El Bar?a se cuelga de Rivaldo
Los azulgrana sobreviven gracias a dos zapatazos del brasile?o ante un Celta que fue superior
El Barcelona no necesit¨® jugar, ni siquiera arreglar las irreparables grietas de su defensa para evitar el desastre total y seguir alimentando la esperanza de adecentar un poco su nefasta temporada con un t¨ªtulo europeo. Escu¨¢lido de f¨²tbol y tan vulnerable como siempre, el Bar?a vive de las noches estelares de alguna de sus vacas sagradas. Un d¨ªa es Kluivert y otro Rivaldo. Anoche fue el turno del brasile?o, de quien tampoco se puede decir que completase un gran partido. Le bast¨® ejecutar dos remates con fr¨ªa profesionalidad para dejar seco a un Celta que hab¨ªa hecho m¨¢s por defender su suerte. El Celta puso m¨¢s fe, m¨¢s juego y hasta mejor organizaci¨®n. Pero todo fue in¨²til ante la apabullante pegada de Rivaldo, que dej¨® la eliminatoria medio sentenciada antes del descanso, tras un primera parte en la que el Celta hab¨ªa estado varios cuerpos por delante de su rival.De nada le sirvi¨® al Celta llevar la iniciativa durante toda la primera parte, jugar con m¨¢s en entusiasmo y criterio, atacar con m¨¢s convicci¨®n la porter¨ªa contraria. Todo fue in¨²til porque enfrente estaba Rivaldo. Un Rivaldo aparentemente apagado, sin demasiado protagonismo en el partido, pero que con dos fugaces y devastadoras apariciones decapit¨® las esperanzas de un Celta que no merec¨ªa tal suerte. Dos veces tir¨® el Bar?a entre los tres palos en la primera parte. Ambas fueron gol. Los dos, majestuosos e inapelables, lejos del alcance de cualquier portero.
El Barcelona hab¨ªa comenzado el partido sucumbiendo a la tentaci¨®n de especular con el resultado. En vez de intimidar al Celta, de recordarle desde el principio qui¨¦n portaba anoche los galones, el Bar?a prefiri¨® dejarse llevar por el ritmo que le impusiera el rival. Ni siquiera logr¨® enfriar el partido, el recurso m¨¢s socorrido en circunstancias como la de anoche. Con Guardiola y Petit difuminados entre la bruma del centro del campo, el Bar?a no encontr¨® la pelota y, cuando la tuvo, la regal¨® como si fuese un objeto molesto.
El Celta empez¨® un tanto vacilante, pero su vitalidad fue creciendo seg¨²n avanzaba el partido y con la corriente que le soplaba a favor gracias a la inhibici¨®n azulgrana. No es el Celta ese maravilloso equipo de las ¨²ltimas temporadas, entre otras razones porque perdi¨® a piezas indispensables de entonces como Mazinho y Makelele. Pero a V¨ªctor Fern¨¢ndez a¨²n le quedan algunos jugadores estupendos. Sobre todo dos: Gustavo L¨®pez y Mostovoi. Las asociaciones entre ambos y las siempre elegantes incursiones del argentino por la banda izquierda -su capacidad para pegarse el bal¨®n al pie y maniobrar en un cent¨ªmetro cuadrado fue el tormento del voluntarioso Reiziger- debilitaron muy pronto la defensa del Bar?a, que ya de por s¨ª no necesita gran cosa para derretirse en cuanto la achuchan un poquito. No faltaron, por supuesto, las habituales pifias, como un bal¨®n entregado por Cocu a Mostovoi que Catanha estuvo en tris de enchufar.
Sin noticias de Rivaldo, de Kluivert, de Overmars o de cualquiera que pudiera encenderle las luces, el Bar?a tard¨® 27 minutos en tirar a puerta con un manso disparo de Luis Enrique que ni siquiera encontr¨® los tres palos. Pero el Bar?a necesit¨® muy poco m¨¢s para sacudirse el aguijoneo del Celta. La jugada del primer gol anunci¨® que los caprichos de la fortuna soplaban anoche con direcci¨®n azulgrana. En tres pases, el Bar?a mont¨® un contragolpe a la salida de un c¨®rner, que pill¨® despistada a la defensa del Celta. Overmars abri¨® desde la derecha para la llegada de Rivaldo y ¨¦ste la coloc¨® en la escuadra como si dirigiera el bal¨®n con mando a distancia.
El Celta no se detuvo a lamentarse y porfi¨® a despecho de la adversidad. El premio fue instant¨¢neo: otro maravilloso gol, un terrible ca?onazo de Catanha, quien hab¨ªa recibido un pase de espuela de Mostovoi. Propulsado por la eficacia y rapidez de su respuesta, el Celta sinti¨® deslizarse por un tobog¨¢n y el Bar?a apenas pudo hacer otra cosa que tratar de esquivar lo que le ca¨ªa encima. Por un momento, el Celta pareci¨® capaz de igualar la eliminatoria antes del descanso, pero de nuevo apareci¨® Rivaldo para arreglar el asunto sin bajarse de su pedestal: falta desde 30 metros y otro golito por la escuadra. Tan f¨¢cil que cualquiera se creer¨ªa en condiciones de emularlo.
Excesivamente maltratado por Rivaldo, el Celta necesit¨® que el f¨²tbol le hiciese otro gui?o para meterse de nuevo el partido. Y le lleg¨® a falta de media hora, con el penalti a Catanha que transform¨® Gustavo. El Celta recuper¨® algo del entusiasmo de la primera parte, pero te?ido ahora del pecado de la precipitaci¨®n y de cierto desorden. Consciente de que lo peor ya hab¨ªa pasado, el Bar?a, aunque sigui¨® sin juego, recobr¨® la seguridad para resistir en el arre¨®n final, incluido el gol de Mostovoi en el descuento. Muy poquita cosa, pero suficiente cuando se tiene a Rivaldo.
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