Padres y amigos, la clave
Preguntarse por las causas, razones, motivos o circunstancias que hacen que un chaval (m¨¢s que chavala) de 15 o 16 a?os pueda participar en la violencia callejera nos lleva a hablar del contexto en el que ese adolescente ha crecido y, sobre todo, de la socializaci¨®n que ha recibido. Del contexto dir¨¦ aqu¨ª, solamente, que estos adolescentes y j¨®venes vascos han crecido en una sociedad plural, fracturada en mil trozos, aunque considero que la principal, todav¨ªa, es la que distingue a los que legitiman el uso de la violencia terrorista para la consecuci¨®n de sus proyectos pol¨ªticos de los que consideramos que vivimos en una democracia y que queremos defender nuestras opciones por la v¨ªas de la raz¨®n, de la persuasi¨®n y de la confrontaci¨®n electoral. Kepa Aulestia habl¨® en su d¨ªa de una sociedad dentro de la sociedad vasca para ejemplificar este contexto. Yo he utilizado la expresi¨®n de dos sociedades paralelas. He sostenido, en este mismo medio, y quiero reiterarlo hoy, que haber situado en el centro del contencioso vasco la confrontaci¨®n Espa?a-Euskadi, nacionalismo-no nacionalismo, nacionalismo vasco-nacionalismo espa?ol y, en los ¨²ltimos tiempos, nacionalismo o soberanismo versus constitucionalismo es un grav¨ªsimo error. Deforma la sociolog¨ªa real de la pluralidad vasca como si los ciudadanos reales fu¨¦ramos y nos sinti¨¦ramos, de forma dicot¨®mica y excluyente, o vascos o espa?oles, sin posibilidad alguna de sentimientos de identidad m¨²ltiples y compartidos. Ciertamente, hay ciudadanos que as¨ª se perciben, pero la gran mayor¨ªa se dice vasco y espa?ol, y en su conjunto, acentuando la dimensi¨®n vasca. Situar en el centro del contencioso vasco esta dimensi¨®n s¨®lo consigue aumentar los polos, en movimiento centr¨ªfugo, lo vasco frente y contra lo espa?ol, en vez de aumentar la centralidad plural en el necesario movimiento centr¨ªpeto.
Estos j¨®venes han crecido en una sociedad plural, fragmentada en mil trozos
En este contexto, ETA y todo el MLNV se frotan las manos. Por ejemplo, Haika, lal fusi¨®n de Jarrai y Gazteriak (su equivalente en Iparralde [Pa¨ªs Vasco franc¨¦s]) que se define a s¨ª misma como organizaci¨®n 'joven, de toda Euskal Herria, plural, independentista, revolucionaria e internacionalista', en el manifiesto pol¨ªtico le¨ªdo el d¨ªa de su presentaci¨®n que marca las directrices que adoptar¨¢ en el futuro. Dice que 'Haika nace en un momento muy especial en el que Euskal Herria est¨¢ en camino de lograr su soberan¨ªa. (...) Sin pedir permiso a Madrid y a Par¨ªs, haremos frente a todo tipo de imposiciones y llevaremos hasta el final la construcci¨®n de nuestro pueblo'. (Gara, 23.4. 2000). En ese mismo acto, mientras dos encapuchados portaban el logotipo de ETA, se oy¨® una voz en off, diciendo hablar en nombre de ETA, que alentaba a los j¨®venes a continuar 'la lucha por la independencia de Euskal Herria'. ?Qu¨¦ m¨¢s necesitan o¨ªr?
En el estudio J¨®venes Espa?oles 99, de la Fundaci¨®n Santa Mar¨ªa, mostramos que los factores de socializaci¨®n m¨¢s importantes en la juventud son, por este orden, la familia y el grupo de amigos, en primer lugar; despu¨¦s, a distancia, los medios de comunicaci¨®n, y con menor peso todav¨ªa, la escuela, teniendo los dem¨¢s factores un peso irrelevante. En el tema que nos ocupa, el ranking es el mismo. La familia es clave cuando los propios padres comulgan con los principios del MLNV, y m¨¢s cuando han estado o est¨¦n encarcelados. Si en Espa?a hubiera una pol¨ªtica antiterrorista digna de ese nombre, solamente por el efecto socializador en los j¨®venes de las largas marchas en autobuses de familiares de presos a las c¨¢rceles de los etarras detenidos, habr¨ªa otro tratamiento hacia esos mismos presos. El otro factor socializador es el grupo de amigos y el espacio particular en el que se mueven, sus calles, sus bares, sus acampadas, sus reuniones... Los j¨®venes de Haika son pocos. Igor Ortega, su portavoz, ahora detenido, cifra en mil la militancia en Jarrai y cien en Gazteriak (Gara, 1.10. 2000), y tiene raz¨®n al hablar de ellos como de militantes j¨®venes dispuestos a dar su vida por la causa. Como todo militante, se nutre de sus propias fuentes -Egin en su tiempo; Gara, ahora, de folletos, documentos, hojas parroquiales, pasquines en sus locales...- y del adoctrinamiento de los mayores y sus pares m¨¢s aventajados. Pero la educaci¨®n, m¨¢s que por adoctrinamiento, se realiza por ¨®smosis, por frecuentaci¨®n de sitios y personas, en acampadas y, muy especialmente, por ekintzas (acciones). Ya se propugnaba en el documento Oldartzen que 'en nuestra actividad... huelgas de hambre, encarteladas, encerronas... boicots a los productos franceses y otros muchos intentos han servido para fortalecer posturas personales de forma permanente' (punto 359). Son muchos los casos de padres que, de golpe, constatan, con impotente espanto, que sus hijos se van introduciendo en el mundo de la violencia callejera. Si hubiera una pol¨ªtica antiterrorista, algo se habr¨ªa hecho en apoyo de estos padres... y de sus hijos antes de que sea demasiado dif¨ªcil, si no demasiado tarde.
La afirmaci¨®n generalizada de las ikastolas como centros que fomentan la subcultura de la violencia y su legitimaci¨®n no tiene, salvo ignorancia por mi parte, sustento cient¨ªfico. Se podr¨¢n aducir ejemplos de profesores y alumnos de ikastolas que legitimen y hasta fomenten el terrorismo, pero la legitimaci¨®n del terrorismo no es necesariamente mayor entre los escolares de las ikastolas. En un trabajo que yo dirig¨ª, en 5.527 escolares vascos de 7? y 8? de EGB, y su equivalente en ESO, BUP, COU y FP en febrero de 1996, constat¨¦ que el 12% del total justificaban el terrorismo, distribuy¨¦ndose esta media en un 13,9% entre los que estudian en ikastolas privadas, 12,9% en centros p¨²blicos, 12,3% en privados laicos, 10,9% en ikastolas p¨²blicas y 9,6% en privados religiosos. Mi hip¨®tesis (insisto, hip¨®tesis, pues no hay investigaci¨®n, por vergonzoso que resulte decirlo) apunta a la importancia del consejo de padres, especialmente en los centros en los que tienen capacidad de elecci¨®n de profesorado, sin olvidar que no pocos centros p¨²blicos con profesorado a¨²n no estabilizado son proa f¨¢cil para un plan de desestabilizaci¨®n prolongada. La prudencia me impide dar ejemplos concretos.
En definitiva, el proceso de inserci¨®n en la justificaci¨®n del terrorismo se realiza en un contexto de radicalizaci¨®n extrema de un conflicto secundario en el imaginario y en las preocupaciones de los vascos, su identidad nacional, radicalizaci¨®n fomentada, principalmente, en su socializaci¨®n, en unos casos por sus propios padres, en otros por su grupo de amigos. Cuando ambos factores coinciden, estamos en el n¨²cleo duro del militantismo juvenil. Confundir este n¨²cleo duro con su periferia es uno de los tantos errores que han permitido su perdurabilidad. Pero ¨¦se es ya otro tema.
Javier Elzo es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad de Deusto.
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