'Humanidades' y lat¨ªn
'La historia de cualquier lengua romance es inconcebible sin conocer a fondo el lat¨ªn'
Soy partidaria del humor, incluso cuando el blanco del humorista resulta ser una realidad que me es pr¨®xima. As¨ª que cuando Forges tom¨® el lat¨ªn como motivo para concitar la sonrisa, lo acept¨¦ sonriendo, aun sintiendo que con ello se contribu¨ªa a la consolidaci¨®n de una idea que considero incorrecta. El humor basado en prototipos se fundamenta en destacar una faceta entre las m¨²ltiples que integran una realidad. Ahora bien, cuando el 'chiste' est¨¢ dedicado a un objeto que gran parte de los lectores habituales s¨®lo conoce por referencia, el rasgo de la realidad seleccionado se transforma en rasgo ¨²nico, en definici¨®n indirecta del objeto. Creo que ¨¦se es el caso del lat¨ªn.
En nuestra sociedad, la opini¨®n popular vincula el lat¨ªn a las dificultades que no reportan beneficios, opini¨®n que paulatinamente va siendo compartida y defendida por quienes, en principio, deber¨ªan abordar la cuesti¨®n desde otros ¨¢ngulos.
Tenemos una educaci¨®n obligatoria hasta los 16 a?os y un bachillerato. La primera es el espacio destinado a poner al estudiante en condiciones de ejercer su papel de ciudadano libre. Es el lugar donde debe aprenderse a utilizar con propiedad la lengua y asentar las bases de lo que ser¨¢n las futuras opciones del bachillerato. La reducci¨®n de ¨¦ste a dos a?os parece responder a una idea: mostrar al estudiante cu¨¢l es la importancia de las materias para la carrera que va a elegir.
Bajo la denominaci¨®n de humanidades, la ¨²nica que cuenta con lat¨ªn, se han agrupado las materias pertenecientes al ¨¢rea de Letras. Bajo el nombre de Ciencias Sociales tenemos otra modalidad concebida para los futuros estudiantes de Historia, Filosof¨ªa, y tambi¨¦n Derecho. Y aqu¨ª se ha llegado a la conclusi¨®n de que no es necesario saber qu¨¦ es el lat¨ªn, ni qu¨¦ relevancia tiene el conocimiento de esa lengua para tales materias.
Conceder al lat¨ªn un lugar simb¨®lico en la opci¨®n que abre paso a Filolog¨ªa puede deberse a la conciencia -todav¨ªa viva- de que castellano, catal¨¢n y gallego son lenguas procedentes del lat¨ªn. Nada m¨¢s. De otro modo no se explica que haya desaparecido de la modalidad de Ciencias Sociales, siendo as¨ª que quienes eligen esta opci¨®n deben saber desde un principio que el ¨²nico medio de enfrentarse a una historia, filosof¨ªa o ciencia europea, que se nos han transmitido en lat¨ªn hasta el siglo XVII -sin olvidar los siglos de civilizaci¨®n griega-, es conocer la lengua en que nos han llegado.
Cuando se habla de la educaci¨®n obligatoria o del bachillerato siempre se piensa en la educaci¨®n que va a recibir el estudiante, no en la preparaci¨®n que debe tener el profesor. Si desde el punto de vista del estudiante la lengua propia puede aprenderse sin recurrir al lat¨ªn, me temo mucho que no sea paralelo el planteamiento por lo que respecta al profesor. Un profesor que conoce el lat¨ªn ense?ar¨¢ de otro modo lengua o literatura, al igual que ser¨¢ muy distinta la actitud del profesor de historia o filosof¨ªa si cuenta con las claves sobre las que se sustenta su asignatura.
No s¨®lo eso: los actuales estudiantes tambi¨¦n son, algo que parece obviarse, los futuros investigadores de este pa¨ªs. La historia de cualquier lengua romance, al igual que los estudios sobre literatura medieval o renacentista en dichas lenguas son inconcebibles sin conocer a fondo el lat¨ªn, ¨²nico medio de acceder a los textos de un periodo tan amplio. No puede olvidarse que la lengua es el veh¨ªculo en que se transmite una cultura y que Garcilaso de la Vega, Ausias March o las Cantigas de Alfonso X no surgen de la nada, sino de una tradici¨®n literaria medieval latina, que a su vez es continuaci¨®n de una cultura latina cl¨¢sica. De la misma manera causa estupor escuchar que se puede hacer historia de la Edad Media y del Renacimiento, historia de la Ciencia o del Derecho sin poder leer los documentos en que se transmite. Desde luego cabe una soluci¨®n que pase por alto estos peque?os detalles: que investiguen otros.
No se trata de conceder un lugar privilegiado al lat¨ªn, con el que el estudiante entra por primera vez en contacto en el bachillerato, a diferencia del resto de asignaturas. De lo que se est¨¢ hablando es de la importancia de concienciar a la sociedad de la pertinencia del lat¨ªn en la formaci¨®n de los futuros profesores e investigadores de nuestro pa¨ªs en materias como Lengua y Literatura, Filosof¨ªa, Historia y Derecho.
Nada tiene esto que ver con una vuelta al Renacimiento, a una concepci¨®n elitista de la ense?anza. La educaci¨®n debe ser accesible a todos, lo cual no significa que deba bajar de nivel. Tal vez llevada de una ingenuidad impropia de mi edad y de una firme confianza en la capacidad intelectiva del ser humano, no creo que la accesibilidad de la educaci¨®n deba ir ligada a su degradaci¨®n. Si todo el mundo tiene derecho a la educaci¨®n, que sea al m¨¢s alto nivel, no al m¨¢s bajo. Cualquier otro planteamiento encierra una falacia.
Los saberes pueden ser '¨²tiles de trabajo para ganarse el sustento', la Universidad quiz¨¢ se haya convertido en 'una escuela profesional de masas', pero me falta el conformismo suficiente para aceptar que la primera afirmaci¨®n sea excluyente y que la segunda deba ser aceptada como irremediable. Si alguien quiere hacer de los conocimientos adquiridos en el bachillerato y en la Universidad un '¨²til de trabajo' para ganarse el sustento tiene derecho a ello, pero quienes deciden sobre c¨®mo debe adquirirse ese ¨²til deben pensar tambi¨¦n en quienes desean dedicarse a la investigaci¨®n o a la ense?anza de materias que no ofrecen una inmediata aplicaci¨®n en la pr¨¢ctica.
El vincular el lat¨ªn exclusivamente a la opci¨®n de humanidades implica la posibilidad de una historia, de una filosof¨ªa, de un Derecho sin lat¨ªn; es decir, bajo el modelo de humanidades se enmascara una propuesta: la concepci¨®n de la filolog¨ªa como una ligera p¨¢tina cultural -que admite incluso el lat¨ªn- que nos haga presentables en una reuni¨®n de gente culta; infravalorar el lat¨ªn implica infravalorar la filolog¨ªa y augura la facilidad con que puede renunciarse a ella. El escoger el lat¨ªn como v¨ªctima propiciatoria tiene f¨¢cil explicaci¨®n: es el punto m¨¢s vulnerable demag¨®gicamente, porque su utilidad no es visible y porque su rechazo no lleva consigo el calificativo de 'b¨¢rbaro' para quien lo defiende, como suceder¨ªa con el rechazo abierto de la filosof¨ªa o de la literatura. No nos enga?emos, con el lat¨ªn sucumbe la filolog¨ªa y buena parte de esas otras materias integradas otro tiempo en Letras. Ese t¨ªtulo aparentemente halagador que se nos ha impuesto es el principio de una inmolaci¨®n ya presente mediante una vinculaci¨®n al pasado. Los Studia Humanitatis del Renacimiento pertenecen a un pasado glorioso, pero pasado. La filolog¨ªa y, como una materia filol¨®gica m¨¢s, el lat¨ªn son otra cosa.
Carmen Codo?er es catedr¨¢tica en Filolog¨ªa Latina.
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