La soprano Mariella Devia triunfa en Bolonia con 'Lucrecia Borgia'
El montaje y el vestuario no convencieron ni al p¨²blico ni a la cr¨ªtica
En el teatro bolo?¨¦s tambi¨¦n se escucharon abucheos porque el montaje y el vestuario no convencieron esta vez a buena parte del p¨²blico y de la cr¨ªtica.
El escenario concebido por Edoardo Sanchi se limita a una enorme esfera vac¨ªa en el interior de la cual se consuma el drama, dividido en pr¨®logo y dos actos, de la perversa y poderosa dama que llega a envenenar a su propio hijo, inadvertidamente. Lo que comienza siendo una especie de pupila desorbitada se convierte a medida que avanza la representaci¨®n en lo que realmente es, una gigantesca copa, un c¨¢liz donde Lucrecia mezcla sus p¨®cimas mortales, un c¨¢liz de agon¨ªa moral tambi¨¦n para la famosa envenenadora, cuando al final asiste impotente a la muerte del amado hijo que rechaza el ant¨ªdoto que ella le ofrece para morir -cosas de la ¨®pera- solidariamente con sus amigos.
Mariella Devia se enfrentaba por primera vez a Lucrecia Borgia, despu¨¦s de haber interpretado ya a las principales hero¨ªnas del bel canto, en La Traviata o Lucia de Lamermoor, y super¨® el reto con un sobresaliente. Sobre el escenario poco acogedor, desnudo y conceptual, con un cierto toque germ¨¢nico, la soprano demostr¨® sus extraordinarias cualidades vocales, su refinado fraseo que le permitir¨¢n repetir el ¨¦xito de Bolonia en la Scala de Mil¨¢n donde interpretar¨¢ en breve otra vez Lucrecia Borgia.
Una bella voz
La cr¨ªtica italiana no se muestra, sin embargo, del todo un¨¢nime con las condiciones de la soprano. La voz es bella, s¨ª, pero muchos le achacan una falta de empuje, de pasi¨®n, quiz¨¢s la cualidad esencial que la separa de la diva por excelencia, Maria Callas.
La ¨®pera de Donizetti se presta, con todo, al lucimiento de la soprano, especialmente en las arias del pr¨®logo y el final, con el hijo reencontrado, que muere en sus brazos. Lucrecia Borgia, supuesta hija secreta de Alejandro VI, uno de los dos Papas espa?oles que gobernaron la Iglesia cat¨®lica en los siglos XV y XVI, ha pasado a la historia como el ep¨ªtome de la envenenadora perversa. As¨ª la retrat¨® Victor Hugo, escasamente interesado en reconstrucciones hist¨®ricas cre¨ªbles, y as¨ª la inmortaliz¨® la ¨®pera de Gaetano Donizetti, estrenada en 1833, que se basa precisamente sobre el drama de Hugo. Pero ni el dramaturgo franc¨¦s ni el m¨²sico italiano (el autor del libreto fue Felice Romani) pretend¨ªan construir una obra de denuncia hist¨®rica. Lucrecia Borgia es, ante todo, un drama moral interno, el de una criatura perversa que se redime a trav¨¦s del amor, el amor de madre en este caso.
La censura pontificia oblig¨® al libretista a eludir las alusiones demasiado directas al origen real de Gennaro, el capit¨¢n aventurero que descubre con horror ser uno de los Borgia. Pero la censura es ya cosa del pasado. Los Borgia han sido rehabilitados (al menos en Espa?a) y la direcci¨®n esc¨¦nica se permite en el nuevo montaje de Bolonia aderezar la obra con recursos er¨®ticos que los autores no se habr¨ªan atrevido a imaginar siquiera. La escena de la fiesta en el palacio Negroni, que se desarrolla en un escenario convertido ya en una inmensa copa dorada, adquiere as¨ª el perfil de una verdadera org¨ªa, con sexo y alcohol a raudales. Los actores fingen el acto sexual cuando la terrible Lucrecia se presenta en la sala, portadora de noticias funestas. Las copas conten¨ªan veneno y a todos les espera una muerte inmediata por haber humillado a la poderosa duquesa de Ferrara. Mariella Devia mostr¨® su altura y su capacidad vocal ampliamente en el dram¨¢tico encuentro final con el hijo recuperado.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.