Los escritos de Kafka mezclaban ficci¨®n y realidad, seg¨²n su bi¨®grafo
Reiner Stach presenta el segundo volumen de las obras completas
Las ediciones tradicionales presentan los libros de Kafka como obras acabadas. Pero no fue as¨ª. Salvo las pocas obras que entreg¨® a la imprenta (y entre ellas no se cuenta ninguna de sus tres novelas), los escritos de Kafka quedaron todos inconclusos. Ahora, gracias a la reedici¨®n de sus obras completas (en Espa?a se han publicado un tomo de novelas y otro de diarios, a los que seguir¨¢n sus narraciones y sus correspondencias), se va conociendo lo que realmente escribi¨®, pero al precio de descubrirle ante los lectores como un autor incompleto.
'Es posible que los lectores se desilusionen', admite Stach, 'pero no es culpa de Kafka, sino de su primer editor, Max Brod, que siempre quiso dar la impresi¨®n de que Kafka dejaba sus obras acabadas'. Stach cree que esta desilusi¨®n ser¨¢ una fase transitoria, tras la que se impondr¨¢ en las nuevas generaciones una imagen 'm¨¢s humana y m¨¢s pr¨®xima' del escritor.
A ese nuevo concepto del autor de La metamorfosis -a la que habr¨¢ que acostumbrarse a llamar La transformaci¨®n, como su autor la bautiz¨® y como aparece en la nueva edici¨®n- contribuir¨¢ tambi¨¦n la biograf¨ªa de Stach. ?ste asegura que Kafka jugaba al tenis y al billar, conduc¨ªa una moto y frecuentaba un prost¨ªbulo con Max Brod. 'Todo esto lo saben hace a?os los expertos en Kafka, pero no los lectores', asegura el fil¨®logo. A?ade que la biograf¨ªa en la que lleva cuatro a?os trabajando (va por el segundo de tres vol¨²menes) tiene muchos precedentes, 'pero todos incompletos'. Stach, cuya obra preferida de Kafka es El castillo, afirma que hasta ahora s¨®lo se han publicado introducciones a la vida del escritor, art¨ªculos especializados, sucesiones interminables de datos o vol¨²menes de escasa calidad literaria. 'El lector no quiere una monta?a de hilos de lana de colores, quiere una alfombra', sentencia.
Este experto en Kafka, invitado por el C¨ªrculo de Lectores a Madrid para participar en un coloquio sobre Nuevas lecturas de Franz Kafka, explica que el escritor encarna el ejemplo contrario a la disciplina de Thomas Mann. As¨ª, mientras el autor de La monta?a m¨¢gica 'escrib¨ªa novelas por la ma?ana, pasaba las tardes con su familia y hac¨ªa anotaciones en su diario por la noche', Kafka alternaba en un mismo cuaderno, y a veces en una misma p¨¢gina, la creaci¨®n literaria y el diario.
Para Stach, que trabaja para su biograf¨ªa directamente con los manuscritos de Kafka, comprados a los herederos de Brod, no fue el coqueteo, sino una mezcla de pudor (por la intimidad que volcaba en su trabajo) y de perfeccionismo ('pod¨ªa pasar horas discutiendo por una coma'), lo que impidi¨® que Kafka publicara m¨¢s en vida.
Respecto a la nueva edici¨®n de sus obras completas, en la que colabora como asesor, asegura que no revelan ni desvelan grandes secretos sobre la vida y las creaciones de Kafka, pero est¨¢n dando a conocer c¨®mo era su proceso de creaci¨®n, lleno de fracasos y de borrones, pero tambi¨¦n de frases sencillas que conformaban 'un conjunto de pesadilla dif¨ªcil de entender', que es lo que, a juicio de Stach, define el concepto universal de kafkiano.
Max Brod, el albacea rebelde
El principal atributo de la nueva edici¨®n de las obras de Franz Kafka parece ser es que se han liberado de la influencia de Max Brod. El primer editor de Kafka, en su af¨¢n por darle a conocer al mundo, ocult¨® que sus obras eran sobre todo fragmentos incompletos, se tom¨® la licencia de mezclar diferentes versiones para completar una impresi¨®n de obra acabada, ocult¨® lo que consideraba errores vergonzantes del escritor o decidi¨® de motu proprio llamar Am¨¦rica a la novela que Kafka titul¨® El desaparecido. ?Merece pasar Brod a la historia de la literatura como el villano que manipul¨® y desvirtu¨® la obra de Kafka? No es para tanto. Aunque s¨®lo sea porque sin Brod no se conocer¨ªa a Kafka. El amigo y albacea del escritor desobedeci¨® la orden que dej¨® ¨¦ste en su testamento de quemar todos sus manuscritos in¨¦ditos sin ni siquiera leerlos. 'Hay que ser justo con la figura de Max Brod', advierte Reiner Stach. 'Dudo mucho de que Kafka creyese en serio que su amigo fuera a destruir su legado, pero si Brod hubiese cumplido con el testamento habr¨ªa sido horroroso', recuerda. Otros m¨¦ritos que Stach atribuye a Brod son conseguir interesar a los editores por 'los fragmentos de un autor muerto y desconocido'; encontrar quien publicara las obras completas de un jud¨ªo en plena ocupaci¨®n nazi, as¨ª como ser capaz de llevarse consigo los manuscritos de Kafka cuando, huyendo de los nazis, se exili¨® en Tel Aviv. A cambio de todo ello, concede Stach, es cierto que Brod consider¨® el resto de su vida a Kafka como 'un coto de su propiedad', y si alguien dec¨ªa algo sobre el escritor que no le gustaba protestaba siempre diciendo: 'Vosotros no ten¨¦is ni idea, yo era el amigo de Kafka'. Los enigmas sobre Kafka, sobre su obra y sobre su relaci¨®n con Brod se despejar¨¢n posiblemente cuando los herederos de Brod permitan a los estudiosos acercarse a su legado.
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