Illgner, un espectador de lujo
El tercer portero del Madrid cobra 270 millones netos al a?o y a¨²n no ha sido convocado esta temporada para ning¨²n partido oficial
'Con la mano derecha daba de comer a Jerome y con la izquierda llamaba por tel¨¦fono al Real Madrid', dijo Bianca Illgner en su trepidante relato al peri¨®dico Bild de c¨®mo negoci¨® el fichaje de su marido, en septiembre de 1996. A las tres de la tarde la llamaron desde las oficinas del Colonia para comunicarle el inter¨¦s madridista. A partir de ah¨ª -y sin interrumpir la alimentaci¨®n de su hijo peque?o- actu¨® por su cuenta. Frau Illgner (se?ora Illgner), como la conocen en Alemania, llam¨® al presidente del Madrid, entonces Lorenzo Sanz; ejecut¨® las labores dom¨¦sticas, y a las cinco, cuando el portero y esposo lleg¨® a casa, le recibi¨® con los brazos abiertos y un anuncio: 'Bodo, creo que he podido cumplir tu sue?o'.
Cinco a?os m¨¢s tarde, Bodo Illgner (Coblenza, 1967) sufre en silencio los rumores que amenazan su reputaci¨®n. En este tiempo ha cumplido las expectativas con creces. Una Liga, dos Copas de Europa y una Copa Intercontinental se sumaron a su palmar¨¦s de campe¨®n del mundo con Alemania en 1990. Sin embargo, desde el verano pasado no ha vuelto a viajar con el Madrid. Nunca ha entrado en una convocatoria, salvo en un amistoso contra el M¨®stoles para el que no hubo ni que concentrarse. Cuando el cuerpo t¨¦cnico le ha necesitado -para viajar como segundo portero a Mosc¨² y Bruselas, en partidos intrascendentes de la Liga de Campeones, y a Pamplona y Mallorca, en la Liga- estaba lesionado. La ¨²ltima vez que debi¨® quedarse en casa, argument¨® que no pod¨ªa viajar a Mallorca porque no se hab¨ªa recuperado de una tendinitis. A los actos a los que acude la plantilla y a las celebraciones tampoco va. Suele alegar 'fiebre'. En p¨²blico, es herm¨¦tico y evasivo. Mientras tanto, cobra 270 millones de pesetas netos al a?o y nadie cuestiona su talla profesional.
'La gente que cobra mucho tambi¨¦n se lesiona', le defiende el director general, Jorge Valdano; 'Illgner es uno de los jugadores m¨¢s respetados del vestuario. Si tiene ese contrato es porque hizo dos temporadas extraordinarias. Luego intervinieron dos factores. Primero se lesion¨®. Despu¨¦s apareci¨® un chico de 19 a?os [Casillas] con un enorme talento que lo desplaz¨® al banquillo. Cuando se fich¨® a C¨¦sar se pens¨® en un competidor para Illgner, pero termin¨® compitiendo con el chico de 19 a?os. Illgner qued¨® como tercer portero'.
El sueldo de Illgner, el m¨¢s alto del mundo para un tercer portero, es atribuible a la maestr¨ªa de Bianca, su esposa y representante, que en febrero de 1999 negoci¨® su renovaci¨®n hasta junio de 2002. Se hac¨ªa dif¨ªcil prescindir de Illgner. Porque Fabio Capello no apost¨® por un arcano cuando pidi¨® el fichaje de este gigante de 1,90 metros. Lo garantizaban su seguridad en los balones a¨¦reos, su soberbia colocaci¨®n y su disciplina marcial.
Hoy, despu¨¦s de una lesi¨®n de rodilla en 1999, Illgner cojea. Alg¨²n compa?ero se asombra al verle entrenarse 'con la rodilla hecha polvo' y una entrega total. S¨®lo en los ejercicios de velocidad se arrastra con el ego herido por detr¨¢s de C¨¦sar y Casillas. Los a?os le pesan. 'A veces es ¨¦l quien pide m¨¢s ejercicios de los que le mando', observa el t¨¦cnico de porteros, Manuel Amiero; 'es un profesional ejemplar. Es siempre cordial y conoce su cuerpo a la perfecci¨®n'.
Bianca no le quita ojo. En la ¨²ltima concentraci¨®n estival de Suiza, la cabellera platinada de Frau Illgner flotaba al viento mientras giraba alrededor del hotel, muy r¨¢pido, enfundada en su malla de colores vivos sobre un par de rollerblades.
'Esto es una locura', le dijo Bodo cuando lleg¨® a su casa en 1996. 'Esto es muy normal', replic¨® ella.
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