Autonom¨ªa, ?para qu¨¦? (y 3)
Hace un par de a?os tuve una charla con el responsable de librer¨ªas de unos grandes almacenes. Una charla que no ha dejado de darme vueltas en la cabeza y a ratos, lo confieso, en el coraz¨®n. Me dec¨ªa el hombre algo que yo, en mi incorregible candidez pro-andaluza, enti¨¦ndase, creyente como soy de ese concepto unitario que debe ser algo m¨¢s que una orla de purpurinas combatiendo en la noche, nunca hubiera sospechado. Deseng¨¢?ese, don Antonio, me vino a decir la voz de la experiencia: los libros sobre Andaluc¨ªa no se venden. Al pronto no lo entend¨ª, o no quise entenderlo. Pero la cosa era bien simple. En las promociones de libros andaluces que cada a?o hac¨ªa el establecimiento por las sucursales de la regi¨®n, se vend¨ªan muy bien los que trataban de alg¨²n aspecto concreto de la capital, o de la provincia, donde cada una estaba ubicada. Nada los que tuviesen que ver con cualquier otra provincia. Y casi nada los que trataran alg¨²n asunto general andaluz, fuera el que fuese. Esto ¨²ltimo es lo que me llam¨® la atenci¨®n, pues lo primero y lo segundo ya lo ten¨ªa asumido. 'Y el Estatuto de Autonom¨ªa, ?se vende?'. El hombre se me ech¨® a re¨ªr: 'S¨ª, cuando alg¨²n maestro pone un trabajo en clase por el D¨ªa de Andaluc¨ªa'.
Despu¨¦s de todos los datos y turbulencias que les he ido suministrando en las dos entregas anteriores, supongo que se preguntar¨¢n ustedes cu¨¢l puede ser mi respuesta final a la pregunta, tan pol¨ªticamente incorrecta, que preside estas divagaciones. Pues yo tambi¨¦n me lo pregunto, y no crean que es salirme por la tangente. Quiero decir, que ya me gustar¨ªa a m¨ª encontrarle una respuesta a las turbulencias de mi coraz¨®n. ?Mereci¨® la pena aquel 28-F? Siempre he cre¨ªdo que s¨ª, y no pienso abdicar por las buenas de una fe tan arduamente conseguida. ?Por qu¨¦? Pues... aqu¨ª no m¨¢s empiezan los duelos y quebrantos. Hombre, por la ilusi¨®n aquella de alcanzar un autogobierno justo y solidario, que nos hiciera sentirnos orgullosos por nos, por Espa?a y la Humanidad... en fin, ya saben. (Por cierto, no s¨¦ si conocen que en el ¨²ltimo congreso del PA ya fue sustituida la palabra 'Espa?a', en el himno me refiero, por 'los pueblos', o algo as¨ª. Estos muchachos siempre progresando).
Tambi¨¦n Chaves dice que progresamos. Aunque el hombre ha tenido una mala suerte de hierro en estas fechas conmemorativas, no deja de recordarnos que, pese a tanta turbulencia, crecemos un poquito por encima de la media nacional y hay menos paro. Qu¨¦ bien. En sanidad, educaci¨®n, vivienda, autopistas, televisi¨®n..., no es que se note mucho, pero hay donde agarrarse, hombre. No hagamos del pesimismo una ¨¦tica. Que Aznar no nos ama, ya lo sabemos y con eso hay que contar. Que no hay quien pueda con Pepe Caballos, pues qu¨¦ se le va a hacer. Tiene sus cosas, pero es leal como pocos y gana elecciones. Que a Torres Vela le hace ilusi¨®n ser alg¨²n d¨ªa presidente de la Junta, pues en algo se tendr¨¢ que entretener el hombre. Que Pezzi no ha perdonado que le dejaran su magno proyecto educativo a medio hacer, pues natural. Que los presidentes de cajas de ahorro le han cogido el gusto a los restaurantes de 50 tenedores, pues es muy humano. Y as¨ª, todo. Todo tiene su explicaci¨®n. Desde luego, don Manuel, la moral que no le falte.
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