?Equidistancias?
Como uno de los depositarios de la vieja marca de la tercera v¨ªa, o, simplemente, como sufrido destinatario de cuantas chanzas f¨¢ciles se hicieron desde el catalanismo impol¨ªtico del prop¨®sito que anim¨® desde mediados de los a?os ochenta a un buen n¨²mero de nacionalistas valencianos a buscar acuerdos donde no hab¨ªa m¨¢s que improperios y necia irresponsabilidad, contin¨²o celebrando la llegada de nuevos adeptos a tan noble como ingrata tarea. Aunque a algunos les ha parecido desde siempre que no hab¨ªa nada que hablar sobre el tema de la lengua, y a otros les aterra cualquier cosa que afecte a la preeminencia y dominancia del castellano entre nosotros, no debe olvidarse que -a¨²n hoy-, una mayor¨ªa social est¨¢ a favor de un arreglo cordial, serio y productivo para salir del atolladero.
Por ello, cada voz que se suma al proyecto global de paz llam¨¦mosle ortogr¨¢fica (pre¨¢mbulo obligado para ganar la normalidad, y con ella, la restituci¨®n de todos los instrumentos que convierten a una lengua en veh¨ªculo id¨®neo para la comunicaci¨®n interpersonal en todos los ¨¢mbitos de su uso) debe ser bienvenida. Lo com¨²n es que a cada alta le preceda una declaraci¨®n m¨¢s o menos enf¨¢tica contra los extremos, los innegociables y los animadores de una polarizaci¨®n est¨¦ril y disuasoria. Lo hizo as¨ª una parte de la tercera v¨ªa al se?alar que la ¨²nica estrategia posible en el conflicto pol¨ªtico que esclavizaba a la lengua com¨²n de los valencianos pasaba por resolver un dilema similar a los que hicieron de Salom¨®n un rey sabio y respetado: al proponer la no-soluci¨®n de partir al ni?o vivo para repartirlo entre la madre de verdad y la del hijo muerto, averigu¨® r¨¢pidamente de quien era el ni?o. Tendiendo la mano a los usuarios leales de una y otra ortograf¨ªa y llev¨¢ndoles hasta el dilema que resolvi¨® Salom¨®n pens¨¢bamos que se asegurar¨ªa la vida de la lengua com¨²n. Tres lustros despu¨¦s de aquellas t¨ªmidas propuestas una parte importante del camino ya se ha recorrido: las Cortes Valencianas aprobaron una ley siguiendo el dictamen del CVC, y estamos a la espera de la constituci¨®n de la AVL.
Apelar ahora a los extremos y a los irreductibles como justificaci¨®n de algo est¨¢ fuera de lugar y superado por los acontecimientos. Sorprenden, pues, los espesos argumentos del consejero de Cultura contra los extremos, porque es un debate pol¨ªticamente cerrado por el dictamen y por la ley que cre¨® la AVL. Y tampoco es comprensible c¨®mo un hombre en quien se han cifrado esperanzas para que -por su talante liberal, equidistante de las partes en litigio y con fama de le¨ªdo y culto- llegue a presidir la AVL se vac¨ªa ante el parlamento valenciano con un discurso de corte ?equidistante? donde incluso el venerable, moderado, tolerante, sabio y llorado don Manuel Sanchis Guarner es colocado en un bando y extremo que nunca ocup¨®.
Resulta dif¨ªcil entender por qu¨¦ Taranc¨®n se ha alejado de la equidistancia y ha entregado el testigo de su moderaci¨®n a las fauces de los de siempre. Por ese camino la AVL va a volverse imposible; el esfuerzo pol¨ªtico de los representantes mayoritarios de nuestro pueblo, que avalaron con su voto la creaci¨®n del ente normativo que ha de cumplir la doble tarea de ser autoridad normativa y propiciar con su trabajo entusiasta que los puentes entre unos y otros se vuelvan verdaderas autov¨ªas sin peaje, se convertir¨¢ en cenizas; y, la consiguiente frustraci¨®n acabar¨¢ regalando el triunfo a la madre del ni?o muerto.
Vicent.Franch@eresmas.net
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