Fern¨¢n-G¨®mez publica una comedia sobre el desencanto de la vejez
Haro Tecglen prologa 'Los invasores del palacio'
Esas mismas palabras se pueden aplicar a la conferencia de prensa, que fue una verdadera delicia, una exhibici¨®n de la inteligencia cr¨ªtica de Fern¨¢n-G¨®mez.
Haro brome¨® diciendo que hab¨ªa venido con ¨¦l por si se enfadaba: 'As¨ª sigo yo despu¨¦s'. Pero Fern¨¢n-G¨®mez no s¨®lo no se enfad¨®, sino que aguant¨® una hora de preguntas con el mejor talante. Tirando de iron¨ªa y retranca, record¨® que la obra se estren¨® en el teatro Arriaga, de Bilbao, en 1999, y se program¨® luego en Talavera de la Reina (Toledo), aunque ¨¦l no pudo verla entonces y duda mucho que lo pueda hacer ahora: 'El empresario dice que no encuentra los actores adecuados'.
Lo bueno es que se puede leer, y de hecho se lee de un tir¨®n, y entre carcajadas. La acci¨®n se sit¨²a en el decr¨¦pito palacio del marqu¨¦s de Trespasos, en pleno campo de la provincia de Madrid. Rodeados de goteras, puertas que no cierran bien y cisternas que no funcionan, viven David, el marqu¨¦s, que pinta cuadros abstractos y toca el ¨®rgano el¨¦ctrico; Basilio, su mayordomo desde hace un mes, y, en el otro ala de la casa, Eulalia, la marquesa, simple como un cubo y de desmayo f¨¢cil.
La idea de la pieza, explic¨® Fern¨¢n-G¨®mez, surgi¨® cuando se enter¨® de que el marqu¨¦s de Gri?¨®n hab¨ªa instalado en una de sus fincas uno de esos parques donde las fieras andan sueltas. ?sos son Los invasores del palacio: leones, monos, jirafas, elefantes... Tambi¨¦n le intrigan mucho al autor esas personas 'que quieren m¨¢s a los animales que a sus amantes, novios o maridos', y la obra tambi¨¦n lo refleja desde el absurdo: el marqu¨¦s intima con un elefante y una jirafa. Por ¨²ltimo, el autor se nutri¨® de una noticia real: turista devorada por le¨®n.
Fern¨¢n-G¨®mez se resiste a encasillar el libro como teatro, porque form¨® parte en su d¨ªa de la novela El ascensor de los borrachos. Ese orde?o integral de los textos es, al parecer, 'vicio, man¨ªa o defecto' habitual del autor. Seg¨²n cont¨®, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n le dijo en cierta ocasi¨®n: 'Esto no es un libro, esto es una vaca'.
?Y le gusta c¨®mo ha quedado la obra? '?Y qu¨¦ voy a decir yo si tengo al editor aqu¨ª sentado al lado?', contest¨®. 'Prefiero no responder a eso. Esto es un producto comercial. No podr¨ªa dar mi opini¨®n verdadera'.
El actor, director, guionista, articulista, acad¨¦mico, novelista, autor dram¨¢tico, etc¨¦tera, afirm¨® tambi¨¦n que seguir¨¢ interpretando 'papeles de se?or caduco y sentado, sin hacer movimientos violentos como subir una escalera o arrastrarse por el suelo', y anunci¨® que uno de ellos ser¨¢ en El embrujo de Shangai, la pel¨ªcula que prepara Fernando Trueba.
Taxis y se?oritas
'Todo es una cuesti¨®n econ¨®mica', explic¨®. 'Preferir¨ªa pasarme el d¨ªa s¨®lo escribiendo y dejar de actuar. Sobre todo, porque he actuado mucho m¨¢s que he escrito. Pero todav¨ªa no puedo alimentarme s¨®lo de escribir. Vivimos en una sociedad capitalista, que no paga lo mismo por estar toda la vida sentado escribiendo sonetos que por estarte un d¨ªa sentado actuando en una pel¨ªcula'.
?As¨ª anda despu¨¦s de toda una vida?, le pregunt¨® alguien. 'Unos dicen que me he gastado todo el dinero que he ganado en taxis, y es verdad que yo he ido mucho en taxi. Otros creen que me lo he gastado en se?oritas, y es verdad que las se?oritas me han gustado siempre aunque fuera para un trato superficial. En la ¨¦poca en que yo ligaba no se consideraba correcto que pagaran ellas, ni pagar a medias. Otras veces recurr¨ªa a se?oritas de alterne, o de sala de fiestas, como se dec¨ªa en el franquismo. As¨ª que otros dicen que me lo he gastado todo en el alterne. No s¨¦. Pero el caso es que no tengo el dinero suficiente para asegurar el tiempo que quede por delante'.
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