Arzalluz no se llama Adolfo
En un nuevo d¨ªa que amanece con la noticia de otro atentado de ETA, hasta las mejores revistas intelectuales llevan en portada art¨ªculos relativos al terrorismo. Ayer mataron a un ertzaina en un atentado; anteayer ese mismo g¨¦nero de bestias pegaron a un concejal del PNV. En Claves de la raz¨®n pr¨¢ctica, un buen historiador, Jos¨¦ Varela Ortega, escribe un erudito art¨ªculo sobre lo que denomina como el 'nacional-socialismo vasco'. Resulta interesante y digno de debate.
Seg¨²n el autor, la situaci¨®n vasca actual tiene paralelismo con la de Alemania en 1933. Los nazis de entonces ser¨ªan el equivalente del mundo cercano a ETA pero el verdadero peligro residir¨ªa en la actitud de quienes desempe?an un papel parecido a la derecha alemana de entonces. Como el Zentrum alem¨¢n, el partido cat¨®lico, el PNV padecer¨ªa una evidente 'fascinaci¨®n por el populismo violento nacionalista', lo que le har¨ªa ser tan s¨®lo 'supuestamente moderado'. El autor sugiere, como conclusi¨®n, la aplicaci¨®n de los art¨ªculos de la Constituci¨®n que permiten imponer a una Comunidad aut¨®noma el cumplimiento forzoso de una legalidad no respetada. No se recata en presentar eso como un acto de fuerza ('una estaca', dice).
La comparaci¨®n est¨¢ forzada porque las diferencias son, a mi modo de ver, abrumadoras. Kershaw ha escrito que cuesta imaginar a Hitler cruzando el escenario de la Historia en otro cualquier periodo. Siempre, en efecto, pueden existir individuos marginales y extravagantes como ¨¦l, pero la gente no los vota. La crisis en Alemania -nivel alt¨ªsimo de paro- le dio un peso pol¨ªtico que en ning¨²n momento ha tenido el mundo etarra en el Pa¨ªs Vasco. Por otra parte, siguiendo con la comparaci¨®n, a la altura de 1933 lo caracter¨ªstico de Alemania era que el nazismo hab¨ªa conseguido una neta mayor¨ªa en la derecha, que compart¨ªa, adem¨¢s, sus supuestos ideol¨®gicos fundamentales. Eso ni remotamente ha tenido lugar en el Pa¨ªs Vasco. Y, en fin, lo verdaderamente grave no fue la deriva del Zentrum hacia el nazismo (que la hubo) sino d¨®nde fueron los votos de los ciudadanos. El voto cat¨®lico resisti¨® la penetraci¨®n nazi mientras que buena parte del socialista, en el norte y el este del pa¨ªs, enloqueci¨® y se entreg¨® a quien no deb¨ªa. No hay que ponerse tr¨¢gicos pero hoy el sufragio puede segmentar el Pa¨ªs Vasco en dos y dejarlo en ag¨®nica confrontaci¨®n.
Aparte de esto ¨²ltimo ?se puede intentar otra comparaci¨®n hist¨®rica? Resulta obvio que s¨ª. Ashby Turner ha escrito que cuando Hitler lleg¨® al poder la clase dirigente de la Rep¨²blica de Weimar se hab¨ªa suicidado ya, principalmente por ser incapaces de colaborar quienes deb¨ªan hacerlo (sobre todo, cat¨®licos y socialistas). Y, en fin, no hay duda de que a Hitler le ayud¨® la existencia de un problema pol¨ªtico objetivo -c¨®mo hab¨ªa sido tratada Alemania en el Tratado de Versalles- que ¨¦l convirti¨® en ¨²nico y obsesivo. La comparaci¨®n hist¨®rica es, pues, v¨¢lida para analizar el presente pero tambi¨¦n complicada. Tras 1945, los pol¨ªticos de la guerra fr¨ªa trataron de evitar cualquier pecado de 'apaciguamiento', viendo supuestos Munich o cesiones ante el poder totalitario donde no los hab¨ªa, pero acabaron embarcando a su pa¨ªs en Vietnam y de paso provocando la m¨¢s grave crisis norteamericana en un siglo. Conviene no hacer algo parecido en Espa?a en 2001.
Sin duda, el PNV puede haber cometido errores; otros tambi¨¦n, en otras ocasiones y otros temas. Pero el nacionalismo vasco, como el catal¨¢n, forma parte, incluso si en alguna ocasi¨®n diera la sensaci¨®n de no quererlo, de la tradici¨®n democr¨¢tica del conjunto de los espa?oles. Pocos recuerdan hoy que el Consejo Federal del Movimiento Europeo se fund¨® hace m¨¢s de sesenta a?os en el local del Gobierno vasco en el exilio parisino. En una ocasi¨®n dram¨¢tica, como la de estas elecciones vascas, en vez de pensar en la Alemania de 1933 tendr¨ªamos que remontarnos tan s¨®lo a la Espa?a de 1979 y tratar al PNV ahora como los centristas hicimos entonces con el PSOE, es decir tendiendo puentes, esperando su evoluci¨®n, teniendo una confianza profunda en que ser¨¢ posible un d¨ªa el acuerdo en lo fundamental. Eso requiere -recordando de nuevo 1933- que seamos, como Golo Mann, el hijo del escritor, pidi¨® a los pol¨ªticos de la Rep¨²blica de Weimar, 'un poco m¨¢s inteligentes, un poco m¨¢s osados, m¨¢s creativos'.
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