'Cualquier ley de extranjer¨ªa ser¨¢ siempre infame por s¨ª misma'
La quinta edici¨®n del Congreso Vasco de Sociolog¨ªa ha contado con la participaci¨®n de destacados especialistas que han completado con sus conferencias las m¨¢s de 200 comunicaciones presentadas por los asistentes. Jordi Borja Sebasti¨¢ (Barcelona, 1941) fue el encargado de tratar sobre el futuro de las ciudades, desde su amplia experiencia como gestor (fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona por el PSC) y como te¨®rico y analista de la convivencia en las grandes ¨¢reas urbanas. Su diagn¨®stico est¨¢ claro: hay que recuperar el centro de las ciudades como espacio p¨²blico donde vivan todos sus habitantes como ciudadanos con todos los derechos.
Pregunta. ?Las ciudades vuelven a cobrar el peso que tuvieron en la Antig¨¹edad, en detrimento de otras organizaciones como el estado-naci¨®n?
'Un problema grave de la ciudad actual es la p¨¦rdida de la calidad del espacio p¨²blico en beneficio de los centros comerciales'
Respuesta. Las ciudades siempre han sido unas entidades que viven en simbiosis con sus entornos. Su sustancia no ha variado desde su nacimiento en la Antig¨¹edad como fruto del excedente agr¨ªcola, para ser lugar del intercambio y residencia del poder. Lo que nuestra situaci¨®n tiene de original es que ya no vive en simbiosis con su entorno inmediato, sino que vive conectada, incluso con otras partes del mundo, como Hong Kong o Singapur. Adem¨¢s, se han creado las regiones de ciudades interconectadas, que prescinden del estado-naci¨®n, que ya no define las reglas del juego, que aqu¨ª ya son de ¨¢mbito europeo.
P. ?Qu¨¦ lugar les queda a las poblaciones en el campo?
R. El ¨¢mbito rural no existe. Se ha pasado de una ciudad encerrada sobre s¨ª misma a una ciudad plurimunicipal, discontinua. Por eso se puede decir que el Pa¨ªs Vasco es una ciudad de ciudades. Europa, en estos momentos, presenta una realidad compleja: al mismo tiempo que los estados-naci¨®n son protagonistas de la construcci¨®n europea, esas organizaciones viven un proceso de descomposici¨®n hacia abajo, que obligar¨¢ a impulsar formas de gobierno (municipales o auton¨®micas) hasta ahora en segundo plano.
P. La vida en la ciudad supone tambi¨¦n una tendencia de voto determinada, sobre todo en Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco, aunque luego no se refleje esta proporci¨®n en los parlamentos.
R. Antes de nada quiero dejar claro que quienes votan son las personas y no los territorios. Cualquier cosa que haga que el voto de una persona valga menos que el de otra, me parece injusta. El sistema de elecci¨®n del Senado, por ejemplo, es absurdo. Ahora bien, luego no creo que haya tanta diferencia entre el voto rural y el voto urbano. Cada d¨ªa las sociedades est¨¢n m¨¢s urbanizadas, la gente ve los mismos programas de televisi¨®n y, por ejemplo, los ¨¢mbitos rurales est¨¢n muy motorizados, con lo que un vecino de una aldea puede estar mucho m¨¢s urbanizado que quien vive en un centro deteriorado de ciudad.
P. ?De qu¨¦ manera puede influir la presencia de nuevas culturas en la ciudad?
R. Respondo con una pregunta: ?exist¨ªa homogeneidad religiosa antes en Espa?a? Yo soy ateo y conozco muy poca gente que sea religioso practicante. Pero es que, adem¨¢s, no veo cu¨¢l es el problema aqu¨ª. La emigraci¨®n es un problema grave para los pa¨ªses de donde proceden los emigrantes, porque est¨¢n perdiendo una parte de la poblaci¨®n m¨¢s j¨®ven y din¨¢mica. No s¨¦ cu¨¢l es el problema verdadero de este rechazo, cuando la gente que viene a Espa?a son personas formadas, con iniciativa y con coraje que llevan a cabo una decisi¨®n muy dif¨ªcil de tomar y que trabajan en donde nadie quiere. El problema es nuestro, que no damos la igualdad de derechos a estas personas. Hay que romper con la identificaci¨®n entre ciudadan¨ªa y nacionalidad.
P. ?Cu¨¢l es la diferencia?
R. La nacionalidad viene a trav¨¦s de la cultura, la lengua, la historia, etc¨¦tera. Yo no me voy a plantear si tenemos que hacer espa?oles a turcos, magreb¨ªes o paquistan¨ªes. Si a trav¨¦s del tiempo, quieren integrarse culturalmente, pues muy bien, pero como residentes en Espa?a o en el Pa¨ªs Vasco, tienen que tener los mismos derechos que todo el mundo: a votar o a ser elegido. Ahora, establecer un estatus diferencial es contribuir a la xenofobia y al racismo. Por tanto, no es que la ley de Extranjer¨ªa actual est¨¦ mal, sino que cualquiera ser¨¢ siempre infame por su misma naturaleza.
P. ?Cu¨¢l es el futuro de la ciudad como lugar de encuentro, ante la progresiva implantaci¨®n de nuevas relaciones cibern¨¦ticas?
R. El problema no es Internet, como tampoco en su momento el tel¨¦fono dificult¨® las relaciones, sino que sirvi¨® para que la gente se comunicase m¨¢s y se encontrara con mayor facilitad. Internet, en este sentido, es una ventaja. El problema reside en las nuevas formas de desarrollo urbano, que conducen a la exclusi¨®n. Cuando los centros comerciales sustituyen a las plazas y los parques, cuando se crean nuevos guetos y suburbios, campus universitarios y parques tecnol¨®gicos que suponen una fragmentaci¨®n del territorio, es entonces cuando se reduce la capacidad de convivencia. Un problema grave de la ciudad actual es la p¨¦rdida de la calidad del espacio p¨²blico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.