Una selectiva escuela superior francesa admitir¨¢ a los mejores alumnos de los institutos pobres
La ?cole Libre des Sciences Politiques adopta la 'discriminaci¨®n positiva' para evitar el elitismo
Entre las instituciones educativas francesas, la ?cole Libre des Sciences Politiques, popularmente conocida como Sciences-Po, ocupa un puesto clave, pues, desde su fundaci¨®n en 1872, ha suministrado al Estado una buena parte de sus ¨¦lites dirigentes. S¨®lo entre personalidades que siguen en activo, han sido estudiantes de Sciences-Po ministros como Lionel Jospin, Dominique Strauss-Kahn, Martine Aubry, Simone Veil, Jack Lang, Edouard Balladur, Michel Rocard, Jean-Pierre Chev¨¨nement y Hubert V¨¦drine; presidentes de la Rep¨²blica como Jacques Chirac; comisarios europeos como Pascal Lamy; directores generales de empresas p¨²blicas como Michel Bon (France Telecom) o Jean-Cyril Spinetta (Air France); presidentes del Parlamento Europeo como Nicole Fontaine, y secretarios generales de la ONU como Butros Butros-Ghali.
Descubrir que los estudiantes de Sciences-Po provienen de las capas m¨¢s favorecidas de la sociedad no es una sorpresa, pero s¨ª lo es que la escuela haya adoptado una iniciativa para corregir ese elitismo social discriminatorio. A partir del curso 2001-2002, Sciences-Po admitir¨¢ en su seno, al margen de quienes superen el selectivo examen de ingreso, entre 30 y 60 alumnos procedentes de institutos radicados en zonas cuyos habitantes tienen ingresos inferiores a la media francesa.
La iniciativa es, cuantitativamente, poco significativa, ya que en Sciences-Po hay en la actualidad 4.000 alumnos y cada a?o salen unos 800 diplomados. Pero los responsables de ella aseguran que se trata s¨®lo del principio.
La f¨®rmula adoptada, una variante de la 'discriminaci¨®n positiva' caracter¨ªstica de EE UU, es un convenio firmado con siete institutos no parisienses y situados en barrios pobres. Estos centros tendr¨¢n la responsabilidad de seleccionar entre sus alumnos aquellos en los que detecten m¨¢s posibilidades para cursar estudios en Sciences-Po, que, a continuaci¨®n, entrevistar¨¢ a los candidatos para analizar si tienen el potencial intelectual requerido y la capacidad de trabajo necesaria. No se trata de reservar un n¨²mero fijo de plazas para los estudiantes de las llamadas 'zonas de educaci¨®n prioritaria', sino de buscar en ellas aquellos que, por diversas razones, nunca podr¨ªan sacar provecho de su talento.
El acuerdo ir¨¢ ampli¨¢ndose a m¨¢s institutos cada a?o. La experiencia se prolongar¨¢ un m¨ªnimo de 10 a?os y entonces se har¨¢ un balance de sus resultados. Los alumnos seleccionados recibir¨¢n, al margen de las ayudas que pueda concederles el Estado por otras v¨ªas y conceptos, una beca de Sciences-Po que incluye la exoneraci¨®n de los derechos de inscripci¨®n -el equivalente de 150.000 pesetas anuales-, una ayuda equivalente a un peque?o sueldo y una cantidad destinada a pagar el alquiler de una vivienda.
Seg¨²n Madani Cheurfa, coautor de un estudio sociol¨®gico en el que se analizan las caracter¨ªsticas sociales de los estudiantes de Sciences-Po, 'la ayuda econ¨®mica, aunque es importante, no es determinante'. Explica que en la actualidad un 25% de los alumnos ya no paga derechos de inscripci¨®n, y eso no ha modificado el origen social de qui¨¦nes van al centro.
'Lo determinante es saber que puedes entrar en Sciences-Po, que tienes tanto derecho como los dem¨¢s', a?ade Cheurfa. 'Se trata de volver a poner en marcha el ascensor social, que el m¨¦rito vuelva a ser una v¨ªa para mejorar tu suerte. Somos un centro p¨²blico, con vocaci¨®n de servicio p¨²blico, y es dif¨ªcil de aceptar que, por ejemplo, si los obreros son el 20% de la poblaci¨®n francesa, sus hijos s¨®lo representen el 0,25% de quienes estudian en Sciences Po'. Para este experto, la cuesti¨®n econ¨®mica puede resumirse as¨ª: 'Disponemos de recursos para ayudar a quienes lo precisan, pero la discriminaci¨®n comienza antes'.
La importancia de la iniciativa radica, adem¨¢s, en la din¨¢mica que puede crear. 'Desde que la hicimos p¨²blica, muchos centros est¨¢n interesados en sumarse a ella. Y no es aventurado pensar que los otros grandes centros que tiene el Estado para preparar cuadros directivos -como la Polytechnique o la ?cole Normale- sigan nuestros pasos', a?ade Cheurfa.
Cifras a favor de los privilegiados
Aunque el prestigio y la fama de Sciences-Po tiene su origen en el gran n¨²mero de personalidades pol¨ªticas que han pasado por sus aulas, lo cierto es que el 80% de sus diplomados se incorpora luego al mundo de la empresa y s¨®lo un 15% va a parar a la Administraci¨®n p¨²blica. El 5% restante se dedica a la investigaci¨®n o a la ense?anza. Pero ese 15% tiene un gran peso, como lo prueba el que el 80% de los alumnos sean admitidos en la ENA (?cole Nationale d'Administration) o que en un reciente concurso de la escuela nacional de la magistratura el 71,1% de los candidatos preparados por Sciences-Po hayan obtenido plaza. La procedencia de esa futura ¨¦lite viene marcada por la endogamia: el 81,5% de quienes estudian en Sciences-Po son hijos de empresarios, intelectuales, profesionales liberales o cuadros dirigentes, es decir, lo que tradicionalmente se resume diciendo que pertenecen a las 'clases superiores'. Los hijos de obreros oscilan entre el 1% y el 0,25%, seg¨²n el a?o; los de campesinos no superan el 1,5%, y los de los empleados, el 2%. Los porcentajes de candidatos, es decir, de quienes se presentan a las pruebas de ingreso, son distintos: las 'clases superiores' representan el 63%. En relaci¨®n con la universidad cl¨¢sica, en Sciences-Po, los hijos de empleados est¨¢n representados seis veces menos y los de los obreros, 12 veces menos.
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