Un PHN manifiestamente insostenible
El debate sobre el Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN) puede abordarse desde diversas ¨®pticas. Una de ellas es la ideol¨®gica. Ah¨ª coinciden en sus art¨ªculos, aunque con matices, personas tan diversas como Ram¨®n Mart¨ªn Mateo, Eduardo Zaplana, Juana Serna y Valc¨¢rcel. Para ellos la racionalidad econ¨®mica impone el trasvase desde el Ebro puesto que el desarrollo de Espa?a (su Alicante y/o su Murcia) no puede conseguirse sin aportes externos de agua. Nuestro marco aqu¨ª viene delimitado por el desarrollo sostenible y por la llamada nueva cultura del agua. Desarrollo sostenible que implica, a mi juicio, insistir en la cuenca como unidad de gesti¨®n, el uso del recurso renovable agua (en el que no se incluye el agua f¨®sil del subsuelo) a un ritmo que no supere su tasa de regeneraci¨®n y, sobre todo, no trasladar a otros territorios las consecuencias de nuestros excesos, y nueva cultura del agua que, seg¨²n Jos¨¦ Manuel Naredo, tratar¨ªa de 'pasar no s¨®lo de la planificaci¨®n de obras a la econom¨ªa del agua como recurso y, por ende, de la hegemon¨ªa de lo t¨¦cnico a la de lo econ¨®mico, sino que ha de superar tambi¨¦n el economicismo pecuniario de cortas miras, para razonar sobre un contexto m¨¢s global de consideraciones territoriales, sociales y ambientales'.
Las personas citadas hablan de desarrollo sostenible aunque a algunos se les escape de vez en cuando lo de desarrollo sostenido, crecimiento sostenible e incluso crecimiento sostenido. Su apoyo, de facto, a la expansi¨®n de regad¨ªos y al crecimiento tur¨ªstico encaja perfectamente en las ¨²ltimas expresiones y son un gran paradigma de insostenibilidad. Otro campo es el de los datos rigurosos, el de los hechos. Aqu¨ª el debate se intenta deliberadamente pobre. Es autista o se convierte en un di¨¢logo de besugos.
Dicen los voceros del PHN que no tiene impacto ambiental. Sin embargo, en la documentaci¨®n del anteproyecto se renuncia a elaborar una evaluaci¨®n de impacto ambiental o evaluaci¨®n estrat¨¦gica del conjunto del plan. Insisten en su idoneidad pol¨ªtico-econ¨®mica, pero no aportan un estudio econ¨®mico-financiero. Es cierto que hay una cierta evaluaci¨®n coste/beneficio del trasvase del Ebro, con una metodolog¨ªa te¨®ricamente acertada pero llena de trampas para llegar a conclusiones predeterminadas: el precio de coste (52 ptas/m3) es justo el l¨ªmite de la curva de demanda agr¨ªcola. Es decir, el precio m¨¢ximo que podr¨ªan pagar los regantes de regad¨ªos de alto rendimiento. Se trata de contentar y movilizar la fuerza social favorable al trasvase aunque despu¨¦s la realidad muestre que si el estado no subvenciona o paga los costes, s¨®lo podr¨¢n utilizar esa agua para usos urbanos.
Repiten hasta la saciedad que la Comunidad tiene un d¨¦ficit estructural pero el Plan Hidrol¨®gico de la Cuenca del J¨²car lo niega. No paran de hablar de los enormes excedentes del Ebro aunque numerosos estudios los niegan. El estado de regresi¨®n del delta del Ebro o la salinizaci¨®n de sus aguas, son datos que no pueden ignorarse. Lo mismo se dec¨ªa en su momento de los excedentes de la cabecera del Tajo y ah¨ª est¨¢ la realidad: un r¨ªo que a mitad de su recorrido discurre falto de caudales y con aguas putrefactas y un canal (Tajo-Segura) que cada vez que se pone en funcionamiento genera un enfrentamiento entre dos comunidades. O el trasvase J¨²car-Vinalop¨®, proyectado a pesar de que el primero no dispone de excedentes reales que enviar a ninguna parte despu¨¦s de que el trasvase J¨²car-Turia los absorbiera.
Quienes consideramos que el rigor debe ser una premisa esencial de cualquier estudio o debate que afecte a la gesti¨®n de recursos limitados tan importantes como el agua, no podemos infravalorar que aquellos que nos est¨¢n bombardeando con datos y propuestas de trasvases son los mismos que ignoran evidencias como ¨¦stas o que renuncian a establecer planes de eficiencia y mejora de las infraestructuras y hacen dejaci¨®n de sus obligaciones en materia de control y freno de nuevos regad¨ªos ilegales o de urbanizaciones en zonas que carecen de unos m¨ªnimos caudales. Valga como bot¨®n de muestra el estado de abandono de muchos de los embalses como ha venido a demostrar el caso del Mar¨ªa Cristina o la urbanizaci¨®n permanente del litoral. Por estas razones no podemos ignorar, en un terreno m¨¢s ad hominem, esta ausencia de credibilidad y capacidad de quienes proponen y van a ejecutar el PHN. Incapaces de gestionar bien lo que disponen, reclaman los recursos de otras cuencas para continuar por el mismo camino. La realidad de la gesti¨®n del agua en nuestro territorio, la realidad de las confederaciones hidrogr¨¢ficas, es un panorama desalentador, de absoluto descontrol y desconocimiento de las extracciones, del n¨²mero de pozos, de las superficies de regad¨ªo, de sus impactos, un abandono consciente del dominio p¨²blico hidr¨¢ulico, barrancos, etc y, como ¨²nica alternativa, la anquilosada y exclusiva confianza en la obra civil (con sus oportunidades de negocios. Nuevos Arag¨®n, Urralburu y compa?¨ªa. Lo que en EE UU llaman el Pork Barrel). En este terreno lo que propone el PHN es m¨¢s de lo mismo.
Como mi literatura es lamentablemente limitada acabar¨¦, para fijar mi posici¨®n, citando a Federico Aguilera, quien plantea 'tres status quo mentales e institucionales o, si se prefiere, tres marcos diferentes a los que podemos calificar como: m¨¢s embalses y trasvases, gesti¨®n de la demanda, gesti¨®n integrada del agua y del territorio'. El primero se explica con su mismo enunciado. En todo caso, ah¨ª est¨¢ el anteproyecto de PHN para ilustrarlo maravillosamente bien y la carencia de rigor y credibilidad de quienes lo proponen. El segundo 'introduce la cuesti¨®n de gestionar la demanda de agua, no s¨®lo, ni exclusivamente, con precios y tarifas, sino mediante un cambio en los comportamientos de los diferentes usuarios y gestores del agua. Se parte del reconocimiento de que existe un elevado potencial para el ahorro del agua y para una distribuci¨®n y un uso m¨¢s eficientes'. Para los detalles cons¨²ltese a Enrique Cabrera, voz que clama en el desierto, como ¨¦l gusta de autocalificarse. Como apunta Aguilera, la aplicaci¨®n de este marco convertir¨ªa en absolutamente obsoletos los borradores de PHN.
El tercer marco incide en que 'no hay gesti¨®n del agua sin gesti¨®n del territorio. Se tratar¨ªa de estudiar el funcionamiento de cada cuenca hidrogr¨¢fica y de las opciones de ocupaci¨®n del territorio y de los estilos de vida que sean compatibles con el funcionamiento de estas cuencas. La aplicaci¨®n de este marco exige un cambio en la noci¨®n del agua y el reconocimiento de ¨¦sta como un activo ecosocial que satisface todo un conjunto de funciones ambientales y sociales dependientes de un contexto cultural'. La conclusi¨®n, mi opci¨®n: 'gesti¨®n de la demanda y gesti¨®n integrada del agua y del territorio', ¨¦sta es la senda hacia la sostenibilidad, lo otro no es m¨¢s que una descabellada huida hacia adelante con marcha militar y marcando atributos testiculares como acompa?amiento.
Maties Riera i Villagrasa es presidente de Acci¨® Ecologista-Agr¨®.
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