Control de riesgos y 'credit crunch'
El 2001 podr¨ªa pasar a la historia financiera, entre otras cosas, como el a?o de la aprobaci¨®n de Basilea Dos: el Nuevo Acuerdo de Capital, cuya propuesta ha presentado el Comit¨¦ de Supervisi¨®n Bancaria y que regir¨¢, desde su probable entrada en vigor en 2004, las normas de solvencia de la banca internacional. El acuerdo pretende sentar las bases para que las entidades mantengan unos recursos propios adecuados a los riesgos que corren por su actividad intermediadora. La caracter¨ªstica m¨¢s relevante de la propuesta es que ser¨¢n las propias entidades, y no el supervisor, como hasta ahora (mediante circulares del Banco de Espa?a, en nuestro caso), las que, a partir de un buen an¨¢lisis y medici¨®n de esos riesgos, podr¨¢n decidir los recursos propios que deber¨¢n mantener para garantizar un adecuado nivel de solvencia. El papel del supervisor queda tambi¨¦n reforzado, en la medida en que debe garantizar y comprobar que las entidades realizan correctamente dichos an¨¢lisis y mediciones.
El principal riesgo en este tipo de negocio es, l¨®gicamente, el riesgo de cr¨¦dito, asociado tanto a las carteras de pr¨¦stamos como a las de valores. A nadie se le oculta que el riesgo de cr¨¦dito tiene un marcado car¨¢cter c¨ªclico. Para ser m¨¢s exactos, hay una gran correlaci¨®n, l¨®gica por otra parte, entre los incumplimientos de obligaciones financieras por parte de los prestatarios y el ciclo econ¨®mico. En ¨¦pocas de bonanza, el n¨²mero de empresas y personas que no hacen frente a sus obligaciones frente a prestamistas es sensiblemente menor que el que hallamos en similar situaci¨®n en etapas de crisis. De hecho, una pr¨¢ctica bancaria prudente deber¨ªa ser acumular reservas en ¨¦pocas de bonanza para poder hacer frente a los 'previsibles' impagados durante los a?os de vacas flacas.
Adem¨¢s de esta pr¨¢ctica razonable y elemental, en el negocio crediticio hay otra constante no menos l¨®gica. Durante las crisis econ¨®micas no s¨®lo se producen m¨¢s impagados, sino que tambi¨¦n se otorgan menos cr¨¦ditos. Esta menor concesi¨®n de cr¨¦ditos puede tener un origen en las expectativas empresariales (incertidumbre sobre la demanda futura y, por lo tanto, menor inversi¨®n) y personales (incertidumbre sobre el empleo y la renta futura), pero tambi¨¦n en la actitud de las entidades, que aumentan los requisitos para la concesi¨®n de pr¨¦stamos.
El caso japon¨¦s es un excelente exponente de lo comentado: las entidades de cr¨¦dito no quieren conceder m¨¢s cr¨¦ditos. Salvando las distancias, otro caso de credit crunch, que es como se llama a esta situaci¨®n, parece estar d¨¢ndose en EE UU, o al menos eso denunci¨® el presidente de la Reserva Federal en su ¨²ltima intervenci¨®n p¨²blica, 'solicitando' una relajaci¨®n de esos requisitos para ayudar a la econom¨ªa a salir r¨¢pidamente de la actual crisis.
Podr¨ªa arg¨¹irse que un mayor, y sobre todo m¨¢s cercano a la realidad, control del riesgo de cr¨¦dito, como el que propone Basilea Dos, contribuir¨¢ a que las entidades sean m¨¢s conscientes de ese riesgo en ¨¦pocas de crisis y el resultado sea un agravamiento del credit crunch, que a su vez prolonga la crisis y se alimenta as¨ª el c¨ªrculo vicioso. Aunque el argumento no deja de ser inquietante, el caso japon¨¦s puede servirnos de ejemplo. Si sus bancos no dan cr¨¦ditos es sobre todo por su bajo nivel de capitalizaci¨®n, y ¨¦ste es, a su vez, el resultado de una pol¨ªtica en los ochenta y primeros noventa en la que el correcto control y medici¨®n de riesgos brillaron por su ausencia. Jap¨®n lo est¨¢ pagando caro. La conclusi¨®n, por tanto, no puede ser otra que ver con agrado cualquier iniciativa que obligue a las empresas (en este caso entidades de cr¨¦dito) a conocer mejor los riesgos de su negocio y fijar sus necesidades de recursos propios que, en definitiva, representan la capacidad de la entidad para afrontar p¨¦rdidas extraordinarias.
Enrique S¨¢nchez del Villar y C¨¦sar Cantalapiedra son socios de AFI.
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