El campanazo de la campanita
Dave Douglas podr¨ªa estar de gira todo el a?o y no repetirse nunca. Salvo error u omisi¨®n, cosa f¨¢cil cuando se habla de un m¨²sico tan inquieto, mantiene seis grupos en activo de estructura variada y funciones diversas; de ellos, el Tiny Bell Trio viene a ser la versi¨®n de bolsillo. No hay mofa ni menoscabo: la m¨²sica que practica tiene la misma grandeza y rango que la de formaciones m¨¢s numerosas. En muchos aspectos, incluso superior. Douglas suele resumir que el tr¨ªo campanita encuentra su raz¨®n de ser en la exploraci¨®n del folclor del este europeo y, m¨¢s concretamente, del de la zona balc¨¢nica, pero la verdad es que se queda muy corto en la definici¨®n.
En su extraordinario concierto del San Juan descubri¨®, entre muchas otras cosas, que entre el aristocr¨¢tico vals vien¨¦s y la m¨²sica de barraca gitana no hay distancias insalvables. Nadie esperar¨ªa encontrar una cabra equilibrista en un gran sal¨®n de baile, cargado de oropeles y mullidas alfombras, pero Douglas cre¨® esa imagen con admirable desparpajo, convencido de que m¨²sica no hay m¨¢s que una y las etiquetas sabe Dios quien las ha encontrado en la calle. Cuando los sonidos atravesaban su trompeta erudita y conciliadora, sal¨ªan convertidos, autom¨¢ticamente, en dechados de sincretismo. Su t¨¦cnica de virtuoso le permiti¨® atacar los pasajes trepidantes con claridad di¨¢fana y su coraz¨®n de poeta se bast¨® para dar escalofriante hondura a las melod¨ªas m¨¢s meditabundas. Adem¨¢s, tuvo el detalle de acordarse del pianista Herbie Nichols, uno de los grandes olvidados del jazz, en The gig.
En su tarea, Douglas encontr¨® una ayuda decisiva en Jim Black, un inexorable aniquilador de clich¨¦s, un subversivo en toda regla que ofreci¨® una despampanante gama de colores y texturas vali¨¦ndose de baquetas, mazos, escobillas y artilugios varios. Por comparaci¨®n, el guitarrista Brad Shepik pareci¨® el colmo de la discreci¨®n a pesar de poner toda su alma y talento en la empresa. La fiesta acab¨® con un recuerdo a Monk y una ¨²ltima demostraci¨®n de que la vanguardia puede resultar accesible y hasta divertida en las manos adecuadas.
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