Coleccionar arquitectura
El ser humano siempre ha creado, a lo largo de la historia y en todas las civilizaciones, sus mitos y sus propios s¨ªmbolos. Y el actual poder absoluto de la imagen ha hecho de esta capacidad humana uno de los valores m¨¢s inmediatos de la sociedad occidental. La transformaci¨®n del propio entorno en s¨ªmbolo de una identidad y una personalidad ¨²nicas y privilegiadas afecta a todos los niveles y a todos los aspectos, entre ellos al desarrollo de la creaci¨®n arquitect¨®nica. ?Qui¨¦n concibe hoy en d¨ªa la ciudad de Bilbao sin los perfiles tempestuosos del Guggenheim? ?Qui¨¦n se imagina Chicago sin esa audacia vertical de imponentes rascacielos? ?Qu¨¦ ser¨ªa Par¨ªs sin la Torre Eiffel, pero tambi¨¦n sin su irreprochable Arco de La D¨¦fense? ?Y las Torres de KIO en la Castellana madrile?a?, etc¨¦tera. En fin, se podr¨ªa continuar as¨ª hasta el infinito. Pero lo curioso de todo ello es que los dirigentes del primer mundo lo saben y conocen el poder de significaci¨®n del monumento.
Un dato significativo: en los ¨²ltimos 20 a?os, numerosas ciudades con buenas posibilidades econ¨®micas (y talantes m¨¢s o menos vanidosos, eso s¨ª) juegan a ser los 'nuevos ricos' y todas apuestan por alguno de los proyectos de los m¨¢s afamados arquitectos del momento, esos 'arquitectos estrella' preocupados, m¨¢s que por las preocupaciones del ciudadano, de su propia proyeccion personal y los trucos del merchandising. Creo que es un hecho inevitable al que nos enfrentamos: la colecci¨®n de arquitecturas y, m¨¢s que eso, colecci¨®n de un Ghery, de un Renzo Piano, de un Koolhas o de un Foster. Pero no pongamos el grito en el cielo; quiz¨¢ este fen¨®meno permita una nueva consideraci¨®n del 'ser' ciudadano, del individuo vinculado a su propio contexto y consciente de su identidad personal, algo que la amenaza de homogeneizaci¨®n, integraci¨®n y globalizaci¨®n no pueda nunca destruir.-
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