El fin de ETA
Los recientes atentados de ETA nos cogen otra vez con palabras gastadas de condena, pero ello no debe hacernos perder la capacidad de an¨¢lisis y de reflexi¨®n. El atentado de Roses, que ha costado la vida al mosso d'esquadra Santos Santamar¨ªa, pone otra vez de relieve que Catalu?a sigue siendo uno de sus puntos mira, quiz¨¢ por considerarlo terreno abonado para la comprensi¨®n de sus cr¨ªmenes. Ello es en parte cierto.
En efecto, en Catalu?a se rechaza, sin resquicio alguno para la duda, la violencia como m¨¦todo de acci¨®n pol¨ªtica. El reciente acuerdo parlamentario lo demuestra claramente. Pero, por otra parte, procedentes de la opini¨®n p¨²blica, se oyen numerosas voces que recomiendan el pacto, las concesiones a ETA, como ¨²nica v¨ªa para acabar con el grupo terrorista. Los motivos son bien un pesimismo desesperanzado, o bien un temor a que la situaci¨®n conduzca, tras las elecciones, a un Gobierno vasco de coalici¨®n PP-PSOE. Desde estas posiciones se considera, absurdamente, que toda cr¨ªtica a la actuaci¨®n pol¨ªtica del PNV en los ¨²ltimos a?os es una demonizaci¨®n o una criminalizaci¨®n de la ideolog¨ªa nacionalista en general.
Quiz¨¢ antes del Pacto de Lizarra estas acusaciones pod¨ªan tener alguna base; pero ahora, tras comprobar su evidente fracaso y que las expectativas que suscit¨® la tregua se han revelado totalmente falsas, estos argumentos no parecen tener base alguna. Para los que no lo sab¨ªan antes, tanto el compromiso firmado en Lizarra como el a?o largo y sangriento transcurrido desde la ruptura de la tregua han revelado la aut¨¦ntica naturaleza de ETA y de sus c¨®mplices de Herri Batasuna: por su ideolog¨ªa, son personas ajenas a la democracia, y por sus m¨¦todos de acci¨®n pol¨ªtica, son fascistas puros y duros, de corte nazi, como muy exactamente dijo anteayer Zapatero.
Por tanto, un dem¨®crata no puede coincidir con ellos ni en los m¨¦todos ni en los fines. Y en consecuencia, quienes pretenden solucionarlo con pactos son tan ingenuos como los aperturistas de buena fe que pretend¨ªan cambiar el r¨¦gimen de Franco. Lo est¨¢ comprobando en sus propias carnes el PNV, que crey¨® poder llegar a un acuerdo con los terroristas y sus c¨®mplices sin darse cuenta de que Lizarra no era otra cosa que M¨²nich, aquella reuni¨®n del a?o 1938 en la que Hitler tom¨® literalmente el pelo a Chamberlain y Daladier, primeros ministros de Inglaterra y Francia, respectivamente. Un a?o despu¨¦s, Polonia era invadida.
Pero no hay razones para un pesimismo desesperado. La realidad -a pesar de las continuas tragedias- ofrece en estos momentos resquicios de optimismo y motivos de aliento.
En primer lugar, el PNV comienza a resquebrajarse. Primero fueron los hermanos Guevara, importantes pilares del PNV en ?lava, quienes mostraron -y lo siguen haciendo- sus discrepancias. Pero esta misma semana, un hist¨®rico como Joseba Arregi ha renunciado a figurar en las listas electorales de los pr¨®ximos comicios y sigue activo y cr¨ªtico con las posiciones oficiales de Ibarretxe y Arzalluz. Por otra parte, el alcalde de Bilbao, I?aki Azkuna, ha censurado al consejero de Interior del Gobierno vasco por su permisividad ante las sesiones diarias de kale borroka. Todo ello no puede ser anecd¨®tico, sino que es s¨ªntoma de lo que piensan amplios sectores del PNV que ahora comienzan a levantar la voz.
Un segundo motivo de optimismo se encuentra, sin duda, en la solidez que muestra el pacto PSOE-PP. Contemplar a Rodr¨ªguez Zapatero y a Javier Arenas juntos haciendo una declaraci¨®n en id¨¦ntico sentido tras el asesinato de Froil¨¢n Elespe, concejal socialista de Lasarte, no hace otra cosa que dar seguridad a los ciudadanos y confianza en que un futuro Gobierno vasco de coalici¨®n entre ambos partidos puede restablecer unas condiciones de libertad y democracia que desde luego no garantiza el actual Gobierno de Ibarretxe.
Un tercer motivo de optimismo lo ofrece el pr¨®ximo panorama electoral. A pesar de las duras condiciones en que deben realizar la campa?a los populares y los socialistas, y las coacciones a las que se ve sometido el electorado, el voto es secreto, y cabe pensar que una gran mayor¨ªa de los ciudadanos vascos tendr¨¢ capacidad para saber que la situaci¨®n en su pa¨ªs es de extrema anormalidad para los derechos y las libertades ciudadanas, y que en estas situaciones lo prioritario es dar un giro para salvar la democracia. No hay que olvidar que las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas se hicieron en las primeras semanas de la tregua, con todas las esperanzas que entonces suscitaba. Los que dicen que la composici¨®n del Parlamento vasco no variar¨¢ quiz¨¢ no tienen en cuenta la gravedad de todo lo que ha pasado en los ¨²ltimos a?os. Despu¨¦s de la transici¨®n, la lucha contra el terrorismo etarra ha tenido dos graves errores: los GAL y Lizarra. El primero ya est¨¢ enmendado gracias al buen funcionamiento del Estado de derecho. El segundo se puede corregir en estas eleciones.
La buena direcci¨®n en la lucha contra ETA la daba ayer el hasta ahora diputado del PNV Joseba Arregi en un duro ataque a Lizarra desde las p¨¢ginas de El Peri¨®dico: 'La violencia', dec¨ªa Arregui, 'no es un callej¨®n sin salida. La negaci¨®n de la violencia, la victoria sobre ella significa que la sociedad apuesta por s¨ª misma, por sus instituciones, por aquellas instituciones que garantizan su libertad y su derecho, su pluralidad y sus distintos sentimientos de pertenencia. Cuando nadie ponga en duda esa realidad institucional de la sociedad vasca, cuando todos le hagamos ver claro a ETA que nadie se va a mover ni un ¨¢pice de esa posici¨®n, cuando renunciemos as¨ª a colaborar, voluntaria o involuntariamente, en la construcci¨®n de ese entramado protector y enga?oso del que se rodea ETA, habr¨¢ comenzado el fin de ETA'.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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