Trata de blancos
Una vieja esclavitud masculina (?trata de blancos?) termin¨® ayer con el Consejo de Ministros: el servicio militar obligatorio. Era infame arrancar a un hombre de su medio y la construcci¨®n de s¨ª mismo en una edad cr¨ªtica para llevarle 'a servir al rey', como se dec¨ªa, o a la patria. Fue infame su trato. El m¨ªo, sin duda, peor: dur¨® tres a?os, los mandos ven¨ªan de la guerra civil con todo el 'ardor guerrero' (Mu?oz Molina) en plena fuerza: o sea, con cerebros sangre y dolor. Est¨¢bamos en el fascismo dominante. Luego la evoluci¨®n de la vida en general fue facilitando la vida militar, que tiene que ser, por su naturaleza universal, ajena a la democracia, a la igualdad y a la fraternidad.Para que termine totalmente la infamia han tenido que suceder algunas cosas: la principal, el desplazamiento de la fuerza que ha pasado del hombre a la m¨¢quina.
La ¨²ltima guerra (por hoy) de estos ej¨¦rcitos sabios se ha hecho sin una baja militar propia, pero destrozando a los civiles. De cuando en cuando, los bombarderos americanos descargan sobre Bagdad, como una advertencia; pero ni siquiera eso es necesario: basta con bloquear los accesos de los enemigos a las medicinas, los alimentos y otras materias de primera necesidad. Eso quiz¨¢ pueda hacer un poco opaco el destino de los 'mozos': al ser civiles est¨¢n expuestos a los verdaderos peligros de la guerra. Y ha sucedido tambi¨¦n una desobediencia civil, los objetores, los insumisos y hasta los considerados como desertores. Supongo que al terminar la esclavitud quedar¨¢n en libertad los esclavos que a¨²n est¨¢n aprisionados por desobedecer. Mejor un indulto para ellos que para Lia?o.
Con el servicio militar, repugnante y envilecedor, cae tambi¨¦n la ret¨®rica del pasado: el sacrificio por Dios y por la patria, la defensa de Occidente, la escuela de h¨¦roes, el sistema de hacerse hombres de bien, y todo lo dem¨¢s. Todav¨ªa se leen o se ven, en letras de los arcaicos o, simplemente, de los esclavistas: de las mafias traficantes con hombres.
Un Ej¨¦rcito de voluntarios; o sea, de soldados profesionales. No me olvido de S¨¢nchez Ferlosio, que se opon¨ªa a ese sistema porque pensaba que esos mercenarios se prestar¨ªan mas f¨¢cilmente a los golpistas, a uno de los cl¨¢sicos enfrentamientos de Ej¨¦rcito contra pueblo, que nos heredaron los americanos, junto con cuatro o cinco ideas salvajes que les llevamos (ellos ten¨ªan las suyas: sus poderes, sus sacerdotes). Pero la experiencia es la de que el soldado no puede hacer nada, forzado o pagado, m¨¢s que defenderse del enemigo, que es m¨¢s sencillo que odiarle como a su propio jefe.
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