¢cil: 'Yo le sent¨¦ en el banquillo y le dije que ten¨ªa que cambiar si quer¨ªa triunfar en Europa. A veces se pasaba partidos enteros intentando hacer ¨²nicamente una jugada'.
A principios de la pasada campa?a, parec¨ªa aburrido y pidi¨® que le cedieran al Vasco da Gama. 'Estaba obsesionado con jugar el Mundialito de clubes', recuerda Irureta; 'pero yo me encontr¨¦ con que Fran hab¨ªa ca¨ªdo lesionado para una larga temporada y ped¨ª al club que se quedara'. En apenas dos meses Djalminha iba a sufrir una gran transformaci¨®n. 'En la octava jornada', recuerda Irureta, 'nos pusimos l¨ªderes y entonces ¨¦l se dio cuenta de que pod¨ªa ganar una Liga. Se identific¨® m¨¢s con el equipo y su motivaci¨®n cambi¨® totalmente. Desde entonces, es evidente que se trata de un jugador distinto: se esfuerza, juega para el equipo y, cuando se mete en los partidos, tiene una capacidad de abstraerse que supera a la mayor¨ªa de los futbolistas'. Y as¨ª, encaramado al trapecio, Djalminha ya no ha vuelto a aburrirse m¨¢s.
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