El problema de la sociedad civil
Si Catalu?a ha tenido un buen siglo XX en muchos aspectos -y especialmente en el cultural- ha sido gracias a su sociedad civil y m¨¢s concretamente a su mundo asociativo. Sin poder pol¨ªtico o con el poder pol¨ªtico a la contra, sin poder financiero, la cultura catalana puede presentar un siglo XX notabil¨ªsimo gracias al esfuerzo y a la potencia de una trama asociativa que ha tomado las riendas de muchos aspectos de su vida colectiva. Catalu?a ha tenido sociedad civil fuerte en unos momentos en los que a ¨¦sta le era posible sostener una cultura, en los que el mundo asociativo ten¨ªa posibilidades de ser el principal agente de la vida cultural.Pero en el ¨²ltimo cuarto de siglo la sociedad civil ha perdido peso en la cultura. No en Catalu?a, en todas partes. Y no por culpa suya ni por culpa de las instituciones p¨²blicas, sino por la propia evoluci¨®n de las tecnolog¨ªas y, con ellas, de las formas de consumo y producci¨®n cultural. En la sociedad de la televisi¨®n, las autopistas y los electrodom¨¦sticos, el consumo cultural se ha convertido fundamentalmente en dom¨¦stico. Gracias a ello el principal actor de la producci¨®n cultural ha pasado de ser las asociaciones a ser las industrias, capaces de distribuir capilarmente sus productos por todos los electrodom¨¦sticos culturales. Dicho de otro modo, la irrupci¨®n del sector p¨²blico en la cultura, el peso de las industrias culturales, la conversi¨®n del ocio y la cultura en un asunto dom¨¦stico, han deshinchado el mundo asociativo en todas partes.
El peso de la cultura en Catalu?a ha pasado en el siglo XX del mundo del asociacionismo al de la industria, y en este tr¨¢nsito ha perdido peso. En su recuperaci¨®n deben participar ambas esferas
Esta evoluci¨®n tiene ventajas en todo el mundo: ha sido un factor de democratizaci¨®n del consumo cultural. Tambi¨¦n tiene inconvenientes: alimenta la cultura como consumo y debilita la cultura como participaci¨®n. Pero, en Catalu?a, provoca problemas espec¨ªficos. Pierde peso lo que tenemos -la sociedad civil- y gana peso lo que no tenemos: el Estado, las industrias ligadas a menudo al propio Estado o al poder financiero. Y menos mal que este proceso de debilitamiento universal del mundo asociativo ha coincidido en Catalu?a con cierta autonom¨ªa pol¨ªtica, que ha permitido construir algunos mecanismos de Estado. Se puede discutir el papel cultural de TV-3 si se quiere, pero si Catalu?a hubiese entrado en los a?os ochenta y noventa sin una televisi¨®n propia, hoy la lengua y la cultura catalanas estar¨ªan tocadas de una manera irreversible.
El resultado de este proceso -universal, pero que nos afecta especialmente- es que nuestra sociedad civil, que hab¨ªa sido fuerte y se hab¨ªa construido sin ninguna dependencia del poder p¨²blico, detecta mejor que nadie el malestar: se siente envejecida y a veces anacr¨®nica, dependiente del dinero p¨²blico, y a?ora los buenos viejos tiempos o cree que su estado mejorar¨¢ incrementando su dependencia de las instituciones. Y al mismo tiempo, Catalu?a no dispone de una estructura suficiente en los nuevos agentes culturales. Tenemos poco poder pol¨ªtico, poco poder financiero y un tejido industrial precario. La suma de todos estos factores -que est¨¢n interrelacionados- produce una indudable sensaci¨®n de malestar, que experimentan primero los que est¨¢n en primera l¨ªnea. No entro en la discusi¨®n de si estas circunstancias negativas se podr¨ªan haber gestionado mejor, si se han producido m¨¢s o menos errores entre nuestras instituciones y nuestra sociedad civil. Pero, en cualquier caso, el panorama era dif¨ªcil: nuestro principal activo perd¨ªa peso en la nueva sociedad y la historia nos hab¨ªa dejado mal situados en los sectores emergentes, ligados a un poder pol¨ªtico y un poder financiero que no ten¨ªamos o que ten¨ªamos mucho menos que otros.
No creo que ante esta situaci¨®n -que, aunque inquietante, no es dram¨¢tica- se pueda hablar de f¨®rmulas m¨¢gicas. En todo caso, de f¨®rmulas lentas y complejas, en las que se deben mezclar diversos elementos. Uno muy claro: m¨¢s poder pol¨ªtico y m¨¢s dinero p¨²blico disponible. Otro: v¨ªas para movilizar dinero privado, mediante el mecenazgo o la ayuda a las industrias. Necesitamos instituciones con m¨¢s posibilidades, lo que significa m¨¢s dinero, y un tejido industrial m¨¢s potente, lo que significa ayudar a lo que ya existe y aprovechar las potencialidades de la televisi¨®n p¨²blica, pero tambi¨¦n una sociedad civil renovada, independiente, menos preocupada de las relaciones con las instituciones, m¨¢s ligera, m¨¢s m¨®vil, adaptada. Los buenos tiempos no volver¨¢n... Si alguna vez existieron.
Vicen? Villatoro es escritor y diputado por CiU.
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