La tentaci¨®n del populismo xen¨®fobo
En pleno conflicto de interpretaciones sobre qui¨¦n manda en Converg¨¨ncia, si Pujol o Mas, resultar¨¢ que ni uno ni otro, sino Marta Ferrusola. La reacci¨®n de ambos l¨ªderes a las expresiones xen¨®fobas que Ferrusola utiliz¨® en Girona augura un pat¨¦tico final para uno y es un lamentable comienzo para el otro.
Pujol y Mas han convenido en que las palabras de Ferrusola quiz¨¢ eran incorrectas, pero que ten¨ªan el valor de decir lo que opina mucha gente. La diatriba de do?a Marta s¨®lo puede ser una sorpresa para quien quiera sorprenderse y s¨®lo es una novedad para quien sufra encefalopat¨ªa espongiforme ideol¨®gica como efecto del contagio producido por el honorable silencio que preside la sociedad catalana. Porque lo que la Ferrusola ha puesto de manifiesto es algo que sab¨ªamos todos menos los que hayan hecho de la correcci¨®n nacionalista transversal (la masa fofa ideol¨®gica que atraviesa fronteras entre derecha e izquierda) su segunda naturaleza: que el nacionalismo catal¨¢n, como todos los nacionalismos -y el que conozca una sola excepci¨®n que me la cuente-, tiene un sector xen¨®fobo importante. Mientras las cosas van bien es f¨¢cil mantener neutralizados a estos sectores -aunque al PP, por ejemplo, se le descontrolan a menudo, como en El Ejido. En Catalu?a, la coincidencia de la decadencia nacionalista y el fen¨®meno de la inmigraci¨®n crea un marco de condiciones ¨®ptimo para que emerja lo inconfesable.
Que la se?ora Ferrusola haya educado a sus hijos de modo que les fuera imposible jugar en el parque cuando s¨®lo hab¨ªa ni?os que hablaban en castellano lo dice todo sobre el pensamiento de esta dama. Ha pasado un mont¨®n de a?os desde entonces y el p¨¢nico y el rechazo que le generaban los charnegos se lo generan ahora los moros y los sudacas que hablan en castellano pero no se molestan en aprender catal¨¢n. Las siempre personales e intransferibles razones de matrimonio no justifican en este caso la comprensi¨®n que el presidente ha tenido con su se?ora. Tal generosidad arruina los esfuerzos de Pujol en art¨ªculos recientes para demostrar su sensibilidad y preocupaci¨®n responsable por la cuesti¨®n migratoria e invita a sospechar que lo m¨¢s importante de sus art¨ªculos no eran sus interesantes reflexiones sobre la responsabilidad y obligaciones de todos, sino la abracadabrante apelaci¨®n a los inmigrantes para que se sientan catalanes. Por esta v¨ªa el presidente entra en sinton¨ªa con su mujer. Mas ni siquiera tiene la excusa del marido. Aunque pol¨ªticamente se le considera un ahijado de la se?ora Ferrusola, su futuro estar¨¢ en funci¨®n de su capacidad para volar lejos del nido y con autonom¨ªa suficiente. Con lo cual, su actitud es a¨²n menos comprensible.
Las palabras de Ferrusola son una irresponsabilidad porque envalentonan a los sectores sociales m¨¢s xen¨®fobos, pero finalmente all¨¢ ella y la miseria moral que rezuma su discurso. Lo significativo pol¨ªticamente es que dos l¨ªderes del nacionalismo convergente se suban al tren de la ilustre dama, aunque sea sin aplaudir. Ante la imposibilidad de encontrar elementos de racionalidad moral a la actitud de Pujol y de Mas, hay que apelar a la racionalidad instrumental, y entonces la cosa adquiere mayor gravedad. ?Qu¨¦ pueden pretender Pujol y Mas mostr¨¢ndose comprensivos con la sarta de desprecios a los inmigrantes y la rid¨ªcula autocomplacencia de Ferrusola? Ambos han dado la pista: hay mucha gente que piensa as¨ª. ?Lo que quieren es hacer la corte a toda esta gente?
Todos sabemos que CiU vive una crisis de final de etapa. Pujol ya ha iniciado la cuenta atr¨¢s, y Mas es una caja por destapar que no ha dado todav¨ªa signos suficientes para saber si puede cambiar el signo de la decadencia nacionalista. Ante el peligro de que, despu¨¦s de 20 a?os de monopolio, en la pr¨®xima cita electoral Converg¨¨ncia i Uni¨® pueda perder el poder, puede pensarse que utilizar¨¢n, como es l¨®gico y leg¨ªtimo, cuantos recursos democr¨¢ticos est¨¦n en su mano para evitarlo. ?En el v¨¦rtigo de la p¨¦rdida del poder estar¨¢ la clave de su empe?o en dar naturalidad a las declaraciones de Ferrusola? ?Quieren aprovechar el fen¨®meno de la inmigraci¨®n para echar mano del peor nacionalismo populista y xen¨®fobo? Puede que esta estrategia les diera votos, pero ser¨ªa una grave irresponsabilidad que marcar¨ªa para siempre al que se va y al que llega.
Algunos dir¨¢n que CiU siempre ha sido as¨ª y que, a lo sumo, lo que ha hecho la Ferrusola es destapar las esencias de su familia ideol¨®gica. No lo creo. Puede discreparse de la idea de Catalu?a que el pujolismo ha convertido en hegem¨®nica. Me parece que bajo el principio de una supuesta integraci¨®n de la inmigraci¨®n espa?ola, lo que se ha conseguido ha sido una cierta neutralizaci¨®n que ha reducido la expresi¨®n pluralista de la sociedad catalana. Pero en esta operaci¨®n ha participado muy activamente buena parte de la izquierda, de modo que la responsabilidad no es imputable en exclusiva al pujolismo, sino a cierta sopa ideol¨®gica catalanista que va mucho m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de convergencia. Pujol ha parecido siempre preocupado por evitar que las diferencias de origen rompieran la cohesi¨®n social. Su propia definici¨®n de catal¨¢n -el que vive y trabaja en Catalu?a-, aunque a estas alturas pueda parecer una cursilada, es muy avanzada respecto, por ejemplo, al concepto de vasco que tiene el nacionalismo en Euskadi. Por eso es m¨¢s sorprendente esta salida de tono de ¨²ltima hora. El presidente deber¨ªa mirarse en el espejo. ?l, que tantas veces ha alardeado de ir contracorriente y de decir lo que conviene al pa¨ªs aunque le haga perder votos, ?se reconoce a s¨ª mismo? Pujol ha expresado muchas veces su preocupaci¨®n por tener un buen final, asombrado por el destino que la historia ha deparado a l¨ªderes como Helmut Kohl. De todos los finales el peor ser¨ªa ¨¦ste: que se apuntara al populismo xen¨®fobo para salvar los muebles.
Dudo que sean mayor¨ªa los que piensan como Ferrusola. Tengo mejor opini¨®n de mis conciudadanos. Pero si fuera as¨ª, la opini¨®n de la mayor¨ªa no justifica nada cuando es xen¨®foba y, por tanto, antidemocr¨¢tica, y la obligaci¨®n de un pol¨ªtico democr¨¢tico es luchar contra la xenofobia -aunque pueda costarle votos-, explicar su sinsentido y desarrollar pol¨ªticas que refuercen la cohesi¨®n social. Pujol, a quien le gusta tanto la pedagog¨ªa pol¨ªtica, ten¨ªa una buena oportunidad de practicarla explicando por qu¨¦ su mujer est¨¢ profundamente equivocada.
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