La suerte protege al Atl¨¦tico

Tocado por una suerte infinita, el Atl¨¦tico se acerca con paso decidido a los puestos de cabeza. Salieron milagrosamente vivos los rojiblancos de A Malata, un escenario embarrado que les oblig¨® a sufrir de veras. Tanto que, en realidad, les conden¨® a la derrota. Pero, lejos de quedarse sin los puntos, el Atl¨¦tico se fue de Ferrol con los bolsillos llenos. Con los tres puntos de su ag¨®nico y afortunado triunfo ante el Racing y tambi¨¦n con el jugoso empuj¨®n de los resbalones en cadena de sus rivales. El Atl¨¦tico se acerca al ascenso -est¨¢ ya a cinco puntos del Tenerife (tercero), a seis del Betis (segundo) y a nueve del Sevilla (primero)-, guiado m¨¢s que por su f¨²tbol, una virtud que a¨²n escasea en el equipo madrile?o, por un doble y decisivo factor emocional: los rojiblancos se tienen fe y est¨¢n ya seguros de que pueden llegar; y sus adversarios, que tambi¨¦n est¨¢n convencidos de sus posibilidades, comienzan a temblar al sentirle cada vez m¨¢s cerca.

El caso es que el Atl¨¦tico gan¨® en Ferrol, pero su victoria s¨®lo puede explicarse desde conceptos abstractos. El azar, la predestinaci¨®n y cosas as¨ª. Siendo flojo en su conjunto, el partido dej¨® en mejor lugar al Racing, que tuvo m¨¢s la pelota y supo construirse muchas m¨¢s ocasiones. Algunas de ellas, clar¨ªsimas. En cambio, el Atl¨¦tico remat¨® por primera vez con peligro cierto a nueve minutos del final, en un mano a mano entre Njegus y Aizkorreta, que desvi¨® ¨¢gilmente el bal¨®n a c¨®rner, y se encontr¨® con el gol de Correa justamente en el saque de esquina posterior.

Hasta ese tanto del uruguayo, que acababa de saltar al c¨¦sped, el Atl¨¦tico se dej¨® llevar por su viejo af¨¢n por complicarse la vida. Estupidez tras estupidez, jugando sobre el alambre, se fue tirando progresivamente tierra encima. Que si Mena le regalaba la pelota al estadounidense Razov, solo en el punto de penalti; que si Luque jugaba con fuego regateando en zonas prohibidas; que si Faggiani pon¨ªa a la hinchada rojiblanca al borde del infarto con una comprometida cesi¨®n con el pecho... Y que, en el c¨¦nit de la irresponsabilidad, Mena se ganaba la segunda amonestaci¨®n y, por tanto, la expulsi¨®n, con una protesta con 35 minutos por delante.

Si ya antes le hab¨ªa resultado dif¨ªcil la empresa al Atl¨¦tico, tras quedarse en inferioridad sufri¨® un un suplicio. Una tortura que elev¨® a Sergio a la categor¨ªa de h¨¦roe. Al asturiano le est¨¢n haciendo portero bruscamente, como quien decide ense?ar a nadar a su hijo tir¨¢ndole de golpe a la piscina. Parad¨®n tras parad¨®n -especialmente, dos consecutivos a bocajarro, ante Razov y Pazolo, a 20 minutos del final-, dej¨® en pie al Atl¨¦tico. Desaparecido Salva, devorados Kiko y Dani, del equipo fueron tirando un laborioso Hugo Leal y los tres centrales. Sobre todo, Juan G¨®mez, inconmensurable; un jugador cada vez m¨¢s importante en el engranaje defensivo y an¨ªmico.

El caso es que el choque ten¨ªa mala pinta para el Atl¨¦tico. Pero entonces lleg¨® la expulsi¨®n de Uriz y la nueva igualdad de fuerzas. Luego, la escapada de Njegus y, en el c¨®rner siguiente, la cabeza milagrosa de Correa. Un golpe de suerte que a¨²pa al Atl¨¦tico.